Realización de la vÃa ferrata Baumes Corcades con Pratenc, Jordi y Sigrid. Yo la hago por tercera vez, Jordi por 14º vez y Sigrid por 13º. Javier, que hasta la fecha ha realizado las Damas y la Teresina, la hace por primera vez. Cabe destacar que hace aproximadamente tres meses fue abierto un nuevo tramo con una variante fácil y otra muy difÃcil. La táctica a seguir es aparecer en la salida de la variante fácil, descenderla y ascender por la difÃcil, haciendo asà las tres opciones posibles: las dos nuevas y la antigua.
[+] click para ampliar Zodiaco escribe en la libreta de la vía ferrata bajo la atenta mirada del maestro Jordi, en su 14º realización de esta vía ferrata en el último año |
[+] click para ampliar Zodiaco (izq) y Jordi (der) en la variante muy dificil del nuevo tramo |
[+] click para ampliar Zodiaco en el flanqueo y Jordi en el tramo vertical final de la variante muy dificil del nuevo tramo |
[+] click para ampliar Sigrid en un extraplomo en su 13º ascenso de esta vía ferrata en el último año (no ha tenido mala suerte) |
Érase una vez un paraje natural en donde alguien decidió instalar una vía ferrata. Como resultado surgió una especie de gincama vertical; una vía ferrata completa, variada y cercana a Barcelona. Cuatro montañeros decidieron perder una mañana de sus vidas en los alrededores, coronando el Turó de Puigsagordi a base ir superando todo tipo de obstáculos, entre ellos una gran pared, varios desplomes, un interminable flanqueo y más de una escalera metálica.
A las siete y media de una mañana calurosísima de finales de octubre, Pratenc recogía a Zodiaco en una rotonda llamada Potosí, ubicada en un mundo formado por asfalto, cemento, hormigón, ladrillo, humos, ruidos y un sinfín de modernidad. La caminata desde Badalona hasta Barcelona le había servido al joven Zodiaco de pequeño calentamiento y para ir haciendo boca. Poco tardaron ambos, a bordo de un vehículo que les transportaba sin apenas cansarse, en llegar a la población de Centelles, en donde a las ocho y media coincidieron con los maestros: Jordi y Sigrid.
Los dos discípulos se dirigían hacia el inicio de una gran pared rocosa con la mejor compañía posible: los dos maestros sumaban 27 ascensiones al Turó de Puigsagordi a través de la vía ferrata en el último año. En cambio, Javier no conocía la vía ferrata aún y Zodiaco la había realizado dos veces en un mismo día, por cierto, día en que conoció a Jordi y a Sigrid.
Ante aquel escenario natural, varios actores habían comenzado a trepar por la pared. Algunos llevaban casco, otros no. También los había con casco de ciclista. Los cuatro protagonistas de la historia iban bien preparados, aunque no siempre había sido así. Los apaños de épocas de iniciación habían quedado en el olvido, aunque fueron desempolvados del baúl de los recuerdos tras contemplar a varios ferratistas, había cada uno por allí aquella mañana…
Habían comenzado a las nueve a trepar gracias a las numerosas grapas metálicas del primer tramo. Iban ganando altura a una velocidad vertiginosa. Javier lo pasaba un poco mal, quizá debido al subconsciente; en su última y segunda ferrata, la Teresina, había sufrido un percance del cual aún se dolía. Sea como fuere, el primer tramo, vertical, fue superado sin apenas dificultad, abriendo el grupo Sigrid, seguida por Jordi. Entre Jordi y Zodiaco se encontraba Javier, protegido por ambos lados. A zodiaco le seguían varios ciclistas y varios sin techo, perdón, sin casco.
Discutiendo sobre la opción del puente, llegaron al inicio del segundo tramo, y optaron, acertadamente, por dejarlo para otra ocasión debido a la espera que había para realizarlo: más de una hora. El segundo tramo era un infinito flanqueo. Por mucho que avanzaban, no lograban dejarlo atrás. Sigrid era la primera, seguida de Jordi. Más atrás, el dúo Javier-Zodiaco iba a menor velocidad. Zodiaco se ofreció a ceder su tercera posición a Javier, pero éste no aceptó a ocupar el tercer cajón del podio. El más jovenzuelo se hizo con la libreta de la vía ferrata y dejó reflejada la presencia del pequeño grupo, a la vez que Jordi, retrocediendo en el tiempo de una manera tan simple como pasando hojas, nos enseñó lo escrito en su última ascensión, el mes pasado.
Mientras los cuatro protagonistas continuaban desplazándose horizontalmente, el pueblo de centelles cada vez era más visible a vista de pájaro. Un campesino, con su quema, estaba llenando el cielo de humo de manera espectacular. El espacio y el tiempo siguieron su curso, y llegó un momento en que la bifurcación apareció. Mientras que Jordi, Sigrid y Javier optaron por continuar por el tramo antiguo, Zodiaco, tan curioso como siempre, descendió por el tramo nuevo hasta el inicio de las dos nuevas variantes de ascenso, encontrándose de camino a una pequeña serpiente tomando el sol. El acceso a las nuevas variantes de ascenso era un pequeño descenso de unos cuatro metros, con un escalón escondido, y un largo flanqueo por la cinglera.
