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Wednesday 31 de May de 2006, 00:00:00
La Teresina: aventura en las alturas ( 26/05/06 )
Tipo de Entrada: RELATO | 1 Comentarios | 4361 visitas

Junto a Japallas, Jordi, Sigrid y Fredi, realizo por primera vez la vía ferrata más antigua de Cataluña, llamada Teresina, y situada en el Parque Natural de la Montaña de Montserrat. Con ésta, completo las dos vías ferratas existentes en el macizo, siendo la de hoy la más difícil y larga de las dos.

Fotografía que hago desde Santa Cecilia. La cima de la derecha es la aguja de Santa Cecília, antiguo final de la vía ferrata más antigua de Cataluña
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Fotografía que hago desde Santa Cecilia. La cima de la derecha es la aguja de Santa Cecília, antiguo final de la vía ferrata más antigua de Cataluña
Fredi, Sigrid, Japallas y Jordi en la cima de la aguja de Santa Cecilia, contemplando el paisaje.
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Fredi, Sigrid, Japallas y Jordi en la cima de la aguja de Santa Cecilia, contemplando el paisaje.
La cumbre más alta del macizo de Montserrat. El último paso de la vía ferrata es saltar la valla de seguridad.
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La cumbre más alta del macizo de Montserrat. El último paso de la vía ferrata es saltar la valla de seguridad.

Estamos a viernes 26 de octubre de 2006. Tras un par de meses de inactividad montañera, hoy he quedado con Japallas, Jordi, Sigrid y Fredi, para hacer la vía ferrata llamada  la Teresina, en Montserrat. Hemos quedado a las ocho y media de la mañana, en la ermita de Santa Cecilia, situada en la falda de la montaña, al pie de las imponentes paredes de la cara norte de Montserrat. Larryak y Nicky querían venir, pero no pueden llegar hasta las diez, de manera que hemos dejado el encuentro con ellos para otra ocasión.

Parto de casa pronto, a las seis y media, para evitar el tráfico intenso de un día laborable en los alrededores de Barcelona. A las siete y media llego al aparcamiento de Santa Cecilia. Viniendo, he reconocido a lo lejos la Gorra Frígia. Tras estacionar, me dirijo al pequeño mirador a contemplar el paisaje, ya que dispongo de una hora hasta que lleguen mis compañeros de excursión. Hay flores primaverales, pajarillos cantando, y un intenso olor a vegetación.

Desde el mirador observo como toda la parte baja de la montaña es un mar de niebla, de manera que me quedo sin las vistas panorámicas de la parte baja de la montaña y los alrededores. A lo lejos, una isla sobresale del mar de niebla. La isla que diviso en el horizonte es la parte alta del Parque Natural de Sant Llorenç de Munt, concretamente la cima llamada ?La Mola?, característica por su edificación en la misma cima, visible a muchísimos kilómetros. Las vertiginosas paredes de la cara norte de Montserrat, se muestran a estas horas en todo su esplendor. El cielo está completamente azul, no hay ni una mísera nube, ni rastro de niebla a estas alturas.

Hace tres días, en la Semana del Montañismo de Badalona, el ?hombre del tiempo? de Televisió de Catalunya, en su charla sobre Meteorología y Montaña, nos explicó que cuando a primera hora de la mañana veamos en la parte baja mucha niebla, quiere decir que será un día de buen tiempo. Esta apreciación, me sirve para predecir el tiempo de hoy, y acertar, ya que va a ser un día muy soleado y caluroso, sobre todo si se está practicando una actividad física como es el excursionismo en nuestro caso.

El Cavall Bernat, un monolito con mucha historia, y el más mítico del macizo, es bien visible desde Santa Cecilia. También la aguja de Santa Cecilia, y las paredes vecinas, por las cuales transcurre en parte la vía ferrata que nos disponemos a hacer hoy. Regreso desde el mirador a la ermita, con la intención de visitarla. Como suponía, está cerrada. Saludo a un hombre, el único ser humano presente en la zona aparte de mí, y me quedo hablando con él hasta que aparecen mis compañeros.

Se trata de un hombre de mediana edad, del cual no recuerdo su nombre, pese a que se lo he preguntado. Dice ser de Manresa y venir a relajarse. Cuando he llegado en el coche, y ahora al volver del mirador, le he visto ?moverse? de manera extraña, haciendo unos movimientos de alguna técnica de meditación o de reflexión. Al llegar yo, ha dejado de realizar los movimientos. Le señalo que monolito es el Cavall Bernat, ya que no lo sabe. También le enseño mi cámara digital, por la que está interesado, ya que no sabe como son las cámaras digitales. Mientras hablamos, llega un coche al aparcamiento. Se trata de Jordi, Sigrid y Fredi.

Voy a saludarles, y al poco rato, justo a las ocho y media, llega Japallas, el cual parece tener programado el coche para que le deje en Santa Cecilia a las ocho y media en punto. Ya estamos los cinco en el aparcamiento, solo falta que nos equipemos y partamos hacia la vía ferrata. Ellos cuatro son mucho más mayores y expertos que yo. Tres de ellos tienen alrededor de 65 años, de los cuales uno ha subido 35 veces al Aneto, es el llamado Fredi. Fredi es el único al que conozco hoy, pese a haber oído hablar de su afición a subir al Aneto con las visitas de familiares y amigos que recibe en un camping de Benasque.

Les regalo unas revistas desnivel que cogí en la 21ª Semana del Montañismo de Badalona, la cual se ha celebrado esta semana en el teatro principal de Badalona. En la primera sesión, vino Daniel Ramírez, y nos explicó cosas sobre la meteorología, y su relación con el montañismo. En la segunda, sentado junto a Tonimd y a otras personas de MadTeam ( Dave, Waldo, Eowyn ), Eloi Callado, pasa diapositivas sobre aperturas invernales. Una persona que no conozco, me pregunta si soy Zodiaco, y resultan ser amigos de Flx y a la vez uno de ellos el padre de la amiga de una hermana mía. Con este grupo, estoy en la tercera sesión, en la cual Christian Ravier, descendiente directo de famosos escaladores, pasa diapositivas sobre su padre, su tío, y los viajes de él a Taghia, en Marruecos. Hubo sorteo de lotes de material de montaña y libros sobre ella al final de cada sesión.

Ya con el equipamiento puesto, formado por casco, guantes,  arnés y kit de vía ferrata, nos dirigimos hacia la Canal de Sant Jeroni, tras despedirme del hombre de Santa Cecilia.  Me ha pedido el teléfono para salir un día de excursión. Ellos llevan cosas colgando, como cintas expreses y ochos, y yo no. Mi ocho me lo olvido en el coche, y todavía no tengo ninguna cinta exprés, las cuales no forman parte de la equipación básica de un ferratero, pese a que a veces pueden ser bastante útiles. A las nueve de la mañana, llegamos a la Font de la Teula, situada en la parte baja de la canal de Sant Jeroni, y a cinco minutos del aparcamiento de Santa Cecilia.

Comenzamos a subir por la canal, la cual es la utilizada para llegar a la cima llamada Sant Jeroni caminando. Así lo hicimos unos meses atrás, entre otros, Jordi, Sigrid y yo, pero partiendo desde Monistrol de Montserrat, en una excursión de más de mil metros de desnivel entre el punto inicial, un pueblo al pie del macizo, y Sant Jeroni, el punto más elevado del macizo. Comenzamos fuertes, en vez de seguir por el sendero, subimos una pared de unos diez metros de altura con la ayuda de una cuerda fija, ignorando el sendero alternativo que evita la entretenida subida.

Continuamos subiendo por la canal, la cual presenta como siempre un aspecto lunar, debido a la lluvia torrencial que hubo hace cuatro o cinco años. Hay un tramo equipado con un cable que da más seguridad al subir pegados a la pared y con una buena caída a nuestra derecha. Todo lo que comienza, acaba, y llega el momento de finalizar nuestro avance por el sendero, señalizado con marcas de pintura roja, y comenzamos a seguir las marcas de pintura azul que nos van a llevar al comienzo de la vía ferrata.

Es importante no pasarse en este punto, ya que no presenta ningún cartel, y si siguiéramos subiendo, luego tendríamos que volver a bajar. La pista a tener en cuenta, es un conjunto de grandes paredes típicas de Montserrat que aparecen en la canal. En ese punto, a la izquierda de esas agujas continúa la Canal de Sant Jeroni, mientras que a la derecha está situada la Canal del Pou de Glaç, a la cual hay que ir.

Comenzamos a subir por la Canal del Pou de Glaç. Les pregunto si hay algún pozo de hielo en la canal, dado su nombre, pero me dicen, que al menos ahora, no lo hay. Estoy deseoso de que lleguemos al comienzo de la vía ferrata, a través de la cual alcanzaremos el punto culminante del macizo. Una cadena muy gruesa nos ayuda a superar una pequeña pared de unos tres metros de altura. Fredi comenta que es la cadena del barco con el que Colón llegó a América.

Más adelante vuelve a haber un tramo entretenido, con cuerda fija y cable. Progresando por la Canal del Pou de Glaç llegamos a la parte equipada por Joaquim Olmo para rapelar. A partir de aquí, además de llamarse Canal del Pou de Glaç, el tramo equipado recibe el nombre de Canal del Mejillón. Ahí mismo, a la derecha, comienza la vía ferrata, de manera que no hay que entrar a la Canal del Mejillón. La Canal del Mejillón puede utilizarse para regresar al coche rapelando. Japallas ( Jose ) y Jordi inspeccionan el comienzo de la Canal del Mejillón. Yo también me asomo, es una brecha estrecha. Tras ver que sí está equipada, la dejamos atrás y comenzamos a realizar la deseada vía ferrata.

La Teresina es la vía ferrata más antigua de Cataluña. En un principio, hasta hace unos años, finalizaba en lo alto de la aguja de Santa Cecilia, visible desde el aparcamiento. Entonces, se debía bajar rapelando, si no se quería regresar deshaciendo la vía ferrata, con el problema de los posibles encuentros con ferrateros que estén subiendo. Más tarde, se equipó la bajada desde la aguja, y una segunda parte, que permite llegar hasta la cima de Sant Jeroni, punto culminante del macizo.

Los tiempos estimados son, aproximadamente, dos horas el tramo original, y una hora y media extra hasta Sant Jeroni. Añadiendo una hora de descenso, y veinte minutos de aproximación, se obtiene que en teoría son necesarias cinco horas. Nosotros emplearemos aproximadamente el tiempo estimado teóricamente. La vía ferrata esta catalogada con una dificultad de muy difícil. Tiene el aliciente de ser La Teresina, y por tanto una vía ferrata de especial encanto, alejada de los estándares habituales.

Una primera pared de unos diez metros de altura nos recibe. Parece fácil, y lo es, pero no debemos olvidar que estamos en una vía ferrata, y por tanto, introducimos los mosquetones en el cable de seguridad. Tras superar el tramo de cable, éste pasa a ser una cadena, y aparece el primer gran obstáculo. Se trata de una gran roca, bajo la cual hay un hueco por el que debemos de pasar. En mi posición de farolillo rojo del grupo, debo esperar a que uno a uno vayan superando el tramo, el cual parece tener bastante miga tras pasar por el hueco, por el tiempo que emplean para ello.

Tras la espera, me llega el turno, y paso por el hueco con ganas de ver que hay al otro lado. Me encuentro con dos paredes, una a la izquierda y otra a la derecha. Debo de ir a la de la izquierda, haciendo una posturita, y después hacer un cambio de pared. Cinco escalones de metal, de los que hay habitualmente en la vías ferratas, están colocados para lograr superar esta primera gran prueba que nos pone la vía ferrata. Los cinco escalones, no están colocados en posición habitual, ni mucho menos, ya que ni están el uno encima del otro, ni están colocados cada uno en horizontal, sino que el lado largo está en dirección al suelo, y hay que pisar el lateral corto del escalón.

Tras superar el tramo del hueco, subimos por una canal sencilla de unos pocos metros, y tras dar unos pasos por un sendero horizontal, nos presentamos ante el famoso puente de piedra, situado en la zona más aérea de la vía ferrata.  Se trata de caminar en horizontal por una roca de unos cinco metros de longitud, el llamado, puente de piedra, con el vacío a mano derecha. Se aprecia Santa Cecilia y el aparcamiento en pequeñito, a vista de pájaro. Pero el puente es solo el principio, lo peor es lo que le sigue, una pared con una caída de más de un centenar de metros.

