Después de haber estado en el Camino en otoño, primavera e invierno, esta vez toca probar suerte en la entrada del verano de un año jacobeo, con el fin de sintonizar con aquello que pretendo transmitir en mi primera novela, comenzada en marzo de 2006 y aún sin terminar de pulir. Las jornadas vividas pueden caracterizarse por el madrugón, el calor agobiante, las esperas en la puerta de los solÃcitos albergues, el contacto con personas de diferentes regiones del planeta y la vida en comunidad, que no comunitaria, como bien explica un profesor universitario de filosofÃa y religión en Virginia que peregrina junto a quince de sus alumnos estadounidenses, con quienes coincido a diario.
19-06-10 Llegada a Roncesvalles