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Monday 4 de September de 2006, 00:00:00
Escalada veraniega en un castillo (25/08/06)
Tipo de Entrada: RELATO | 8 Comentarios | 6671 visitas

Superamos por diversos lugares una muralla de unos quince metros de altura mediante la escalada libre, sin ayuda de ningún medio artificial, únicamente se emplean medios para frenar una posible caída y para el descenso: arnés, cuerda, cintas exprés y grigri. Mis profesores son Juan y Lluis, mientras que Ana, mi hermana pequeña, está en calidad de observadora y es la fotógrafa oficial de mi segundo día de escalada. Hacemos dos vías de escalada de IV grado y otra de VI.

Castillo asaltado por Shrek, el del relato es diferente
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Castillo asaltado por Shrek, el del relato es diferente

 

Estamos a 25 de agosto de 2006. Mi hermana Ana y yo estamos recorriendo el interior de un castillo en una soleada tarde de verano. Está ubicado en un bello lugar del planeta de cuyo nombre no me quiero acordar, en lo alto de una montaña, sitio en donde normalmente eran levantadas dichas fortificaciones. Los turistas extranjeros abundan, están disfrutando de las espléndidas vistas aéreas. Las nubes cubren parcialmente el cielo pero no logran tapar al sol, es un día propicio para practicar por segunda vez el arte de escalar.

 

Soñando despierto, el tiempo va transcurriendo, el día sigue bonito; el sol no falta a la cita y Juan tampoco. A las 18:15 llega Juan con un compañero llamado Lluis, ambos con más edad que yo, quizá algo más del doble. Así, dos escaladores con décadas de experiencia, junto a un joven excursionista sin nociones de escalada y una joven con ganas de hacer fotos se dirigen hacia la muralla del histórico castillo.

 

Sentados los tres en el suelo calzándonos los pies de gato, comenzamos a crear expectación en los numerosos turistas extranjeros. No todos los días se escala ni se ve escalar a alguien la muralla de un histórico castillo. El asalto a la muralla está a punto de comenzar, una sorpresa bienvenida por mi parte. Cuando Juan me dijo que íbamos a hacer bulder y que no hacía falta que llevase casco, me imaginé que íbamos a situarnos sobre la muralla a pocos metros del suelo y avanzar horizontalmente, ya que tengo entendido que eso es el bulder. Pero no, pronto me doy cuenta por la cuerda y por sus miradas, que nos estamos equipando para ascender la muralla, quince metros de históricas piedras son el terreno de juego en donde demostrar nuestras capacidades acrobáticas, físicas y psicológicas. Demasiada altura para alguien a quien le da miedo “el patio”.

 

Preparados para el ataque, Juan se encuerda. Observo como comienza a escalar la muralla por una vía de escalada de cuarto grado. Es la más fácil de las tres vías de escalada que vamos a realizar hoy. También es más sencilla que las dos vías de escalada que he hecho hasta hoy, ambas en Montserrat y catalogadas como grado V y grado V superior. Para unos expertos escaladores como ellos, la muralla es un juego de niños, están acostumbrados a acometer escaladas de entidad a picos del Pirineo.

 

Conforme va ganando altura, Juan va introduciendo uno de los dos mosquetones que posee una cinta exprés en cada parabolt que se encuentra, ganando altura poco a poco y llegando hasta el final de la vía de escalada junto al límite superior de la muralla, lugar en donde se asoman los turistas asombrados y expectantes. Realiza una maniobra en las alturas y acto seguido Lluis, quien le ha asegurado hasta ahora con el grigri,  le baja utilizando el mismo aparato. Al llegar Juan a tierra, ambos cabos de cuerda están en el suelo. Me miran, ahora ha llegado mi turno.

 

Con muchas dudas y pocas cosas claras, me acerco a la muralla dubitativo, no creo que pueda ser capaz de llegar tan arriba. Me encuerdo con un doble nudo de ocho. A decir verdad, ellos me encuerdan mientras yo observo como se realiza el práctico nudo, haciendo ellos de profesores. Una vez encordado tomo mi primer contacto con la muralla. La pared está formada por piedras cuadradas de unos treinta centímetros de lado, entre las cuales es donde hay que intentar colocar las puntas de los dedos así como también adherir los pies de gato.

 

Al comienzo parece más fácil de lo que creía. Conforme voy ganando altura, voy sorprendiéndome de lo sencillo que es escalar la muralla, vista desde abajo inexpugnable. No sé como un castillo defensivo lo construyeron tan sencillo de asaltar, pues a no ser que el de arriba te viese subir y te tirase aceite  hirviendo, piedras y demás, sería sencillo colarse en territorio enemigo. Observo a mi alrededor, una sensación nueva me invade. Estoy en el centro de una pared a varios metros del suelo. Mis compañeros y mi hermana se ven algo distantes, reducidos, así como diversos curiosos que han parado a ver como escalo. Quizá se pienses que soy escalador, si supiesen como están de equivocados. Yo no sé escalar. Bajo ellos, la pendiente de la montaña se dirige a terreno llano. Mi hermana me toma fotografías desde abajo; los turistas desde abajo, pero también desde arriba.

 

La lucha contra la pared se libra a cada paso. Cada movimiento es un constante buscar, busco el equilibrio de mi cuerpo, la estabilidad, no irme para abajo. Es más bien un combate contra la gravedad, ella me quiere tirar para abajo pero yo en cambio quiero seguir, quiero llegar hasta arriba. A ciertas alturas, la dificultad de la pared parece aumentar pese a ser la misma debido al miedo a la caída, a la altitud. ¿Dónde se ha visto a alguien escalando con miedo a las alturas? Aquí hay uno, debe de estar loco. ¿Acaso no lo están todos, pese a no sentir miedo? ¿No es más loco el que consume su vida sentado en el sofá frente al televisor? ¿O quizá el que a base de esfuerzo, sufrimiento y sacrificio, sube a una montaña para acto seguir regresar al punto de partida? Como decía aquel sabio: estoy loco, luego existo.

 

Al ver que los metros pasan y yo continúo subiendo con pocos problemas, voy cogiendo confianza en mí mismo, ya dudo que no consiga llegar hasta una cadena oxidada, es la meta del presente reto, significa llegar a lo alto de la vía de escalada. Está ahí, cerca, pero no acaba de llegar. Las distancias están dilatadas, no soy un caminante, más bien soy una araña humana; quizá una lagartija. Sea lo que sea, ya estoy en lo alto de la vía de escalada, la tercera que escalo en lo que llevo de vida. Mi experiencia se limita a una hora y media de escalada con Anto en Montserrat, allí si que fue difícil abrirse paso a través de una pared bastante lisa para la vista de alguien que no había escalado nunca.

 

Llevaba un rato concentrado. Buscaba donde agarrarme con fiabilidad o bien donde colocar los pies, me había olvidado de que abajo había gente, de que más abajo había mar, de que sobre nuestras cabezas las gaviotas nos demostraban que son más libres que nosotros. No había caído en la cuenta de la altura que estaba ganando. Tras superar la vía de escalada, ahí es donde me llevo la sorpresa. ¡Qué alto que estoy, qué diminutos que son ellos! ¿Qué voy a hacer parta bajar? ¡No quiero! Deseo saltar el muro y llegar a terreno llano, junto a los turistas que visitan nuestra ciudad.

 

Lluis me dice que ahora tengo que bajar, ¿por dónde? Suéltate, que te bajo. ¿Cómo? ¡Ni loco! La bajada no tiene mucho estilo. Esas bajadas pegando saltos en la pared a gran velocidad no aparecen en el abanico de habilidades de uno que no se fía ni de las alturas, ni de la cuerda, ni siquiera del arnés. Ahí está el chico, siendo bajado mientras se agarra con las dos manos a la cuerda por si se desengancha de ella. ¡Que le vamos a hacer! El miedo a lo que no se ha hecho nunca, a lo desconocido, siempre ha existido. Lo mismo me sucedió con Anto en Montserrat, las dos veces que tuve que descender. ¡Qué alivio, he pisado tierra firme!

 

Una vez abajo me lamento de la altura. Para ellos es un juego de niños, para mí no. La altura me da respeto y miedo, así que, como me ocurrió en Montserrat, prefiero una pared más cortita para iniciarme en el arte de superar paredes, más o menos difíciles, más o menos altas, con más o menos gracia, pero cada una con su toque personal. Le comento a Ana que si quiere subir al castillo, desde lo alto de la muralla podría tomar buenas fotos. Le convence la idea y desaparece por un momento. Debe ir a la muralla del otro lado de la esquina, en donde atravesar el puente levadizo y acceder al interior del castillo. Espero que nos lance buenas fotos, y las piedras las deje para otro día, los invasores ya desaparecieron hace tiempo, ahora el interior del castillo está habitado por numerosos gatos y los humanos somos los invasores del territorio en el que viven día y noche.

 

Tras la subida de Juan y la mía, Lluis nos deleita con una escalada impecable, a la vez que mi hermana asoma en lo alto de la muralla. Las fotos que toma tienen una nueva perspectiva, Lluis es el primero en beneficiarse de ellas. Varios turistas están abajo junto a nosotros dos, demostrando interés por nuestra acometida. Un inerte material, las rocas de un viejo castillo, son desafiadas por una serie de individuos acompañados por una jovencita que toma preciadas pruebas de ello con su cámara fotográfica. Durante la escalada, Lluis va retirando las cintas exprés que están en la pared, unidos a los parabolts. Juan me explica que actualmente se utilizan parabolts, más seguros que unas piezas más antiguas con forma de semicircunferencia, presentes en estado de oxidación en la muralla. Juan y Lluis tienen estilo para bajar, a mí me falta. La experiencia es la madre de la ciencia.

 

Hagan juego, señores. Da lugar el comienzo de una nueva tentativa. La segunda vía de escalada de la tarde es vecina a la anterior, de hecho finaliza en el mismo lugar de descenso que la otra. Eso sí, los últimos dos o tres metros hay que escalar en diagonal para llegar a la cadena final desde la cual ser descolgado. De nuevo Juan haciendo gala de su poderío como escalador, hace que la muralla sea una especie de Playmóvil, un juego infantil en donde pasar el rato de una tarde soleada de verano. ¡Dios mío, con quién me he juntado! Que contraste entre la experiencia acumulada durante décadas de escalas clásicas y el caminante que no tiene mucha idea sobre la escalada. ¿Qué nombre tendrá esa cadena oxidada desde la cual se desciende? Quién sabe, la escalada tiene una jerga propia totalmente desconocida por alguien como yo, un humilde excursionista con un par de años de experiencia.

 

Juan realiza la totalidad de la vía de escalada colocando de nuevo las cintas exprés en los parabolts, distintos a los anteriores al ser otra vía de escalada. Juan me asegura que es igual de sencilla que la anterior, es un engaño. Una sonrisa contenida que no sé apreciar me impide percatarme de que me dirijo hacia la zona del miedo. De nuevo toca encordarse, esta vez lo hago yo bajo la supervisión de ambos compañeros. Estoy listo, sólo falta tirar para arriba, hacia mi hermana. ¡Tómame buenas fotos desde ahí arriba! La confianza en uno mismo es un aspecto importante, tanto en la escalada como en la vida. Superando obstáculos uno se va haciendo más fuerte, siendo más fáciles de superar los siguientes. Ya decía un sabio en el año tropecientos antes de Maradona (influencia de la secta de los Maradonianos): todo aquello que no nos mata, nos hace más fuertes…

 

Los primeros metros son parecidos a la vía de escalada vecina y me espabilo para ir ganando altura sin necesidad de ser ayudado. Lluis tiene la facultad de poder darme un empujoncito hacia arriba con la cuerda pero este recurso no lo utilizaré hasta la tercera y última vía de escalada. Repitiendo la historia, comienzo a subir a poca altura disfrutando de ello, hasta que alcanzo una altura considerable bajo mi punto de vista. Observo como abajo están mis compañeros y algún turista. Uno de ellos, arrodillado en el suelo busca la perspectiva ideal para las fotos que nos está tomando con una gran cámara fotográfica, debe de ser una de las denominadas reflex. La altura me impresiona y comienzo a sentir un cierto temblor. ¡Qué no pase a más!

 

Me siento acorralado, no veo por donde continuar subiendo. Juan me ha engañado, ésta es más difícil, precisamente en la parte de arriba. Ahora que me tiene arriba, desde abajo confiesa. Ya sabía que en ésta tengo que currármelo más si quiero llegar hasta arriba. Empleo bastante tiempo en buscar presas, no las encuentro. El tiempo se dilata, el miedo ha hecho acto de presencia. He mirado demasiado hacia abajo. Cierto temblor, cierta dificultad a la hora de encontrar presas, y un tramo en diagonal que me da terror me tienen acorralado. Debo de sacar fuerza moral y salir de ahí, debo subir como sea. Mi hermana desde arriba lo que todo muy fácil, eso no vale. Me da ánimos.