Comienzan a pasar por el puente Fredi y Sigrid mientras los otros tres esperamos. Fredi nos da ánimos, con la frase: ? aquí hi ha una timba que no vegis ?, que viene a decir que como te caigas para abajo te matas. Con mis compañeros superando la pared, es el momento ideal para tomar magníficas fotos, ya que aparecen rozando el cielo, avanzando por la pared. Le toca el turno a Jose, y tras pasar por el puente, comienza a subir por la pared. Hasta aquí, he ido el último de los cinco, y ahora adelanto a Jordi, colocándome en penúltima posición, para que me haga alguna foto en la pared, junto al vacío.

Al caminar por el puente de piedra no paso miedo. Se trata de caminar unos cinco metros atado a un cable que hay en el suelo, junto a un precipicio de decenas de metros de altura. Al final del puente de roca, se llega a una pared muy expuesta, con más de un centenar de metros de caída. Miro para abajo, y entre eso, y el tramo poco fácil que tengo ante mí, paso un poco de miedo. Al comienzo, los escalones me hacen avanzar en diagonal, cosa más difícil que lo típico de subir en vertical, cuando están colocados unos encima del otro. Para más inri, el cable de vida pasa por el interior de algún escalón, y hay que hacer el cambio de los mosquetones en una situación muy expuesta.

La diferencia que he ido viendo durante las ferratas que he hecho, me dice que los tramos horizontales y diagonales, los hago con más miedo si hay una buena caída porque por la manera de avanzar veo la caída que hay, mientras que cuando se trata de subir en vertical como es lo habitual, no veo lo que hay bajo mis pies.  Tras el pequeño tramo en diagonal, los escalones pasan a estar colocados uno encima del otro, como es habitual, a modo de escalera. El cable de seguridad pasa por dentro de algunos escalones, de manera que hay que hacer el cambio con los mosquetones para continuar subiendo.

Voy ganando altura por la pared, Al y al completar la pared y salir a terreno plano, pero no seguro, veo a Jose, Sigrid y Fredi en un sendero, al otro lado de un pequeño cresteo que debo de hacer. A la izquierda sube una pequeña canal de la cual dice Jose que ha leído que puede ser una opción para evitar hacer el tramo aéreo del puente de piedra y la posterior pared expuesta. Recorro la aérea cresta asegurado a la cuerda que hay en el suelo, y esperamos a que venga Jordi, que está el último. Cuando está punto de superar la pared,  veo como va apareciendo, hasta que la supera y crestea hasta nuestra posición, y continuamos reagrupados, estando yo de nuevo en la última posición.

Tras el obstáculo del hueco, y la aventura del puente y la pared, ahora toca relajarse caminando tranquilamente por un sendero. Jordi va delante, y el sonido que hacen sus dos cintas expreses y el ocho al chocar entre sí parece el sonido de las campanillas de las cabras. Tras comentárselo, se abre un debate en el grupo, sobre el nombre de la pequeña cabra de Heidi. A mí me suenan varios nombres, pero me los tiran al suelo. El primero es Copito de Nieve, y Jose me dice que ese era el gorila blanco del Zoo de Barcelona, ya fallecido. Otro que se me ocurre es Campanilla, y resulta que es el Hada de Peter Pan, según comentan. Copito blanco no parece ser nadie, aunque tampoco acierto, ya que según fuentes ajenas a la excursión, el nombre de la cabra de la famosa serie de animación japonesa es blanquita.

La última subida antes del desayuno, es de unos veinte metros. Al comienzo es una cuerda fija, gracias a la cual llegamos al cable de vida al cual nos aseguramos. Los siguientes metros son una trepada por la pared, que tiene buenas presas, y hay incluso una serie de escalones más adelante. Unas vistas panorámicas acompañan la parte final así como al salir por la parte superior de la pared, tras ser superada ésta. La ermita románica que tanto me gusta, se ve diminuta, y los coches nuestros, Micromachines. Jose me enseña su casa, que se ve a lo lejos, y dice que le han visto en la cima de Sant Jeroni desde su casa con prismáticos alguna vez.

