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Estas en » ExCuRSiONiSmO RoMáNTiCo FoReVeR » Archivo de Relatos » August 2013 » 27-07-13: Vallibierna (3067m) Y Tuca De Culebras (3062m) Desde Llauset
Friday 2 de August de 2013, 18:47:50
27-07-13: Vallibierna (3067m) y Tuca de Culebras (3062m) desde Llauset
Tipo de Entrada: RELATO | 2907 visitas

En compañía de Julio y de Manuel realizo una excursión circular desde el embalse de Llauset con el objetivo de ascender a los dos tresmiles de la zona, el Vallibierna y la Tuca de Culebras, separados por el conocido Paso del caballo. Nuestro itinerario, algo más largo que el habitual, consiste en acceder hasta el Collado de Llauset y desviarnos para coronar el Pico de Llauset (2902m). Una vez regresado al collado, encadenamos el ascenso a los dos tresmiles y de regreso, una vez pasados el Ibón Chelat y los Estanyets de Coma Arnau, en vez de regresar directos al embalse por el Estany Botornàs, rodeamos el Estany de Cap de Llauset y, tras superar un collado, nos plantamos en los Estanys d´Angliós, que rondan la decena. Tras un último collado, descendemos hasta la presa y finalizamos así esta bonita y completa ruta circular con dos nuevos tresmiles en el bolsillo.

 

Son cerca de las diez de la noche cuando llego con Julio y con Manuel hasta la presa del embalse de Llauset, situada a unos 2200 metros de altitud. Para ello hemos viajado en dos coches –Julio regresará mañana– desde el punto de encuentro, Manresa, hasta el pueblo de Aneto, a lo largo de más de tres horas. En este pueblo, situado junto a la N-230 entre los puntos kilométricos 142 y 143, es donde parte la pista apta para coches que hemos recorrido durante cerca de una decena de kilómetros, siempre en un entorno sorprendentemente verde, quizá por las abundantes lluvias de las últimas semanas e incluso meses. Un par de kilómetros pista abajo, nos hemos detenido en el Refugio de Llauset, pero no nos ha parecido que estuviera en buenas condiciones para pernoctar en él. Aquí arriba es donde los ocupantes de nueve coches, dos furgonetas autocaravana y una autocaravana de las grandes vamos a pasar la noche, siendo nosotros los últimos en tener que montar las tiendas de campaña mientras la mayoría ya está cenando. Una vez listas, cenamos con una increíble vista nocturna sobre unas aguas que se muestran oscuras y, tras ellas, el Vallibierna y la Tuca de Culebras dibujan su perfil sobre un cielo prácticamente oscuro. Esto nos sirve para mentalizarnos de cara a mañana y visionarnos hollando sus cumbres.

 

La noche, bastante ventosa, comienza a ceder a eso de las seis y media ante el impulso de la llegada del alba, lo mismo que hubieran hecho nuestras tiendas ante los azotes del viento si no las hubiéramos anclado bien al suelo. Como me adelanto a mis compañeros tanto en levantarme y desayunar como en desmontarla, aprovecho para acercarme con la cámara de fotos a los diferentes carteles que hay junto al aparcamiento y así tener algunas referencias de cara a este escrito. Sin duda, lo que más me llama la atención frente al improvisado camping son las señales que prohíben la acampada, aunque supongo que si uno monta la tienda al anochecer y la retira a primera hora, no debe de haber ningún problema al respecto. También me parece llamativo el ser bienvenido al Parque Natural Posets – Maladeta, pues son macizos que en mi mente suenan lejanos y que a causa de la niebla ni siquiera los llegaremos a ver. Respecto a este parque, que limita al este por la cabecera del Valle de Barrabés, el visitante es informado de que fue creado por las Cortes de Aragón en 1994 con el fin de salvaguardar sus valores naturales, su fauna, su flora, sus paisajes, sus formaciones geomorfológicas y de conservar y potenciar sus ecosistemas y garantizar el uso racional de sus recursos naturales. Ante tales intenciones, uno se pregunta, entre otras cosas: ¿A siete años del siglo XXI se le valoraba tan poco que aún no había nada que salvaguardar? Y el uso de sus recursos naturales hasta entonces, ¿no era racional? Sin duda inquietantes preguntas cuyas respuestas dicen mucho de una sociedad en cuanto a su sensibilidad por la naturaleza se refiere.