 

Con cierto empuje y algo de miedo llego a varios metros del final de la vía de escalada. No está sobre mí, sino que debo ir hacia la derecha y subir. Conforme ganaba altura iba retirando las cintas exprés, ya tengo el último colgando del portamaterial de mi arnés. Me aterroriza pensar que si pierdo el equilibrio, la cuerda impedirá la caída hasta el suelo, pero haré un desplazamiento hacia la derecha, seré una especie de péndulo humano colgado de una cuerda. Es el peor momento de la tarde, no hay retroceso, debo llegar como sea a la parte superior de la vía de escalada anterior. Lo hago, que alivio. Tengo a mi hermana a un metro, asomada en la muralla. ¡Menudas fotos!

 

La historia se repite, debo soltarme para ser descendido por Lluis. Ésta vez me fío algo más y hasta me suelto, pese a que la mayor parte del descenso lo hago agarrado a la cuerda con las dos manos. Luis no realiza esta vía de escalada, él y Juan sienten atracción hacia una más difícil, dicen que es aproximadamente de sexto grado. Para mí, que no tengo mucha idea del tema, me indica que debe ser más difícil. No necesito saber el grado para ver que esa pared ni la voy a intentar. Es imposible que pueda subir por ahí, al menos lo parece. ¡Qué le vamos a hacer! Otro sabio también dijo que no hay nada imposible, si quieres puedes. Se nota que en la antigüedad pensaban más, claro, no existían la caja tonta, los culebrones y los programas de cotilleo.

 

Juan comienza a intentar subir por la tercera vía de escalada. Es un trozo de muralla de piedra menos antiguo. Las piedras son más grandes y lisas, casi sin espacio entre ellas. Parece que le cuesta al comienzo, debe de ser bastante inexpugnable la muralla por esa vía de escalada. Mientras tanto, escalo sin cuerda un poco. LLuis me dice que no suba mucho, que él ya ha estado en malas situaciones por eso. Yo también he tenido algún problema en Montserrat por trepar algo sencillo que luego de bajada no lo es tanto, es cuando aparece la frase de otro, esta vez nada sabio: ¿En dónde me he metido? ¡No van a ser recordados sólo los sabios! Ahí está en la memoria de todos el famoso perdedor, con lo de que lo importante es participar.

 

Mi hermana toma una gran foto; salimos Juan y yo en paralelo, él lucha encordado contra la difícil vía mientras yo avanzo en horizontal por la pared de rocas antiguas que acabamos de escalar. Juan es mucho Juan, los años de experiencia se notan. Se emplea a fondo, la lucha está igualada. Increíblemente va ganando altura por la lisa pared, parece imposible poder agarrarse o apoyar los pies en las estrechas fisuras que hay entre losa y losa. No tiene nada que ver con las dos vías anteriores, da igual, Juan puede con ella, comienza a descender victorioso.

 

Sé que ni lo voy a intentar y se lo digo. No aceptan. Me encuerdo y esta vez sin dudas me encuentro al inicio de la vía de escalada. No dudo que no voy a subir hasta arriba, ni siquiera creo que pueda seguir a partir del comienzo, en donde algunas losas están algo rotas y las fisuras si permiten al ser más grandes introducir puntos de apoyo. Comienzo a escalar con dificultad. Se vuelve más difícil al abandonar el tramo inicial. Para sorpresa mía, hay presas no visibles desde abajo, se trata de roturas en las losas, siempre en sus bordes, deben de estar hechas expresamente, sino no veo posibilidad de avance para mí.

 

Todo vale para subir, siendo yo tan novato y la vía tan difícil para mi nivel. Con tal de no bajar, he de hacer varios aceros, es decir, ayudarme del parabolt o de la cinta exprés para progresar. Además, unas veces me quedo atrapado y Lluis desde abajo me da un empujón para arriba. Las trampas son pequeñas islas desiertas en un mar de dudas. No sé por donde avanzar, ellas me sacan del apuro. Pido varias veces regresar, pero no aceptan. Creo que hasta aquí he llegado, quiero ir para abajo, pero no, debo subir para arriba cueste lo que cueste, eso me hacen entender. La pared está abusando de mí, sabe que soy débil, tengo mucha menos edad que ella, no tengo experiencia, es más, no soy escalador.

