Ascensión al collado de Noucreus en el transcurso de un frÃo y ventoso dÃa de invierno con la compañÃa de Droguero. Tras cuatro horas de subida, nos enfrentamos a vientos de entre 110 y 130 km/h a siete grados bajo cero hasta alcanzar el collado de Carançà . Después de un interminable descenso comemos a las cinco de la tarde en la parte libre del refugio Coma de Vaca. La baja temperatura sólo invita a introducirse en los sacos de dormir. Sobre las seis aparecen cuatro personas que en poco rato siguen nuestros pasos. Sobre las siete u ocho nos quedamos dormidos, hasta las ocho de la mañana del dÃa siguiente. Tras un infructuoso intento de coronar el Balandrau, nuestros pasos nos llevan de nuevo a Queralbs, tras más de dieciséis horas de marcha a pie distribuidas en dos duros dÃas de caminar.
[+] click para ampliar Droguero ascendiendo al Coll de Noucreus |
[+] click para ampliar Davids a punto de partir |
[+] click para ampliar Droguero cerca del Collado de Noucreus. Detrás el Pic de l´ Infern |
[+] click para ampliar Lo que hay que hacer para ganarse una Coca Cola... |
[+] click para ampliar Zodiaco descendiendo a Queralbs. Al fondo la pista de Fontalba |
Hoy, diez de marzo de 2007, es un buen día para salir a la montaña a pasar la noche en un refugio, pues el televisado partido de fútbol entre el Barcelona y el Madrid invitan a gozar de la soledad de la noche pirenaica. A las 5:45 nos dirigimos a la gasolinera e hinchamos las ruedas del coche así como nos proveemos de oro negro. Tras 130km de recorrido, llegamos a las 7:40 a Queralbs, cuatro minutos antes de que parta el primer Cremallera hacia el Santuario de Núria. En el aparcamiento escucho el pitido que emite el pequeño tren al llegar a la estación, así que echamos a correr. El peculiar aparato ya está listo para partir cuando hacemos acto de presencia en el andén, así que subimos y pagamos el precio del trayecto a bordo con el interesante vale de 2x1 del Carnet Jove. Durante los veinte minutos de trayecto contemplamos la nevada: los copos de nieve parecen no caer, se desplazan horizontalmente debido al intenso viento.
Al llegar a Vall de Núria, el termómetro ubicado en el andén marca cinco grados bajo cero a las ocho de la mañana. El monitor con los datos de la estación meteorológica automática nos informa de que el riesgo de aludes es 2 y la temperatura es de -6,1ºC. En el interior de la estación nos abrigamos al máximo. Yo llevo dos pares de guantes, un gorro y un pasamontañas. En un principio no se ve nada debido a la niebla y nos azota un fuerte viento. Tras unas dudas existenciales, dejamos el Puigmal y Fontalba para otro día y tomamos rumbo al collado de Noucreus, situado a 2775 metros de altitud. Es una elección bastante lógica teniendo en cuenta que pretendemos llegar al refugio de Coma de Vaca. Tanto el Puigmal como Fontalba están en otras direcciones mientras que tomar el Camino de los Ingenieros hacia Coma de Vaca sabe a poco y el acceso a través del collado de los Torreneules lo hicimos hace tres meses.
Al poco de comenzar a caminar, la nevada desaparece y el cielo empieza a despejarse, pero el fuerte viento no cede, ni cederá en todo el día y noche. Es un mal anunciado, ya que en la previsión meteorológica se habla de vientos de entre 110 y 130km/h y una de las organizadoras de una Copa de España de esquí que se realizará mañana en Vall de Núria nos informa de ello. Aparte del viento, hay cuatro factores importantes que caracterizan la ascensión: el frío, la soledad, el gran peso que transportamos y la poca nieve presente en la zona. Así, la temperatura se va a mantener entre los seis grados bajo cero en Núria a las ocho de la mañana y los siete grados negativos en el collado de Noucreus a las doce del mediodía. El fuerte viento provoca una sensación térmica muy incómoda, inferior a los treinta grados bajo cero en los alrededores del collado. Las pesadas mochilas, a la vez que nos frenan, nos sirven para transportar los casos de dormir, los crampones, el piolet, las latas de Coca Cola, las galletas de chocolate y las patatas fritas. Suponemos que la soledad es debida a nuestro madrugón y al mal tiempo anunciado.
Las nubes pasan por el cielo a una velocidad no vista antes por nosotros. Hacen acto de presencia por la parte francesa y se dirigen velozmente hacia el interior de Cataluña. La nieve levantada por una especie de remolinos nos molesta y dificulta considerablemente el avance. Cuando vemos que se acerca una ráfaga de viento y nieve, nos damos la vuelta para protegernos y evitar el daño que produce si te da de frente. Tras una intensa lucha con el viento, comenzamos la subida final al collado, cuando en un día normal ya deberíamos haberlo alcanzado hace rato. Las poco menos de dos horas de ascensión de rigor se van a convertir en cuatro horas, o quizá más. La presencia de pequeños tramos de nieve muy dura nos obliga a utilizar el piolet para asegurar el flanqueo, no creyendo necesario calzarse los crampones para tan cortas distancias. Abajo, vemos acercarse a un grupo de unos quince esquiadores que deben de estar preparando la Copa de mañana, pues la ascensión al Noucreus está marcada con unas pequeñas banderas clavadas en la nieve que hacen suponer que es parte del trazado de la prueba de mañana.
El acceso final al collado está cubierto por nieve muy dura y lo considero bastante peligroso, así que opto por buscar otra opción. Tras examinar los alrededores, lo más seguro es ascender a un pico muy cercano coronado por una cruz. Algunos llaman a este pico como el Pic de la Fossa del Gegant (2801m), otros dan ese nombre a la cumbre coronada por un gran piolet y situada a unos cincuenta metros. Cavo unos escalones con el piolet y alcanzamos un tramo de tartera por el cual llegamos a la cruz. El collado de Noucreus está situado a unos veinte metros pero nos es imposible acceder a el debido al fuerte viento, así que nos refugiamos a sotavento, por llamar de alguna manera a la parte menos expuesta al violento viento. Droguero no se siente una mano, mientras yo he perdido la sensibilidad en varios dedos y en un lado de la cara en la que me ha dado el viento. Mi termómetro marca siete grados bajo cero por lo que la sensación térmica con un viento de 64km/h sería de -30ºC. Ojalá el viento tuviese solamente esa intensidad.
Mientras varios esquiadores se sientas a sotavento del collado del Noucreus, el viento arranca mi gorro de mi cabeza y a gran velocidad recorre mucha distancia. Comienzo a bajar por la tartera pero otra ráfaga lo aleja hasta lo inabarcable. Dando por perdido el gorro, asciendo de nuevo hasta donde está Droguero, quien parece estar un poco atontado debido al frío. Estamos una media hora en una posición muy incómoda, sin poder avanzar y con un regreso penoso y largo. No hay tiempo de bajar a Nuria, coger el cremallera y ascender a Coma de Vaca desde Queralbs, estamos demasiado cansados. Si regresamos supone abandonar la idea de pernoctar en el refugio de Coma de Vaca. Dejo a Droguero en nuestro improvisado refugio del viento y paso al otro lado de la cruz. Un fuerte viento me impacta y me dificulta enormemente bajar hasta el collado de Carançà. