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Friday 31 de July de 2009, 15:44:08
29-07-09 : Vía ferrata Regina ( pantano de Oliana )
Tipo de Entrada: RELATO | 5087 visitas

Durante la mañana de este cálido día realizo una de las vías ferratas más importantes de Cataluña, con multitud de escalones anclados a la pared, un pequeño puente tibetano, tres tramos de dificultad en aumento y unas espectaculares vistas sobre el pantano de Oliana. Añadir que tengo la suerte de no encontrarme con nadie, tan sólo con un enorme pájaro que echa a volar en cuanto llego a su posada, en lo alto de la aguja opcional.

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A las 03:50 de la madrugada parto de Badalona con la intención de iniciar al amanecer la vía ferrata Regina, junto al pantano de Oliana, en el municipio de Peramola, con la intención de evitar los rigores de el calor extrema que hay últimamente en las horas centrales del día. El madrugar también es una excelente opción de cara a vivir una aventura solitaria, sin gente en los alrededores, algo que embellece aún más nuestro contacto con la naturaleza y nos evita esperas innecesarias tras algún numeroso grupo de ferrateros. La verdad es que no he venido hasta aquí expresamente, si no que hago parada de camino a Andorra, a unos 140km de Barcelona y a unos 50km del país de los Pirineos. De ahí también que haya madrugado, ya que luego tengo que superar mil metros de desnivel hasta Estanys Forcats con saco de dormir, mochila pesada y comida.

 

El problema de ir por primera vez a un sitio con la única compañía de uno mismo es que puedes perderte, o no encontrar el camino adecuado en primera instancia, cosa que me sucede en gran parte porque apenas hay luz. Lo cierto es que al cabo de unos quince minutos de haber partido del coche, aparcado en el punto kilométrico 148 de la C-14 junto a la boca de un túnel, me hallo insólitamente en lo alto de la colina por cuyas entrañas pasa la carretera. Tan tragicómica ascensión no está mal del todo pues hay excelentes vistas sobre el pantano pues esta colina cae sobre él. Abriéndome paso entre la vegetación me dirijo hacia las grandes paredes, y de camino me encuentro con el sendero que debía haber cogido en un principio, en una especie de riera junto al aparcamiento. No he comentado que el acceso al mismo es imposible sin incumplir las normas de tráfico pues no hay acceso lícito alguno.

 

Hacia las siete de la mañana, después de la accidentada aproximación, me encuentro al pie de la vía ferrata junto a un ramo de flores que no transmite buenas vibraciones de cara a acometer las primeras paredes con grapas. Al ser el primer tramo el de menor dificultad de los tres, es el que tiene más papeletas para que uno se confíe, cometa un error y se accidente, así que extremo las precauciones desde un primer momento, en especial porque voy solo y no es plan de quedarme lisiado. Como son unas seis horas de itinerario, entre aproximación, vía ferrata y descenso (una parte del cual es equipado), espero estar de regreso en el coche antes de las 13h, algo interesante de cara a evitar las calores y las quemaduras en mi blanca piel. Como es habitual, al pie de la vía ferrata hay un cartel con el material necesario, las advertencias de que los instaladores no se hacen responsables de accidente alguno, y sus nombres: Josep Vergara, Verena Masius y Xavi Vidal. En la libreta de firmas de más arriba creo entender que la instalaron entre 1997 y 2004; si es así, el fruto del largo trabajo de siete años ha sido magnífico, y muchos jóvenes y mayores disfrutan y disfrutarán del mismo gracias a las tres personas que he mencionado.

 

El primer tramo tiene una duración aproximada de una hora, y en principio no presenta grandes dificultades, más bien al contrario, lo que no quiere decir que uno pueda relajarse ya que el patio va en aumento y hacen falta pocos metros para desnucarse. Son paredes verticales con una gran cantidad de grapas por las cuales uno puede progresar con facilidad a la vez que contempla con felicidad como va alejándose del suelo y tanto la carretera como los coches que pasan y el embalse van haciéndose cada vez más pequeños. Al final del mismo un cartel nos indica que a través de un sendero es posible descender, es decir, estamos ante la primera escapatoria. Un poco más arriba, antes de llegar al puente tibetano, a mano izquierda tenemos el acceso opcional a lo alto de una aguja, para mí recomendable. Son unos cinco minutos de vía ferrata que te llevan a un privilegiado mirador sobre el pantano, donde un gran pájaro de unos 1,5 o 2 metros de embergadura echa a volar con una especie de dedos en los extremos de sus grandes alas. Lo veré durante toda la mañana sobrevolando la zona junto a otro pájaro homólogo, quizá sean de esas especies que viven en pareja durante toda su vida.

 

Tras el regreso a la bifurcación acometo el paso del puente tibetano, de corta longitud pero bastante patio. Es muy sencillo de atravesar y en nada tiene que ver con el puente nepalí de las Baumes Corcades de Centelles. Aquí tienes pasamanos y apoyas los pies sobre unos metales mucho más anchos, donde caben perfectamente los pies al completo. De todas formas se trata de un fotogénico lugar que nos sirve para acceder a una gran pared repleta de grapas. Prosiguiendo por las mismas, sin dificultades aparentes pero aconojado por la altura, finalizo el segundo tramo, el más corto de todos. Hasta aquí son una hora y media teóricas de ferrata y hay un sendero señalizado que te lleva hasta el coche en cuestión de cincuenta minutos. Es el momento de enfrentarse al tercer tramo, de dos horas y media teóricas (4h en total), en cuyo acceso se anuncia la prohibición de seguir a los niños (no tienen las piernas tan largas como para acometer el Paso de la Fe) y dice el cartel: “tercer tramo, dificultad muy difícil, ¿estás preparado? Niños no”.