 

Aparte de suscitarme algunas cuestiones, los paneles informativos también me sirven para ponerme al día respecto a la geografía de la zona. Así, aprendo por ejemplo que me encuentro en el Valle de Salenques, situado en el extremo nororiental del Parque Natural anteriormente citado, además de estar en el término municipal de Montanuy, constituido por valles glaciares coronados de ibones, salpicados por prados de montaña ricos en flora alpina donde abundan las marmotas y los sarrios. También se me informa de que esta zona presenta un sorprendente bosque de hayas y abetos donde una gran variedad de pájaros (pinzones, carboneros, herrerillos, trepadores, pitos negros,…) encuentran su hábitat. Eso sí, queda claro según un mapa, que la zona de la presa del embalse queda fuera del parque natural y, por ende, de todas las prohibiciones que este conlleva, supongo que acampada inclusive.

 

Mi lectura de todos estos paneles queda interrumpida por la llegada de un microbús carente de pasajeros, detalle que rápidamente llama mi curiosidad. ¿Para qué habrá venido si no lleva a nadie? ¿Quizá haya una línea regular hasta aquí como en el cercano Valle de Vallibierna? Con la aparición de varios lisiados esta queda saciada: son algunos abandonos de la Gran Trail Aneto-Posets 2013 de 114km y 6650m de desnivel positivo acumulado que ha comenzado a medianoche. Uno de los participantes, incluso no puede caminar y es llevado hasta el vehículo en volandas por dos miembros de la organización. Resulta que nada más partir y cruzar un pequeño túnel, hay un avituallamiento. En él nos cuentan que a las nueve comenzará la Vuelta al Aneto 2013, de 62,3km y 3750m de desnivel positivo acumulado, a la vez que se está disputando, también, la ultra trail que a estas horas, como decía, ya cuenta con algunos abandonos.

 

Tras despedirnos de estos miembros de la organización, los dejamos junto a una ambulancia y multitud de garrafas de agua y piezas de fruta para emprender el rodeo al embalse. El Vallibierna y la Tuca de Culebras los tenemos enfrente, con un punto débil de cara a acometerlos bien visible que lleva por nombre Collado de Llauset (2865m) al que contra todo pronóstico nos dirigimos. Resulta que ahora, a última hora, se me ha ocurrido realizar la ruta circular en sentido horario, cambiando así el orden de los picos a coronar y desmarcándonos de la tendencia general, dejando por tanto el Vallibierna como plato fuerte para el final, una vez hallamos coronado la Tuca de Culebras. ¿El motivo? Poder escoger a la vuelta, según el tiempo que haga y las fuerzas que tengamos, si alargar la circular hasta los Estanys d´Angliós y así, además de recorrer más lugares y visitar más lagos, poder realizar una circular más amplia, en vez de comenzarla una vez rodeado todo el embalse y tener que volver a repetir este rodeo a la vuelta.

 

Este nuevo plan conlleva un previsible inconveniente que poco después de atravesar una pasarela metálica en mal estado y dejar atrás el desvío al Estany Botornàs podemos experimentar en nuestra propia piel: la dureza de subir directamente hasta el collado por el pedregal, sin duda más cómodo de realizar en sentido descendente. Fiel a mis impulsos montañeros, sucumbo ante la llamada de un pico discriminado por su estatura, el Llauset (2902m), que de medir un hectómetro más pasaría de ser un olvidado a formar parte de la ruta circular habitual. Medito si atacarlo directamente a través de un pedregal sin sendero y Julio, el más reacio, acaba accediendo, pero finalmente lo sopeso mejor y, como aún nos resta la mayoría de la excursión y nunca se sabe cómo puede cambiar la meteorología una tarde de verano en el Pirineo, descarto el subirlo por un lado y bajarlo por el otro. En vez de ello, opto por atacarlo directamente desde el collado, lo que resulta más sensato pero a la vez menos estético para mí.