Mirando al horizonte vemos el Pedraforca y los Pirineos. El único pico con algo de nieve es el Puigmal, el cual presenta poca, al menos visto desde tantas decenas de kilómetros de distancia. Aquí comienza un corto sendero que transcurre entre vegetación, cosa que aprovechamos para desayunar a la sombra, tras estar durante toda la excursión bajo un intenso sol y un calor sofocante. Una vez sentados, y desayunando, apreciamos como estamos en una ubicación peligrosa, como dicen las palabras de Jordi: ? Això no sembla massa segur ? ( esto no parece muy seguro ). Y es que sobre nosotros hay un trozo de pared que parece que se vaya a desprender en cualquier momento.

Jordi come todo tiempo de frutas (manzana, plátano) mientras Fredi reparte caramelos con sabor a café. Retomamos la marcha, y el primer obstáculo que nos encontramos es una pared de unos tres metros de altura equipada con escalones de metal. En esta pared, el cable vuelve a pasar por el interior de algún escalón. La pequeña pared es el acceso a un flanqueo horizontal y algo aéreo, aunque no me da miedo. Tras el reinicio de la marcha vuelvo a tener el orgullo de ir el último de todos, de manera que en las fotos que hago aparecen todos menos yo.

El flanqueo, de unos ocho metros, tiene escalones horizontales para agarrarse con las manos, mientras que los pies se colocan en la pared. Es fácil de avanzar, aunque seguro que con unos pies de gato te puedes adherir mejor a la pared. Les pregunto si se pueden utilizar pies de gato para hacer vías ferratas, y me dice Jose que en algunas son incluso recomendables. En la parte final del flanqueo hay unos escalones para los pies ya que la pared se vuelve algo más complicada.

Tras el flanqueo viene una subida que únicamente tiene el cable de seguridad, en la cual Sigrid comenta varias veces ?Cuidado, piedra?, lo que quiere decir que viene alguna piedra hacia los que estamos abajo. Es un terreno de tierra y con vegetación. Yo voy el último y ahora estoy unos metros alejados del resto debido a que me acabo de parar a tomar anotaciones, y Jordi me dice que me acerque, que cuanto más lejos esté de ellos más velocidad a más velocidad me impactará cualquier piedra que me pueda caer encima.

Llegamos a una pared vertical que es la típica vía ferrata, gracias a los doce escalones colocados uno encima del otro. Desde la pared se ve la Canal de Sant Jeroni, y en ella hay gente subiendo por el sendero. Nos miramos mutuamente, en la distancia. Les grito ?nos vemos en Sant jeroni?, pero no va a ser así, ellos deben de llegar mucho antes que nosotros. La cosa está animada, ahora viene otra pared, esta vez con trece escalones, y tras ella, el cable de seguridad se bifurca. A la derecha está la cima de la aguja de Santa Cecilia, a unos cinco metros, y a la izquierda, un pequeño collado o brecha, por llamarlo de alguna manera, entre dicha aguja y el monolito vecino.

Subimos hasta la cima, que era el final de la antigua vía ferrata. Se ven unas impresionantes paredes verticales al otro lado, son parte de la cara norte del macizo, famosa por su verticalidad. Un montoncito de piedras es nuestra única compañía, así como un cielo azul despejado, una calda impresionante, y buenas vistas. Son las once de la mañana, hemos empleado dos horas desde que hemos comenzado a subir por la Canal de Sant Jeroni. A lo lejos se ve la cima de Sant Jeroni, que se presenta como una aguja situada entre otras muy cercanas. Bajamos a la brecha entre este monolito y el vecino, y Jordi se dispone a bajar por ella.

La estrecha canal, no estaba equipada en la antigua ferrata, ya que terminaba aquí todo el equipamiento que no fuese para rapelar. Ahora hay un equipamiento, pero es muy difícil bajar únicamente con su ayuda. Tras un rato, Jordi consigue descender los quince metros que hay aproximadamente de descenso hasta el sendero. Unos primeros diez metros son verticales, en una brecha, y de difícil bajada utilizando únicamente al principio el cable de vida, y habiendo después alguna pequeña anilla para apoyarse. Después hay unos cinco metros de descenso andando hasta el sendero.

