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Monday 28 de January de 2008, 18:26:09
20-1-08 : Buscando fósiles en el Pantano de Sau
Tipo de Entrada: RELATO | 2 Comentarios | 7911 visitas

En compañía de Alba paso un nuboso día en el mermado embalse de Sau. Actualmente se encuentra al 23% de su capacidad por lo que es visible Sant Romà de Sau, un pequeño pueblo que habitualmente se encuentra bajo las aguas desde alrededor de 1960. Encontramos multitud de pequeños fósiles.

 

 

 

Una fotografía de la iglesia románica de Sant Romà de Sau publicada en El Periódico es la culpable de que hoy vayamos al conocido embalse, donde frecuentemente se practican la pesca, la navegación en piragua, la bicicleta de montaña o el excursionismo. No sólo yo he sido influenciado por los medios de comunicación, pues a lo largo del día los restos del pueblo que ha emergido de las aguas son visitados por numerosas personas.

 

Partimos temprano de casa, damos vueltas con el coche por Vic en busca del camino correcto, y sobre las diez de la mañana llegamos al lugar. Me sorprende que a tan temprana hora ya hayan más de diez coches estacionados en el lugar. Es un aviso de lo que está por llegar. Creyendo que vamos a disfrutar de un estupendo día soleado como lo han sido los anteriores, nos topamos con la ausencia del Sol y la presencia de una densa niebla típica de la región de Vic y alrededores. Unos guantes de lana me protegen las manos de la baja temperatura.

 

Donde habitualmente hay agua, ahora hay tierra; una especie de descampado por el cual caminamos hasta los restos de la iglesia románica de Sant Romà de Sau, datada del siglo XI. Llego con la ilusión de poder ascender hasta el campanario, pero el monumento se encuentra vallada por peligro de derrumbamiento. Junto al templo, visitamos los restos de dos antiguas casas cuyos muros resisten en pie pese a las cuatro o cinco décadas que llevan bajo las aguas del pantano. Por último, visitamos el cementerio, ubicado a mayor profundidad por lo que, según he leído, resulta dificilísimo de ver porque no suele emerger. Un hombre es fotografíado en el interior de un nicho por un amigo suyo. Sorprende que el club naútico se halla a unos cien metros del agua, las barcas deben de bajarlas por el “descampado”. Unas grietas en el suelo pantanoso falto de agua nos recuerdan a la típica imagen que se utiliza en la lucha contra la sequía y el cambio climático.

 

Después de comer unas ricas palomitas de colores, iniciamos la primera excursión del día. Consiste en un paseo por la periferia seca del pantano, por donde habitualmente hay agua. En un momento dado empiezo a encontrar unas “piedrecitas” con forma de lenteja pero de mayor tamaño. Las que están partidas por la mitad, a modo de amonites pulidas, presentan unos círculos concéntricos que me hacen pensar que deben de ser algún tipo de fósil, quizá de cuando la Cataluña interior era un mar; de eso hace muchos millones de años. Nuestro paseo se transforma de manera inesperada en una búsqueda de fósiles. Nos detenemos en lugares con piedrecitas en el suelo y fácilmente vemos y cogemos dichas “lentejas”, son numerosísimas. Vamos batiendo diferentes zonas de terreno. En una batida hallo una piedra con forma y tamaño de caracol, se le ven las marcas del caparazón. Parece ser el fósil más importante que hemos hallado, pues el resto son las numerosísimas “lentejas”. Alba cree encontrar otro caparazón pero dudamos que lo sea, no tiene las marcas que presenta el mío.

 

Una vez hemos cogido suficientes fósiles, continuamos nuestro paseo por la orilla del pantano, donde suele haber agua habitualmente. Hallamos piedras de mayor tamaño con numerosas “lentejas” incrustadas. Cada roca, de unos tres kilogramos, es una especie de masilla con decenas o centenares de fósiles. Suponemos que no deben tener un gran valor comercial o paleontológico pero siempre hace ilusión encontrar unos fósiles si no se está acostumbrado a ello, y el ser recogidos por nosotros en vez de comprados les da un valor especial. Fantaseo con que cuando llegue a casa ya tendré pasatiempo: limpiarlos, pesarlos y unirlos a mi pequeña colección de minerales.

También tengo ansias por preguntar a cierta persona entendida que me diga que son, esperamos que no sean simples piedras. Me informará de que se trata de nummulites, organismos unicelulares marinos que vivían en el Eoceno. Por tanto son un testimonio de que hace unos millones de años la Cataluña interior era un mar. Finalmente podemos afirmar que hoy hemos recogido caliza numulítica del Eoceno.

