No es necesario desplazarse hasta el África Oriental para plantarse ante un paisaje evocador, digno de toda la admiración que le podamos mostrar. Aunque jamás se haya encontrado leopardo alguno en estas nieves, escurridizos habitantes del bosque han dejado impresa su huella en el manto nival, mas no en el imaginario colectivo.
Por lo visto, últimamente la meteorología está empeñada en revelarse contra el llamado calentamiento global, terminología que los medios de comunicación han puesto en boca de todos. En estos días de intenso frío y nevadas, la naturaleza parece revelarse haciendo gala de toda su magnificencia ante el osado humano, amaneciendo vestida de nieve allí donde comúnmente suele mostrarse con un verde tapiz por estas fechas.
Como humildes personas que amamos a las montañas, y por extensión, a la naturaleza, no podemos evitar caer rendidos ante el encanto de las blancas montañas, de su pureza, grandeza, belleza y perpetuidad. Sabemos que, como los diamantes, no son para siempre, aunque a nuestra escala temporal así lo parezca. Los primeros se convertirán en carbono grafito, la forma alotrópica termodinámicamente estable, mientras que las segundas darán lugar a nuevas formaciones geológicas, siempre que para entonces aún continúe existiendo nuestro estimado planeta.
Dejémonos llevar hacia las alturas; hacia las altas -y no tan altas- cumbres, donde podamos sentir la libertad del viento, la felicidad del alma, la pasión por lo que hacemos; Propiciemos que el espíritu indómito que llevamos dentro se avive con cada día que pasa, evitando que se diluya víctima de todo tipo de obligaciones y preocupaciones.
Seamos seducidos por la fascinación de un nuevo paisaje ante nosotros, como náufrago que despierta sobre la arena de una isla desierta. Hagamos aquello que Daniel Defoe, Ernest Hemingway, George Mallory y otros tantos ya no tienen posibilidad de hacer, pues como todos sabemos, no se encuentran físicamente entre nosotros. Descubramos nuevas islas desiertas; busquemos nuevos leopardos en las nieves; y, sobre todo, sigamos ascendiendo a las montañas porque están ahí.
Escrito el 16 de diciembre de 2008.
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