 

Aunque no lo parece, dos horas han pasado desde nuestra partida cuando alcanzamos el collado de Llauset (2865m). Son las 9:10. Mientras Manuel nos espera, intento abrirme paso por su vertiente norte ante la falta de sendero seguido de lejos por Julio. Un pedregal bastante inclinado nos permite abrirnos paso hasta el cordal y acceder, satisfechos por nuestra primera cumbre del día, a lo alto del Pico Llauset (2902m), con grandes vistas hacia el embalse, la Tuca de Culebras y el Vallibierna. Desde que nos hemos levantado, grises nubes surcan el cielo veloces y el día no ha acabado de despejarse, por lo que nuestras vistas sobre el Aneto son nulas aunque debe de estar bastante cerca. El viento nos azota como ha hecho con nuestras tiendas durante la madrugada y no hago otra cosa que pensar en lo peligroso que debe de ser exponerse a él en la afilada arista que conforma el Paso del caballo, que une nuestros dos principales objetivos del día.

 

Con precaución deshacemos lo hecho, que incluye un pequeño destrepe por una zona de afiladas rocas, y nos reunimos con Manuel con la intención de ascender directamente a la antecima suroeste de la Tuca de Culebras (3026m) desde el collado, lo que implica descartar el sendero que rodea la cara oeste por la que vamos a progresar, en ocasiones haciendo gala de nuestra capacidad trepadora. El avance, carente de nieve, lluvia o hielo, no es dificultoso, aunque siempre hay que exigirse precaución y buen hacer si uno no quiere despeñarse. Julio parece ver la trazada óptima por lugares distintos a mí, pero cualquier alternativa válida. Manuel es el menos dado a las trepadas pero va bien y solo tengo que ayudarlo en un paso bastante expuesto en el que lo agarro del brazo. Una vez arriba, nos fotografiamos junto a un pequeño hito creyendo que estamos ante el primer tresmil del día, pero en realidad es la antecima suroeste (3026m).

 

Desde la antecima hasta la verdadera cumbre nos abrimos paso igualmente por terreno rocoso, pero ya siguiendo la ruta normal. Arriba se muestra, desafiante, el Paso del caballo, con un montañero que lo está superando a horcajadas, es decir, con una pierna en la vertiente norte y la otra en la sur, modo de progresión que sin duda da nombre a este afilado tramo de cresta. A estas alturas han dejado de escucharse las señales de alerta de las marmotas, conocedoras de que estos lares no son los suyos, los propios de especies cuyo instinto les lleva a la supervivencia, sino el de individuos que en busca de no se sabe qué se la juegan para hollar los lugares más altivos del Pirineo, en especial si estos superan la mágica barrera de los tres millones de milímetros de altura; ni uno más, ni uno menos. Y en eso estamos.

 

Nada más coronar la Tuca de Culebras (3062m), nos dirigimos hacia el Vallibierna con la celeridad propia del que no se fía del tiempo ante un día falto de sol y rico en niebla y viento. Esto último es un factor clave para que Manuel y yo decidamos no acometer el Paso del caballo, pues la sensación de seguridad ante las acometidas de sus ráfagas nos parece baja, a lo que hay que añadir la falta de cuerda que pasar por los pitones instalados y el miedo que tenemos ante el vacío. Julio, en cambio, sí se anima y le tomamos algunas fotos mientras lo atraviesa. En un primer momento, es más afilado y según nos cuenta, lo mejor es avanzar sobre él a horcajadas, cual jinete de un caballo de piedra seguro de sí mismo. Hacia la mitad, la roca se vuelve menos afilada y la mejor manera de progresar parece ser agarrándose a la arista y desplazándose por la vertiente norte, hasta llegar a una última parte de fácil avance. Cuando lo ha superado, me dirijo con Manuel al “sendero” que por la vertiente sur rodea el famoso paso. Este se abre paso por terreno descompuesto en el que un mal paso puede resultar fatal. Así pues, lo recorremos con precaución y buen hacer y una vez reunidos con Julio observamos como dos montañeros superan el paso. Un tercero nos dice que es la tercera vez que lo hace y que no lo va a volver a hacer, esgrimiendo que “no hay que tentar a la suerte”, antes de regresar junto a su mujer superándolo por cuarta vez. Nuestro turno, si acaso, será en un día soleado, sin viento, o en una ocasión en la que podamos realizarlo encordados. Hoy va a ser que no.