La decisión que se toma es bajar rapelando. Jose prepara el rápel con una cuerda de veinte metros. Anuda los dos extremos y lanza la cuerda, mientras abajo Jordi comprueba que ésta llega hasta una posición segura. Jose es el primero es descender rapelando. Ahora me toca el turno a mí. Yo he hecho algún rápel, pero no me acuerdo mucho, y Fredi se encarga de supervisar desde arriba mi bajada. Me pregunta ? ¿dónde tienes el ocho? ? , y le respondo: ? en casa o en el coche, no lo sé ?.

Junto a la cuerda sube el ocho de Jose, que ha sido el primero en rapelar. Uno el ocho a mi mosquetón de seguridad, y es el momento de ir a la brecha y dejarse caer, cosa que me da miedo. Mientras Jose me hace fotos desde abajo, voy rapelando. La brecha es tan estrecha que la mochila se golpea continuamente con una pared de detrás.  Me he asegurado con los mosquetones además al cable de vida, y debo hacer uno o dos  cambios con los mosquetones mientras rapelo. Durante el rápel, Fredi dice que ponga los pies planos en la pared y a la altura de la cintura ya que tiendo a tener una postura más vertical debido a que ir sentado me da miedo porque parece que me vaya a caer hacia detrás.

Me engancho con el mosquetón a uno de los anillos que hacen la función de escalón, y me suelto del ocho y por tanto de la cuerda. Termino de bajar por el equipamiento, y los últimos metros caminando. Ha sido de momento el tramo que más guerra ha dado, pero aun falta la temida chimenea final. Sigrid, y posteriormente Fredi, rapelan, y comenzamos a caminar por un sendero. Tras unos metros de caminar, a mano derecha encontramos las instalaciones que se utilizan para descender rapelando, y que sobre todo eran utilizadas antes de que existiese este tramo que nos va a llevar a Sant Jeroni.

Desde aquí hasta la chimenea final prácticamente todo es caminar por sendero . Hay algunos tramos de terreno rocoso y otros con algún cable de vida, pero no tienen aspecto de vía ferrata, es como un paseo tradicional por Montserrat. Es una vía ferrata muy atípica, que huye del modelo de pared vertical con innumerables escalones de metal, uno encima del otro. No me la imaginaba así. La chimenea final, dista años luz de cómo me la he imaginado todo este tiempo, ya que desde antes de hacer mi primera vía ferrata ya quería hacer ésta, y he leído mucho sobre el tema.

La chimenea es una brecha estrecha y alta, de unos treinta metros de altura. Yo creía que era algo expuesto, y en cambio al llegar a ella me encuentro encerrado entre dos paredes, sin nada más abajo que el sendero sobre el que estoy de pie, y en donde la única fobia que se puede sentir es la claustrofobia. La gran batalla contra la vía ferrata está a punto de comenzar. Hasta ahora, la montaña ha ido tonteando con nosotros, sabiendo de antemano, que con los hierros y cuerdas que han instalado estaba derrotada de antemano. Ahora, en cambio, hay una primera pared encajonada que tiene bastante tela aunque no lo parezca.

Sigrid es la primera persona en intentar superar la pequeña pared, y fracasar. Intentando subir el muro empieza a caer, y Jordi la sujeta por un pie, y yo por el otro, frenándole la caída. Se desengancha de la cadena y lo intento yo. Hay que subir a pulso gracias a la ayuda de una cadena, o apoyándose con la espalda en una pared y con los pies en la otra, siendo ésta la técnica que utilizan los escaladores para subir por chimeneas sin necesidad de tener que buscar presas. No me cuesta mucho superar la pared, creo haber hallado la clave, una presa muy buena para colocar el pie y dar el estirón final desde una buena posición. Tras subir el muro, de unos cuatro metros, lo hace Jose, quedándose para ayudar a los demás.