Zodiaco tuvo que retroceder a gran velocidad por un terreno que le parecía poco fiable, debido a la presencia de derrumbamientos recientes. Ascendió los cuatro metros, sí siendo visible desde abajo el escalón escondido, y ascendió por el tramo antiguo. Apareció en una zona llana con vegetación, viendo a lo lejos a sus tres compañeros, y les dio alcance. En una zona de césped pararon a almorzar, con vistas al pueblo de Centelles bajo la montaña, y junto a un pequeño escorpión que había encontrado Sigrid bajo una piedra. Tras el almuerzo, continuaron caminando hasta llegar a la salida de la variante nueva muy difícil. Jordi y Javier escondieron las mochilas en la maleza y el grupo se dirigió hasta la cercana salida de la variante nueva fácil.
Sigrid optó por no bajarla, mientras que Pratenc, Jordi y Zodiaco sí la bajaron. Tenía un trozo de roca natural, otro de grapas y hasta una escalera metálica. Una vez abajo, Javier volvió a subir por la variante sencilla y tras ir a buscar la cámara fotográfica a la escondida mochila, se situó con Sígrid en privilegiado lugar, desde donde se veía muy bien la nueva variante de graduación muy difícil. Zodiaco le dijo a Javier que tomase apuntes de lo que veía para así hacerlo la próxima vez. Jordi y Zodiaco comenzaron a ascender el tramo, el primero seguro de sí mismo y habiéndolo realizado anteriormente, y el segundo con muchas dudas debido a su miedo a las alturas y al no saber exactamente lo que tenía por delante.
Un primer trozo vertical les hizo sudar con la presencia de un extraplomo y la ausencia de un escalón. Zodiaco dijo que sería aquello que suelen poner para seleccionar quien entra y quien no a determinados tramos, para evitar problemas más adelante. Tras el tramo vertical, se enfrentaban a un flanqueo muy aéreo y sin grapas para los pies, que les obligaba a buscar presas naturales para los pies. La postura hacia atrás les obligaba a ejercer mucha fuerza en sus brazos. Zodiaco miraba abajo y sentía miedo; era necesario para ir poniendo los pies sobre la roca. “De nuevo me he metido en donde no me llaman”, gritó a Javier y Sigrid, que animaban, fotografiaban y contemplaban la escena desde su cómoda y privilegiada posición.
El final del flanqueo y el inicio del último tramo vertical se acercaban, Zodiaco los ansiaba. Pensaba que una vez que se agarrara a la primera grapa del tramo vertical, elemento ausente en el flanqueo, la cosa cambiaria, y así fue. Ya no tuvo que estar haciendo tanta fuerza sobre los brazos, pero el tramo vertical restante aún tenía su miga, y era el más aéreo de la vía ferrata. Una vez superado, se unieron los cuatro en la salida de la variante muy difícil del nuevo tramo, y Jordi y Zodiaco se dieron la mano en señal de victoria.
Mientras Jordi comentaba lo variada, completa y difícil que era la vía ferrata, a su parecer la más difícil, Javier ya estaba pensando en añadir el Turó de Puigsagordi en su dilatado listado de cimas coronadas, así como se lamentaba que dicha cima no estuviese contemplada en los Cent Cims de la FEEC. Zodiaco le advirtió que la vía ferrata aún no había terminado, y así era, quedaba el tramo más técnico, el tercero, con dos extraplomos. Comenzaron a ascender hacia él bajo un sol de infarto, pasaban de las doce del mediodía. Hacía más calor que en verano a las puertas de noviembre, aproximadamente unos treinta grados Celsius de temperatura.
La primera acrobacia del tercer tramo en un extraplomo hasta llegar a una barra horizontal unida a una escalera metálica. Sigrid fue la primera en enseñar su técnica a Javier, el cual no había realizado nunca ningún extraplomo ya que no los hay en las Damas ni en la Teresina, al menos alguno de gran magnitud como los de Centelles. Más tarde Zodiaco le enseñó como lo hace un novato. Sigrid y Zodiaco recogían fósiles del suelo, unas conchas de piedra, pruebas de que anteriormente el centro de Cataluña era un mar, mientras Javier y Jordi no acababan de aparecer. El motivo era que Javier, tras vencer al extraplomo con el gasto de energía que supone, se había dejado el mosquetón del kit de vía ferrata demasiado abajo y tuvo que descender, reunir energías, y volver a superar el extraplomo.
El segundo extraplomo también fue vencido. Ascendían extenuados. El calor era insoportable, el sudor abundante y la cantidad de agua era escasa. La hora era muy mala para caminar. Sólo deseaban llegar al coche, mientras sus pasos les dirigían hacia la cima del Turó de Puigsagordi, de 972 metros de altitud. Una pared de unos tres metros de altura con grapas fue el último trámite para conquistar la cima, tras tres horas y 55 minutos de ascensión. El esfuerzo había valido la pena, pese a que en la cima se hallaban varios coches, recordando a los sufridos montañeros que no hacía falta emplear la más mínima fuerza para llegar hasta aquel lugar.
Se fotografiaron juntos y comenzaron el descenso, de 45 minutos de duración y con algunas cuerdas fijas y unas pocas grapas. A las 13:45 dieron por concluida la sesión montañera del día. Se despidieron; Jordi y Sigrid por un lado, y Javier y David por otro. Cuestiones logísticas relacionadas con la presencia de Zodiaco al día siguiente en la Caminata y Cursa Popular de Collserola, le impedían la utilización del coche, y el amable Javier, tras haberle recogido en Barcelona, le dejo en Granollers, desde donde al día siguiente acudiría a la popular cita con la princesa Alba y varias amistades.
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