 

Este tercer tramo presenta dos extraplomos (desplomes) – el segundo optativo – pero para mí lo peor es el patio porque cuando estoy a ciertas alturas me entra el miedo al verme colgado de la pared con el vacío bajo mis pies. Hay una escapatoria señalizada como “escape delicado” que no parece muy adecuada por el pequeño patio pero sobre todo porque te metes en una zona sin estar asegurarado. Más tarde hay un flanqueo en el cual al ir mirando las grapas para poner los pies me va entrando el vértigo, mientras que en los tramos que voy hacia arriba pues no me entero de lo que hay abajo. En cuanto llega el primer extraplomo uno ya empieza a ver por qué catalogan este tramo como muy difícil, y es que no es lo mismo un desplome con el suelo a tus pies como el de Centelles, que hacerlo en plena pared con el miedo en el cuerpo. Superado el no excesivamente complicado desplome llega el famoso cambio de pared, con más de un metro de separación entre ambas; es el llamado Paso de la Fe, pues te has de dejar caer con la esperanza de que tu pie acabe en el escalón de la otra pared, y te quedas con las piernas abiertas con un pie en cada aguja. Aquí los niños no llegarían de un lado hasta el otro, ni lo hacen los dos mosquetones del kit de vía ferrata a no ser que uno de ellos lo enlaces a una cadena que han puesto que te permite separarte de la pared y llegar de puntillas a la otra.

 

Superado el Paso de la Fe hay que subir de nuevo otra pared a través de las grapas, en cuyo lugar se pueden tomar aérea fotos de los compañeros que están con las piernas abiertas en el Paso de la Fe, justo debajo del fotógrafo y con algo de patio abajo. Ahora aparece un escape “no delicado”, pero quizá ya no valga la pena retirarse a estas alturas, habiendo pasado lo más complicado. En el final de la vía ferrata hay una bifurcación señalizada: a la izquierda va el itinerario normal y a la derecha el original, que es precisamente el “muy difícil” por la presencia de un extraplomo. Me dirijo a la izquierda para observar la salida de la ruta normal y regreso a la bifurcación para acometer el itinerario original. El problema de este desplome es que cuando llegas a él ya llevas unas cuatro horas de vía ferrata y las fuerzas ya estan algo mermadas. Por otro lado, como ya he comentado antes, es más sencillo que el de Centelles pero aquí estás en altura y me da miedo. Lo pruebo sujetando las bagas con el brazo pero no me da confianza y lo realizo tal cual, de manera que una vez arriba me veo con que no llego a los mosquetones para hacer el cambio al siguiente fragmento del cable de vida. Tengo que bajar un poco y en precaria postura hacer el cambio de mosquetones. Seguidamente esta variante se une a la original a través de un sendero que lleva hasta el buzón con la libreta de firmas. Son las diez de la mañana y en el aparcamiento ya no está sólo mi coche, hay tres más, pero ni me alzancan ni les voy a ver durante el descenso. Después de dejar constancia de mi paso en la libreta, copio algunas cosas en mi folio de notas:

 

*No importa los años de la vida, si no la vida de los años.

 

*La próxima vez me traigo el arnés y el casco.

 

Esta última suena a broma pero hay fuentes que apuntan a que el joven que murió aquí en marzo no llevaba equipación alguna.

 

En general la gente se congratula al llegar aquí y deja constancia de su alegría de haber realizado la vía ferrata, pero he de decir que no hay que relajarse pues aún no ha acabado. Viene un pequeño tramo vertical que aún te hace suspirar y una vez arriba uno ha de tomar el sendero equipado Joan Nubiola. Sigue habiendo cable de vida, cadenas, grapas y tramos sin asegurar donde más vale no tropezar. A todo esto hay que añadir que ya descendiendo uno puede cambiar de chip, pensar en otras cosas, distraerse y sobre todo puede hacer acto de presencia el cansancio acumulado, que te puede hacer bajar la guardia y darte un susto. Por todo ello bajo con casi más precaución que subiendo hasta que acabo el sendero equipado y ya voy por una senda normal entre vegetación que me va a llevar hasta el aparcamiento. Tomo algunas fotos de las grandes paredes por donde transcurre la ferrata, siendo el puente tibetano una especie de hilo que une una aguja con una gran pared visto desde la distancia. Gracias a que he madrugado mucho, a las doce del mediodía llego al coche, y me evito las calores que hay a estas horas del mediodía. Qué gran idea ha sido madrugar. Ahora hacia Andorra, donde mañana ascenderé al Medacorba (2913m), a la Aguja de Baiau (2863m) y al Pico de Sanfonts (2885m), pero eso ya queda para el próximo relato. En tiempos de crisis siempre va bien amortizar los kilómetros y realizar en vez de uno, varios proyectos por el mismo precio de carburante.

 

P.D. Te invito a visitar mi canal de Youtube Feliz Éxito aquí:  www.youtube.com/felizexito




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