Avanzo unos metros por la pared hacia la chimenea final, que está aquí cerca, y observo desde las alturas la lucha entre mis compañeros y la Teresina. Sigrid sube mientras Jose, asegurado, le da impulso hacia arriba unido a su kit de vía ferrata, y además cuentan con la ayuda de la cinta exprés unida a la cadena. Más tarde, Fredi y Jordi superan el muro, y tras los pocos metros de ir por la pared, teniendo abajo el sendero encajonado bajo el muro, llegamos a la pared que nos encierra, y que hace finalizar el sendero. Estamos entre tres paredes, es la llamada chimenea, y arriba, un cielo azul nos recuerda que ahí arriba, a pocos metros, está la gloria.

El comienzo de la chimenea está equipado con unas clavijas pequeñas, en las cuales duele tener el pie apoyado. Entonces Jose me dice que por qué no me quedo sentado, y le hago caso quedándome colgado de la cuerda en posición de sentado. No me gusta nada dejar mi vida pendiente de un hilo, ni de un conjunto de ellos. Las clavijas, más arriba, pasan a ser escalones semicirculares, no rectangulares. Yo voy el primero desde que he superado el muro, y voy a ser el primero en salir al exterior.

Avanzamos cerca los unos de los otros porque es una zona en la que es fácilmente desprender una piedra. Tras los escalones, viene un tramo final de tierra suelta, que se desprende al ir avanzando con el mosquetón unido al cable de vida, que está colocado en el suelo. Así, va cayendo sobre los de abajo algo de tierra pese a que no tiramos nada con los pies, ya que vamos con cuidado de donde pisamos. Cuando hay para elegir, caminamos sobre terreno rocoso fiable, evitando el terreno de tierra suelta.

La poca luz y la buena temperatura de la chimenea finalizan en el momento en el que salgo al exterior, bañado por una radiación solar intensa, un calor sofocante, y el cielo azulado que tenemos el placer de contemplar hoy. Unos pasos entre vegetación me separan de la valla del mirador de la cima de Sant Jeroni, que con sus 1236 metros de altitud, significan el final de una vía ferrata, así como la coronación de un macizo.

El cable de vida está unido a la valla, y para saltarla, me he de desenganchar los dos mosquetones. Entonces Jose me dice que muy mal, que he estado sin asegurar. Le pregunto que como voy a saltar la vaya sin desatarme, ya que el mosquetón no cabe en los barrotes metálicos que forman la valla, y me enseña el truco. Se trata de utilizar una de las dos extremidades del kit de vía ferrata, se pasa el mosquetón por debajo del barrote, se trae hacia aquí por encima de éste, y se introduce la cuerda dentro del mosquetón. Parecía imposible, pero si que es posible, ya he aprendido algo nuevo del gran maestro Japallas.

Poco a poco van apareciendo los que faltan, y saltan la valla. Damos por concluida la vía ferrata, y nos felicitamos. Subiendo, le decía a Jose que al estar aquí ya he hecho todas las vías ferratas de Montserrat, ya que solo hay dos, pero me había dicho que no, que aun no la había terminado. Ahora ya lo puedo decir. El único contacto humano ha sido a lo lejos. Aquel avistamiento de gente subiendo por el sendero de la Canal de Sant Jeroni, y dos parejas que he visto llegar a lo lejos, a la aguja de Santa Cecilia, desde la chimenea mientras esperaba a mis compañeros.

Cuenta una leyenda humana, que cuando hay gente aquí en el mirador, al cual suelen subir muchos excursionistas y algunos turistas, se sorprenden mucho al aparecer desde la vía ferrata equipado, te miran como si fueses un extraterrestre, y hasta te hacen fotos. Hoy al llegar, no ha habido nadie, pero acercándose un hombre, se ha quedado parado al vernos, o quizá esté descansando y haya aprovechado para pensar ¿de dónde habrán salido esos de ahí arriba?

El hombre en cuestión, es bastante corpulento, y estadounidense. Nos hace una foto al grupo y nos pide que le hagamos una a él. Cuando se la van a hacer, le digo a Jose que le diga si quiere salir con él, por si quiere salir con un escalador, y Jose me dice que como va a querer? Al terminar de decirlo, cuando le van a hacer la foto al señor, se acerca a Jose y quiere que le hagan la foto con él. Me pongo yo también, y Sigrid hace lo mismo, y nos hacen una foto a los cuatro con la cámara del turista, y hasta repetimos con mi cámara. Nuestros rostros viajarán al otro lado del Atlántico para ser mostrados a sus familiares y decir ?mira con que locos me encontré allí?. Nuestras aventuras serán conocidas en América.

