Después del palizón de ayer bajo un sol de infarto entre Blanes y Sant Feliu de Guíxols, hoy estoy escarmentado y fruto de la experiencia vivida opto sabiamente por dejarlo estar para otro momento. Como me sabe mal irme para casa sin avanzar nada, emprendo la marcha con la ilusión de llegar hasta Palamós, final de la etapa, pero decido ir a la estación de autobuses en Playa de Aro, hacia la mitad, después de tan sólo unos diez kilómetros, en “uno de los días más calurosos de los últimos cien años” según el periódico de mañana.