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Friday 18 de January de 2008, 21:02:36
Día 19: 29-12-07: Astorga – Foncebadón (1450m)
Tipo de Entrada: RELATO | 1 Comentarios | 1843 visitas

Donde se da fe de cómo queda atrás la llanura castellana y me adentro en las nevadas montañas de camino al Bierzo.

 

 

 

 

 

Aún no ha amanecido cuando me despido de los pocos peregrinos y del hospitalero. Pronto serán las ocho de la mañana, hará catorce horas que me acosté, cosa que me  ayuda a empezar con energía el día y a recuperarme algo de la posible gastroenteritis. Al partir no sé que será de mí hoy, hasta dónde llegaré o si me encontraré mejor que ayer; todo es una incertidumbre. Bajo la oscuridad de la noche paso por la plaza Mayor, donde está el Ayuntamiento, de bonita fachada. Símbolo de la ciudad son los Maragatos, dos autómatas que marcan las horas del reloj en el Ayuntamiento. Luego vienen el Palacio Episcopal de Gaudí (1899-1913, neogótico) y la catedral (comenzada en 1471), que no he podido visitar por encontrarme mal y pasar la tarde durmiendo. Atrás queda Astorga (Austurica Augusta), importante enclave de astures y romanos. En ella se cruzaban la Via Traiana (Burdigala-Asturica) con la Vía de la Plata (Emérita Augusta – Asturica), dos de las más importantes de la red viaria romana.

 

Le etapa teórica es de veinte kilómetros hasta Rabanal del Camino, pero debo intentar hacer todo lo que pueda para poder llegar a Santiago a pie antes de que finalicen mis vacaciones navideñas. Camino gran parte de la etapa junto a una carretera por la que no suele pasar ningún coche. Los pueblos por los que paso son Valdeviejas, Murias de Rechivaldo, Castrillo de los Polvaraces, Santa Catalina de Somoza, El Ganso y Rabanal del Camino. El único tramo alejado de la carretera aparece tras el albergue “Las Águedas”. Es el típico páramo leonés, una tierra alta, llana y habitualmente no cultivada sino destinada a la caza. De casualidad, veo a dos animales parecidos a los ciervos que me observan detenidos. Son más grandes que los rebecos del Pirineo y tienen el trasero muy blanco (me dirán que se llaman corzos). En un momento determinado cesan de mirarme para echar a correr hasta unos matorrales donde los pierdo de vista. La nieve y hielo presente en zonas sombrías da un toque invernal al paisaje y en ocasiones convierte la senda en resbaladiza.

 

En el Ganso me siento en un banco extenuado y cansado del peso de la mochila. Con gran esfuerzo llego hasta Rabanal del Camino. Como ya he comentado anteriormente, en este punto he recorrido veinte kilómetros y he pasado de los 800m a los 1100m de altitud. Los próximos cinco kilómetros y medio son de ascenso y llevan hasta los 1450m de altitud de Foncebadón, pueblo nevado ubicado en plena montaña. Pregunto a unos ancianos que cuánto puede haber hasta allí y como aún no son la una del mediodía me decido a continuar pese a encontrarme muy fatigado. El ascenso es continuo y lo hago por la carretera ya que la senda está nevada y sería peligroso y engorroso además de mucho más lento. El sufrimiento que padezco durante la subida no se puede explicar con palabras, así que desisto en intentarlo. Destacaré que una niebla muy densa mezclada con una fina lluvia constante a lo largo del tiempo y del espacio me tienen helado. Ascender por la sinuosa carretera sin ningún sitio donde descansar (todo está mojado), no ver nunca el final o estar en el reino de las tinieblas, son cosas que me hacen plantear la siguiente cuestión: ¿dónde me he metido?. Nada tiene que ver lo de estos días con los Caminos de octubre de 2005 (Roncesvalles-Logroño) ni de abril de 2007 (Logroño-León). Todo ello aumenta mi sensación de que debo de regresar a casa mañana mismo y reanudar el Camino en otro momento, cuando en vez de sufrir lo pueda disfrutar, cuando en vez de nieve y niebla haya sol, cuando en vez de soledad hayan algunos peregrinos a quien seguir.

 

Todo acaba por llegar, aunque poco más de una hora puede parecer toda una eternidad. Entrando al pueblo, los perros de un rebaño se me acercan a gran velocidad  emitiendo amenazadores ladridos. Foncebadón es un pueblo abandonado, aunque en realidad, según dicen, aún vive en él una señora de unos ochenta años. La ausencia de gente y la densa niebla unida a la nieve dan un toque fantasmagórico al pueblo. Si no hallo un lugar donde dormir en este lugar voy a tener problemas pues no me apetece nada ni dormir al raso ni continuar hasta el refugio de montaña de Manjarín, ya pasada la Creu de Ferro. La primera decepción es que el bar con albergue está cerrado “por reformas”. El parroquial también está cerrado, pero mi salvación llega: un albergue privado llamado Monte Irago es lo único abierto del pueblo fantasma. Se trata de un albergue ambientado con budas, cosas asiáticas, incienso, etc. Lo importante es que he encontrado un techo bajo el que dormir ¡y con calefacción! Su precio es siete euros, el más caro en el que habré estado alojado de todo el Camino de Santiago.

 

La hospitalera es alemana y no sabe español. Me pregunta si voy a comer o cenar y le digo que no. Hoy es el segundo día consecutivo que no pruebo alimento. Lo que sí hago es subir a la planta de arriba, donde está la habitación, y acostarme muy cansado. Antes, por cierto, he hablado junto a la chimenea con Carlos, un escultor en madera que realiza obras de temática jacobea. Abajo se escuchan voces: es el jefe del albergue con su familia. Más tarde llega Santiago, de Ciudad Real. Vamos a ser los únicos peregrinos que pasemos la noche aquí. Me cuenta que es de Ciudad Real. Hoy ha comenzado el Camino de Santiago en Astorga. No lleva credencial, ni información de las etapas o mapa del trazado. Le explico que estoy enfermo y que por eso descanso. Comentamos las duras condiciones meteorológicas de hacer el Camino en esta época, y del sufrimiento y la soledad que comporta. Le comento que mañana en Ponferrada quizá me vaya para Barcelona porque lo estoy pasando muy mal. He sufrido mucho estos últimos días en el Camino sin haber recibido muchas gratificaciones. Me alegro de dormir en un lugar calentito ya que me hallo en un pueblo fantasma nevado a 1450m de altitud en invierno. Descanso mucho durante la noche. Seguramente el estar tomando el jarabe desde ayer me esté sentando bien. Me gustaría tener las fuerzas suficientes como para afrontar lo que me echen. Que resurgieran en mí las habituales ganas de acometer caminatas. Volver a disfrutar de la vida a cinco kilómetros por hora dejando atrás el cansancio y decaimiento del enfermo.

 

 

 

P.D. Te invito a visitar mi canal de Youtube Feliz Éxito aquí:  www.youtube.com/felizexito


1 Comentarios
Enviado por Berto el Friday 26 de February de 2010

“Es una pena que no pudieses quedarte en el albergue parroquial. Es muy auténtico, los voluntarios que lo llevan si tienes suerte te hacen sentir la esencia del camino, su abrazo a la llegada, su abrazo a la despedida, la comida comunitaria contando anécdotas e historias. El camino de santiago es maravilloso. Un saludo”


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