Tuesday 28 de July de 2015, 17:19:46

Ascensión al Puigpedrós (2914m), los dos picos de Engorgs (2818m y 2827m) y la Tosseta de l´Esquella (2871m) desde el refugio de Malniu pasando por el Estany de Malniu y regreso desde el circo de Engorgs a través del Estany Llarg, los Estanys dels Minyons y el refugio Joaquim Folch i Girona, siguiendo el GR-11 hasta el punto de partida.

Acompañado de Droguero me dirijo a la Cerdaña a través del túnel del Cadí y una vez llegado al pequeño pueblo de Meranges enlazamos con la pista forestal apta para turismos que conduce al refugio de Malniu (2139m), en cuyo aparcamiento debe abonarse una tasa de tres euros por estacionar el coche que se destina a la limpieza y mantenimiento de las instalaciones del área del Pla de Tartarés, la regulación del tráfico y la vigilancia de la zona de los lagos, según se informa en el recibo. Hacia las nueve y media de la mañana, una vez calzadas las botas y puesta la mochila, partimos no en dirección al Puigpedrós, cuyo ascenso directo apenas son dos horas, sino hacia el Estany de Malniu (2250m), a media hora de distancia siguiendo las marcas blancas y amarillas del sendero 119 de la Cerdaña. Una vaca resguardada a la sombra de un árbol nos observa impertérrita, quizá enferma, mientras cada uno sobre una roca del lago, nos inmortalizamos con el modo de disparo automático de mi cámara, con la mala fortuna que de vuelta a cogerla una roca no está bien fijada al fondo y acabo cayendo bocabajo junto a la orilla y me incorporo magullado de rodillas y mano y dolorido de las costillas. ¡Empezamos bien!

El Estany de Malniu es un lago bastante grande y bonito en pleno bosque de alta montaña. Decidimos rodearlo por completo y, si se tercia, encontrar una zona de baño óptima. Se trata de una tranquila zona para acampar –habrá pensado una familia francesa que tiene plantada la tienda junto al agua, aunque como les pille algún agente forestal igual les cae una denuncia al estar en la vertiente española. Cerca, a la altura de una roca aislada junto a la orilla, nos descalzamos y nos refrescamos, además de tomarnos algunas fotos en nuestra isla desierta cual robinsones pirenaicos. Se está bien pero pronto retomamos la marcha. Temo que a la tarde nos pille la tormenta que hay prevista. Quien nos ha cobrado el aparcamiento me ha dicho que ayer llovió por la tarde y la anterior también. Siguiendo con el rodeo, llegamos a una zona de prado en la que una roca vertical llama mi atención y junto a la que también nos retratamos. Si bien la muralla que cierra el lago por el norte, formada por el Puig Farinós (2571m) y el Pedró de la Tosa (2687m), es altamente tentadora, tengo idea de ir después del Puigpedrós  al circo de Engorgs, así que la dejo para otra ocasión, si es que la hay, y emprendemos directamente la subida al collado situado junto al Roc de la Llosa, inicio del Serrat de les Perdius Blanques. El sentido de orientación primero, y unos hitos después, nos llevan tras una fuerte subida al pequeño collado, en el que dejamos la mochila para coronar la primera cumbre del día, el citado Roc de la Llosa, con vistas aéreas sobre el Estany de Malniu.

Son las once cuando tomamos rumbo directo, ahora sí, hacia la cumbre del Puigpedrós por el Serrat de les Perdius Blanques, en un primer momento entre pinos negros o abetos y después, pasado el más osado, situado a gran altura, un prado salpicado de piedras o, según se mire, un mar de piedras parcheado de hierba. Dicen que se trata de un tramo monótono, pero no me lo parece; ni siquiera dura mucho. Conforme ganamos altura, aumenta nuestro cansancio pero también el panorama que podemos divisar; además, la cercanía de nuestro objetivo nos invita a continuar. Antes, no obstante, accedemos a una segunda cumbre del día, el Pic de les Molleres del Puigpedrós (2752m), apenas perceptible, en el que coincidimos con un señor venido de Manresa que hace más de veinte años que no corona la cumbre. Solo nos falta cruzar el Planell de Campcardós, un prado con algunos surcos de agua en el que hay que vigilar no meter la pata hasta el fondo, y encarar el último tramo de subida al cono cenital del Puigpedrós, que con sus 2914m de altitud, es el techo provincial de Gerona así como la tercera montaña más alta de la Cerdaña. Un excursionista que dice haber partido de una estación de esquí cercana nos toma una foto junto al vértice geodésico. Ni el viento ni la entrada de nubarrones del norte invitan a demorar la partida. Así pues, corono la cumbre secundaria, que David rodea, y emprendemos el descenso al collado que nos separa del circo de Engorgs: la Portella de Meranges (2633m).

De bajada al collado un grupo de unos seis o siete jinetes sigue nuestros pasos, cual salidos de una película del oeste. Una aguja impresionante se alza en territorio francés desafiando a quien la mira con deseo; se trata del Roc Colom (2686m), cuya ruta normal, la arista noreste, está catalogada como III+ y, por si fuera poco, una cresta la une a la cumbre del Peiraforca (2647m). Este segundo pico sí es escalable a pelo, tras una canal herbosa y una trepada final sencilla, pero como nos sucediera antes con otras dos cumbres, lo descarto pues mi objetivo es ir a por los picos del circo, comenzando por los Pics de Engorgs, de 2818 y 2827m de altitud. A por el primero y más bajo partimos nada más alcanzar el collado. Son algo menos de doscientos metros de desnivel pero qué palo, viniendo de más arriba y ahora tener que volver a subir. David, a su ritmo, tarda un cuarto de hora más que yo y, dado el viento que sopla, acabo por ponerme incluso la chaqueta sobre el polar. Mapa en mano reconozco las montañas andorranas más cercanas y el collado trifronterizo, donde se unen España, Francia y Andorra. ¡Qué valles más solitarios y salvajes! Entre las grandes rocas que forman la parte cenital comemos resguardados del viento. Cada vez hay más nubes en el cielo y tengo la sensación de que nos estamos quedando solos aquí arriba. De hecho, no nos vamos a topar con nadie en todo el cordal.

Son las tres de la tarde cuando tras un pequeño descenso y la subida pertinente, alcanzamos el segundo pico de Engorgs, el más alto. La siguiente montaña, la Tosseta de l´Esquella (2871m), tiene una mayor altitud y Droguero ya no quiere ir a por ella. Mientras que él emprende el descenso hacia el Estany Llarg, yo me acerco a ella. Lo que parecía la cumbre no lo es: está como a medio kilómetro prado adelante. Al trote la alcanzo y, antes de regresar con David, me asomo a lo que queda de circo: el collet de Sant Vicenç, una montaña sin nombre en el mapa Alpina y la Portella de Engorgs (2696m), por donde el GR-11 me permitiría bajar a los lagos si hubiera venido solo. De nuevo al trote y tras un rápido descenso, me uno a David, y acabamos de bajar hasta el Estany Llarg, en el que alguno de los jinetes se está bañando. En vez de regresar hacia el coche, ascendemos hasta un lago cercano y luego hasta los Estanys dels Minyons. En uno de estos, nos volvemos a descalzar y nos bañamos. Si bien el agua no está fría, está nublado y el viento no invita a mojarse más que hasta las rodillas. David, que está en calzoncillos, se está quedando tieso. Unos senderistas extranjeros me preguntan por el collado del GR-11 y les enseño el mapa, antes de emprender el regreso aunque, al poco, me desvío a un pequeño lago de aguas gélidas, quizá por estar a la sombra durante parte del día. Es guapísimo. ¡Qué agua más cristalina!

David, que reemprende el descenso mientras acabo de calzarme, se extravía y acabamos llegando al refugio libre de la FEEC Joaquim Folch i Girona pedregal a través. Un cartel indica que nos separan ochenta minutos del refugio de Malniu. Se trata de seguir el GR-11 en todo momento –o las marcas azules de la Ruta dels Estanys Amagatso las blancas y amarillas del sendero 102– pero, aunque sobre el mapa parece ser más o menos un flanqueo, en la práctica cuenta con pequeñas subidas y bajadas que, unidas a las ocho horas que llevamos de excursión, nos retrasan sobremanera. David anda bastante cansado y le voy esperando en cuanto encuentro sombras. ¡Qué calor que pega ahora! Una francesa de unos sesenta años nos avisa de que nos aguarda un tramo un poco peliagudo en el bosque de Corniols, tiene toda la pinta que afectado por algún alud. Valle abajo, llegaríamos al Pla de Campllong y al pueblo. La verdad es que se nos hace eterno. Cuando por primera vez divisamos el refugio a lo lejos, se nos antoja como un oasis en medio del desierto: parece mentira que ya lo tengamos ahí. Aun así, tardamos más de lo que parece. Pasado el Estany Sec y la zona de acampada, lo alcanzamos.  Son las siete y media de la tarde, ¡hace diez horas que hemos partido! Sin duda nos vamos con la sensación de haber aprovechado nuestra primera visita a la zona y, esperemos, no última. ¡Seis cumbres más en el bolsillo! 

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