 

Arriba y abajo los turistas me observan. ¡Qué esperáis de mí, yo no soy escalador!, pienso. Al buscar presas para las manos no miro muy para arriba, no quiero un intimidador choque de miradas. Sé que están ahí arriba observando todos mis movimientos. Se me debe de ver en apuros. Un turista, inexplicablemente español, me da ánimos. ¡Ya queda poco! Le respondo que visto desde ahí sí, pero desde aquí queda una eternidad. ¡Dónde me he metido! Debo de sacar fuerzas, la cadena está ahí, deben de ser unos dos o tres metros, una eternidad. ¡Sí! Estoy en la meta, he alcanzado la cadena. Las cabezas de los turistas asomados, cercanos, me observan.

 

Lluis de nuevo pide que me suelte, esta vez con más insistencia. Me despido de las cercanas cabezas asomadas con un gesto de adiós con la mano, y comienzo el descenso tras haber sufrido bastante en esta última subida, totalmente por encima de mis posibilidades. Una vez abajo, fuera de la tensión provocada por la altura, la dificultad y la observación ajena, me siento satisfecho de haber conseguido llegar hasta arriba pese a haber necesitado una ayuda extra. De nuevo he vuelto a hacer algo de lo que no me veía capaz a priori, con o sin ayuda.

 

Lluis inicia el ascenso con gran estilo, como Juan. La vía de escalada vuelve a dar guerra, pero Lluis es más hábil que yo y vence a la muralla con menos problemas que yo. Ya llevamos una hora y media escalando, quizá algo menos. Van a dar las ocho de la tarde, va siendo hora de recoger la cuerda, quitarse el arnés, los pies de gato, y dejar los avatares para más adelante, ¡con lo bien que uno está en territorio horizontal! ¿Qué será lo que atrae a tanta gente al mundo de la verticalidad? ¿Quizá algún sabio algún día halle la respuesta? ¿O un loco? Hasta entonces, cada cual tendrá su respuesta, diferente a la del resto de seres que retroceden en el tiempo, pasando del avance con dos extremidades al avance con cuatro, de donde todos procedemos…

 

 

P.D. Te invito a visitar mi canal de Youtube Feliz Éxito aquí:  www.youtube.com/felizexito


8 Comentarios
Enviado por Zodiaco el Tuesday 5 de September de 2006

“El relato original fue censurado. La ausencia de 535 palabras puede causar alguna incoherencia en la continuidad del mismo al ser leído. También he eliminado las fotos de dicha escalada que lo acompañaban, cogiendo el castillo del film "Shrek 2".”
Enviado por Zodiaco el Tuesday 5 de September de 2006

“El relato original fue censurado. La ausencia de 535 palabras puede causar alguna incoherencia en la continuidad del mismo al ser leído. También he eliminado las fotos de dicha escalada que lo acompañaban, cogiendo el castillo del film "Shrek 2".”
Enviado por Zodiaco el Tuesday 5 de September de 2006

“Ups, se me olvidó agradecer al Sr Jander una pequeña corrección detectada en el relato original. Ya lo he modificado en el original y en éste, tenías razón, si me refería a eso. !!Gracias!!”
Enviado por Zodiaco el Tuesday 5 de September de 2006

“Ups, se me olvidó agradecer al Sr Jander una pequeña corrección detectada en el relato original. Ya lo he modificado en el original y en éste, tenías razón, si me refería a eso. !!Gracias!!”
Enviado por Madveras el Tuesday 5 de September de 2006

“Tiooooooooo... eres un geniooooooo!!!!!!!! :))))))))))))))))

Insisto... vente al madstage!!!!!!!!! :))))))))))))))”
Enviado por Madveras el Tuesday 5 de September de 2006

“Tiooooooooo... eres un geniooooooo!!!!!!!! :))))))))))))))))

Insisto... vente al madstage!!!!!!!!! :))))))))))))))”
Enviado por Homellop el Sunday 17 de September de 2006

“Ya se donde esta el castillo!!!en una ciudad maritima muy bonita aunque ultimamente un poco cara.
Saludos”
Enviado por Homellop el Sunday 17 de September de 2006

“Ya se donde esta el castillo!!!en una ciudad maritima muy bonita aunque ultimamente un poco cara.
Saludos”


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