 

A un tiro de piedra de este paso se encuentra la cima del Vallibierna (3067m), que coronamos con la alegría y la satisfacción del que cumple su objetivo. Son las 10:45. Como el ambiente continúa hostil, no nos entretenemos mucho y nos dirigimos por el cordal hacia la antecima este del Vallibierna (3038m), siempre con un gran patio a ambos lados de la cresta. Nos cruzamos con los que vienen de la zona del Ibón Chelat a la que nos dirigimos, incluso con un grupo que lleva a varios niños, algunos visiblemente poco motivados por la excursión y quizá más afines a las redes sociales o la PS3 y afines. Una vez alcanzada, al poco de bajar, bajo la niebla, se abre un nuevo valle con el Ibón Chelat y los Estanyets de Coma Arnau. A estos últimos no tardamos en llegar gracias a que el fuerte desnivel lo vencemos en sentido contrario a los que ascienden al Vallibierna, quienes diríase que avanzan a ritmo de tortuga y nosotros al de una liebre en comparación. Si bien ellos trazan lazadas, nosotros tomamos los típicos atajos de descenso. No parece haber un único camino y más abajo, en un terreno formado por rocas más grandes, se encuentran hitos en diferentes direcciones que van a parar, se elija la que se elija, a los lagos.

 

De camino al Estany de Cap de Llauset, nos vemos inmersos entre participantes de la Vuelta al Aneto. La pendiente es bastante pronunciada y el terreno está húmedo, por lo que intentamos no patinar ante lo pisada que está la tierra. Unos “corredores” nos adelantan pero no acaban de dejarnos atrás; supongo que si uno ha de aguantar 62,3km y 3570m de desnivel positivo acumulado, es cuestión de tomárselo con calma y más que correr, lo que hace es disimular que corre, al menos los que no ocupan las primeras posiciones sino que compiten consigo mismo y su único objetivo es terminar la prueba. Sobre el mapa, calculo que si en vez de seguir con los corredores hacia el Estany Botornàs y el embalse y así completar la circular típica, nos dirigimos hacia los lagos y el refugio de Angliós, alargaremos la excursión en una hora aproximadamente, resultado a todas luces erróneo pero que conduce a la aprobación de mis compañeros. Resulta que, si bien la mayoría de mapas de Editorial Alpina están a escala 1:25.000, este, el del Parque Natural Posets – Maladeta que he tomado prestado en la biblioteca, es 1:40.000 y las distancias, y por tanto el tiempo, son casi el doble. Hasta llegar a casa, en cambio, no caeré en este detalle.

 

Para llegar al Estany de Cap de Llauset hemos de emprender una subida hasta él, lo que sabe mal teniendo en cuenta que por la ruta normal ya todo es bajada. De todas formas, en esta zona no hay nadie y eso se agradece. Peor sabe, si cabe, tener que remontar desde el lago una pendiente hasta alcanzar un collado.  Una vez sudado para alcanzarlo –ya no hace viento y sí mucho calor– nos encontramos con un sorpresa: las grandes vistas sobre un nuevo valle con los Estanys d´Angliós. Se trata del Collet dels Estanyets y su descenso, de unos doscientos metros de desnivel, tiene un gran nevero que oculta en su mayor parte el GR-11, lo que nos obliga a avanzar por donde consideremos más adecuado. Esto nos lleva cerca de media hora. El primer lago, cercado por la nieve, lo rodeamos por una zona de bloques de piedra. Junto a la orillo del segundo, a las 13:30, paramos a comer. Entonces confirmo que el agua está helada y que he cargado con el bañador y las gafas de bucear para nada.