 

Los nummulites son un tipo de foraminífero. Concha de simetría bilateral rodeando la espira más joven a lás más viejas. La pared de la concha está calcificada y provista de finos poros. Del Paleoceno al Oligoceno. Europa, norte de África, Indostán, Centroamérica. Debido a su aspecto recibieron el nombre de numulites (del latín nummus=moneda). Son también formadores de roca (la pirámide de Keops está formada por caliza numulítica). Macroforaminífero. Se trata de seres unicelulares, formadores de concha, cuyo cuerpo se compone de protoplasma, el cual puede salir por orificios o forámenes de la concha. La mayoría de estas formas está limitada a la vida marina. Una gran parte de los foraminíferos viven en el fondo de las aguas, el resto se encuentra entre el plancton flotante. En una pequeña cantidad de roca se puede encontrar una gran cantidad de conchas.

 

El transporte hasta el coche es de locos. Portamos seis rocas que tienen en total veinte kilogramos de masa (unos doscientos Newtons de peso) según la báscula de casa. Alba lleva en los bolsillos unas doscientas lentejas que en total no suman más de trescientos gramos. Ella se ríe de mis pintas, pues voy con cuatro rocas formando una torre sobre mis manos, de haberlo sabido habría venido equipado con algunas bolsas. Por entonces ya hay multitud de personas para arriba y para abajo, entre el aparcamiento y la iglesia, una especie de Ramblas en la comarca de Osona. Por las miradas de alguno deduzco que no le parece muy cuerdo lo que hago, pero tampoco me importa.

 

Una vez tenemos los fósiles en el coche sacamos la mesa y las sillas plegables, la comida, la bebida y los “aperitivos” de siempre, con la intención de reponer energías. El Sol batalla con las diferentes formas en que está presente el agua en la atmosfera, pero a duras penas logra aparecer por momentos, aunque se agradecen pese a su fugacidad. El toque gracioso a la comida son las pajitas y las rodajas de limón que hemos puesto en la limonada de Alba y mi Coca Cola. Nos zampamos un riquísimo bocadillo de jamón de Jabugo, pueblo onubense donde se hacen buenos ejemplares de pata negra. La marca es “Cinco Jotas” y no es que nos sobre el dinero, sino que lo recibió la Alba en la cesta navideña de su empresa.

 

Ella se encuentra muy bien sentada, “reposando la comida”, pero aún me debe una excursión por lo que no se resiste mucho. Quiero aprovechar que las “cingleras” se han sacado la niebla de encima para intentar ascender hasta lo alto de las mismas, desde donde una vez en una barrufada de Madteam descendí junto a entreñables compañeros como Amunt, Jam o Mirlo. El problema es que aquella circular excursión con Tavertet como punto de inicio y final ya hace tiempo que se hizo y no recuerdo por que lugar descendimos de los precipicios. Caminamos por una pista en el interior de un solitario bosque hasta que ésta pasa a ser un sendero que no parece muy frecuentado. Las zarzas, matorrales y aspecto general me hacen sospechar que por allí no he pasado nunca. Hago un último intento por encontrar el sendero pero no logro saber por dónde se puede ascender hasta arriba de estas paredes verticales.

 

Así, en cierto sentido derrotado, y algo alicaído, emprendo el retorno con una felicísima compañera, que ya no tiene que ascender a ninguna montaña. Paseando por unas pistas poco frecuentadas, en el bosque, nos topamos con una construcción de piedra. Parece una ermita pero su ubicación es un tanto extraña: está en un remoto lugar del bosque. El hallazgo es la última alegría de la excursión y hace que la sensación de fracaso que padezco disminuya. Volvemos a coger las sillas plegables y nos sentamos, pero ya hace demasiado fresco y el Sol se oculta tras las montañas. Son las cinco de la tarde pero al encontrarnos en una especie de valle, encajonados entre varias montañas, se ha ido el Sol antes. Con los prismáticos contemplo una prominente montaña, llamada Les Agudes. No muy lejos se haya una achatada montaña, se trata del Matagalls. Llego a intuir la cruz con los binaculares.

 

Todo lo contado en este relato es lo sucedido hoy en el embalse de Sau. Una bonita y saludable forma de pasar un domingo: visitar unos restos históricos, recoger unos fósiles, hacer un pícnic, caminar por el bosque… y todo relativamente cerca de casa.

 

P.D. Te invito a visitar mi canal de Youtube Feliz Éxito aquí:  www.youtube.com/felizexito


2 Comentarios
Enviado por Mixi el Sunday 3 de February de 2008

“No encuentro la figura del hombre de la leyenda del pantano de sau.”
Enviado por Carbayona el Tuesday 11 de August de 2009

“Hola, me he mudado hace unos meses a Barcelona y buscando sitios en CAtaluña donde buscar fósiles, para continuar con la afición que tenía en mi tierra, he dado con este artículo, qué decir que los protagonistas me habéis dado bastante envidia con esa excursión tan apetecible, dime por favor, si sabes de más lugares donde pasar un día así, saludos.”


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