Con la tontería, me coge, y me hace una foto a mí sólo, con el paisaje de fondo, ¿ será que le han gustado las vacas alpinistas, campistas, escaladoras, naturistas, excursionistas y matadas, que aparecen dibujadas en la camiseta turística que me compré Made in Camprodon ? Llegan un hombre, con un perro que no es tonto, y una mujer. El perro está estirado a la sombra del monumento que hay en la cima. El turista pide una foto en lo alto del monumento, en esos momentos debe de estar rozando los 1240m, un estadounidense está por encima de todos los humanos presentes en muchas decenas de kilómetros a la redonda.

A las 12:40 hemos llegado a la cima, habiendo salido del coche poco antes de las nueve. Mis compañeros comienzan a descender, y yo visito, para seguir con la tradición, el pico situado a muy pocos metros, con un vértice geodésico en su cima. Es un pico rodeado de barrancos, y como de costumbre, paso miedo. Tras la ración típica de miedo, echo a correr pendiente abajo por las escaleras, y en la ermita de Sant Jeroni están mis compañeros esperando.

Bajamos por la canal de Sant Jeroni, la cual tiene mucha pendiente, y es un terreno propicio para los resbalones y las caídas. Hay una especie de competición, a ver quien cae más veces. Jordi inaugura el marcador, luego Fredi y Jordi juegan a asustarnos, cayendo uno hacia un barranco y tirándose el otro detrás para sujetarle, aunque lo que les salva del terraplén de unos diez metros es la vegetación que ?antes no había?. Tengo el honor de llegar al coche sin estrenar el marcador, en tan macabra competición.

La bajada es propicia para las conversaciones, ya sea para hablar de un par de ellos que tienen setenta tortugas de especie protegida en casa, y que necesitan más alimento que ellos mismos, o ya sea de la diferencia de edad entre tres de los componentes del grupo, y yo. Mientras ellos están entre las 63 y las 67 primaveras, aproximadamente, yo aun no he cumplido el cuarto de siglo. Me dicen que podrían ser mis bisabuelos, y les digo que no, ya que tienen menos edad que mis abuelos. Pero Sigrid hace cálculos, y sí que sería posible. Si comparásemos la experiencia montañera, muchas generaciones nos separarían, más o menos las que hay entre el hombre de Neandertal y el Homo Sapiens.

Tras beber algunos de ellos agua en la Font de la Teula, con conversa sobre los minerales en el agua, el Isostar, y las diarreas incluida, nos dirigimos a Santa Cecilia, llegando a las 14:05 , tras más de cinco horas de aventuras, en las cuales ha habido algún momento de gloria, miedo, riesgo, risa, y sobre todo , mucho excursionismo y compañerismo, pese a las diferencias en el ? número de Anetos ? entre miembros del grupo, ya que hay quien va por la número 35, y hay quien ni siquiera ha pisado jamás la provincia de Huesca, siendo este último el escritor del presente relato.

En resumen, ha sido una jornada entretenida, en la cual he hecho por fin la deseada vía ferrata Teresina, y ahora ya sé de que se trata, pues la idea que tenía de ella era muy errónea, no parece ser una vía ferrata estándar. Ha habido momentos de gran interés y entretenimiento, como el paso del puente de piedra y la posterior pared, el rápel desde cerca de la aguja de Santa Cecilia, la lucha contra la chimenea final, o los contactos con una persona de la otra punta del Planeta, con la cual el destino, y sobre todo nosotros, ha hecho que coincidamos, por primera y por última vez?

 

P.D. Te invito a visitar mi canal de Youtube Feliz Éxito aquí:  www.youtube.com/felizexito


1 Comentarios
Enviado por Made In el Saturday 10 de January de 2009

“Te has fijado que:
1240m
12:40h

Hay mensaje subliminal/oculto?
;-)

Bonita història, especialmente divertida porqué he estado en estos sitos.
Salud!”


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