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Estas en ExCuRSiONiSmO RoMáNTiCo FoReVeR Archivo de Relatos August 2010 25-07-10 : 20ª Escalada Al Campanario (la Garriga)
Thursday 12 de August de 2010, 09:33:04
25-07-10 : 20ª Escalada al campanario (La Garriga)
Tipo de Entrada: RELATO | 5587 visitas

Participación en la “20ª escalada al campanar” de la Garriga, consistente en ascender hasta lo alto del campanario de la Parroquia de Sant Esteve, unos veinticinco metros, mediante presas artificiales.

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En la villa termal de La Garriga, a los pies del Montseny, asisto a un curioso evento organizado por el Centre Excursionista Garriguenc: la vigésima escalada al campanario. Me acompaña el padre de Alba, y como espectadoras, ella y su madre. Acudimos al lugar hacia las 16:30, cuando el sol aún aprieta, pero más vale eso que llegar más tarde y alargar la espera. La acitividad está prevista entre las cuatro y las ocho y media, y según una noticia de VOTV asistirán cincuenta participantes, lo que da una media de unos cinco minutos y medio por persona.

 

Nada más llegar nos dirigimos al “speaker”, un señor de unos sesenta años del centro excursionista. Una vez avisada la chica que nos ha de registrar en la lista, continúa con sus comentarios de ánimo o de broma destinados al escalador o a sus familiares. Dado que además de la vía para mayores hay un pequeño rocódromo para niños pequeños, su atención va pasando de un lugar a otro, haciendo especial mención a las golosinas que esperan a los churumbeles en un cesto en lo alto de la instalación. ¡Sube un poco más, que así podrás elegir! Hay que decir que mucho caso no le hacen: a la que alargando el brazo hacia arriba pueden introducir la mano en el cesto y hacerse con una de las bolsitas de golosinas, su instinto les hace bajar hasta tocar suelo y comenzar a zampárselas.

 

Diría que tenemos el número de orden 6 y 7. Lo cierto es que no me esperaba tanta prontitud: dentro de dos personas ya me toca a mí. Será la primera vez que alcance lo alto de un campanario de esta forma. Hasta la fecha sólo he subido al de Castellfollit de la Roca y el de Sant Climent de Taüll (Vall de Boi), eso sí, a través de unas empinadas escaleras. Aquí los peldaños me los encontraré en la bajada. “Es más peligrosa la bajada que la subida”, me ha dicho el speaker sin falta de razón. Hacia arriba vas asegurado, mientras que al bajar, si tropiezas lo seguro es que rodarás escaleras de caracol abajo.

 

Para el ciudadano de a pie –no para el escalador avezado– resulta gratificante trepar por un campanario. Quizá sea una reminiscencia de nuestro pasado arborícola. Los movimientos torpes, irregulares, forzados, indican que me encuentro al comienzo. El casco firmemente fijado a la cabeza; el arnés soportando los ligeros tirones de cuerda del que me asegura desde arriba. El suelo se aleja, la gente espectadora se empequeñece, la ambulancia de soporte vital cobra su sentido. El corazón palpita fuertemente y las manos se aferran todo lo que pueden a las presas ante la sopresa de lo nuevo; ante la incertidumbre de lo inesperado.

 

Desde esta atalaya se divisa el mundo desde otro punto de vista. En el Passeig dels Til·lers la forma geométrica de la gente ha cambiado: son más redondos, menos verticales. Me contemplan con ociosidad. Alba sí tiene una tarea asignada: me toma fotografías desde las perspectivas que le he pedido antes de encordarme, para poder revivir en algún momento futuro lo que ahora siento. El speaker es un cachondo, en el sentido bromista del término. Dice que Alba está esperando que me pase algo para librarse de mí, que ya lleva mucho tiempo aguantándome. Me insiste en que toque la bocina, que está situada a media pared para quien quiera retirarse; la aprieto pero no suena; apenas un suspiro sonoro que se propaga débilmente en la dirección del viento. “¡Pon el pie en la ventana!” me dice en el paso más complicado, pero no hay manera, tiene una verja antipalomas que la hace impenetrable.

 

A partir de la mitad, una vez habituado, una danza mística te impulsa hacia las alturas. No te preocupas de donde colocar los pies y las manos, forma parte del mismo latir de tu corazón. Ni siquiera un huracán podría desprenderte de la roca; es el poder de lo indivisible. De repente, ¡ohhh!, sorpresa. No es a causa de una visita al bazar Miró; tampoco al Mediamarkt. ¡Yo sí soy tonto! ¿Quién me ha mandado distanciarme de tierra firme? La inseguridad del miedo corre por mis venas, la adrenalina se dispara. Apenas queda nada. El chico que me asegura ya es una realidad. Como los demás organizadores, viste una camiseta naranja al más puro estilo fresh banking del otrora tu otro banco. En ella se lee “20ª escalada al campanar”. ¡Salvado!

 

Nunca había tenido que realizar nada parecido para hacerme con una gorra. Con el recordatorio en la mano desciendo los ciento diez peldaños que me separan de la calle después de haber saludado al público congregado en el paseo tras sus aplausos. La mayoría de escalones, bastante estrechos y altos, forman una estrechísima y oscura escalera de caracol en la que uno puede retroceder a la Edad Media y tropezarse con Quasimodo vela en mano. Con quien no me topo al llegar abajo es con el padre de Alba, que a trompicones avanza por la pared siguiendo la alargada estela de presas artificiales. Como la realidad no existe, no me puedo imaginar lo que debe de estar sintiendo ahí arriba, nada comparable con los sentimientos que me hayan surgido a mí. Por fortuna, cada individuo es un mundo, y su mente llena de subjetividad aquello que percibe y siente, para transformarlo en unas sensaciones y emociones personales e intransferibles. ¡Bendita subjetividad!

 

P.D. Te invito a visitar mi canal de Youtube Feliz Éxito aquí:  www.youtube.com/felizexito




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