 

Con el buche lleno nos dirigimos hacia los últimos lagos, donde nos percatamos de que si queremos visitar el refugio d´Angliós tendremos que dar un rodeo, cosa que hacemos. Se trata de una bonita cabaña de madera con capacidad para cinco o seis personas, con mesa y bancos  y una idílica ubicación en pleno valle y en las proximidades de uno de los lagos. Una pareja francesa que ha puesto a secar en el exterior la ropa lavada nos pregunta si nos vamos a quedar a dormir y les decimos que no, que solo hemos venido para ver cómo está y tenerlo en cuenta de cara al futuro. A Manuel le gustaría pernoctar aquí si tuviéramos el saco, pero no es el caso, así que emprendemos el ascenso hacia un nuevo collado, la Collada d´Angliós (2432m), hacia el que Julio se ha dirigido sin venir hasta el refugio. Son más de doscientos metros de desnivel y a estas alturas de la excursión y a esta hora del día se hacen muy pesados.

 

De camino al collado, nos cruzamos con participantes de la Vuelta al Aneto. Creo que tienen hasta las seis de la tarde para llegar, por lo que deben de ser de los últimos. Es una tortura psicológica esta tercera subida extra, pues de haber continuado por la ruta típica no habríamos vuelto a emprender ascenso alguno y hace ya rato que estaríamos en el coche. Julio tiene cerca de cinco horas hasta Olot y no quiere “llegar a las diez de la noche”, pero la elección ya está tomada y no hay nada que hacer; toca pasar calor. Una vez arriba, avistamos el túnel que conduce al aparcamiento y tenemos vistas aéreas sobre el embalse y la presa. En el cielo se acercan amenazantes nubarrones grises y descendemos a toda velocidad. Los últimos participantes de la Vuelta al Aneto, un trío, le dicen a Manuel que han de llegar antes de las seis y le espetan: “¿Cómo lo ves? Jodido, ¿no?”. Como no sabe hasta dónde han de llegar en las tres horas que les restan, no les responde y estos se alejan seguidos de cerca por el que hace de escoba.

 

Una vez perdido el desnivel, llegamos al acceso al túnel que conduce al aparcamiento, donde los voluntarios están desmontando el avituallamiento que ocho horas y media antes, a nuestra salida, estaba repleto de agua y fruta. Manuel les pregunta si le pueden dar un poco del preciado líquido y una vez rellenada la botella entablamos conversación con la escoba que ha llegado hasta aquí, quien se está comiendo un bocadillo tras haber sido relevada en este punto por un compañero. Julio, a su vez, está ya en el coche preparándose para la partida y a las 15:30, cuando llegamos, le deseamos un buen retorno y nos despedimos de él. Por motivos personales no podrá acompañarnos mañana a nuestra excursión por el Valle de Besiberri, pero se va satisfecho de la excursión realizada. Nosotros, por nuestra parte, bajamos a dormir al refugio guardado de Conangles, pues la previsión de tormentas para esta tarde y noche, que se va a materializar en lluvia y granizo, no invita a una nueva noche de acampada. Damos, por tanto, por concluida la experiencia montañera por hoy satisfechos de haber alcanzado la Tuca de Culebras y el Vallibierna y además haber coronado el olvidado Pico Llauset sabiendo, no obstante, que hay muchas cimas por subir y poco tiempo para ello. En la selección, pues, estará la clave. La de hoy, sin duda, ha sido todo un acierto. 

 

P.D. Te invito a visitar mi canal de Youtube Feliz Éxito aquí:  www.youtube.com/felizexito




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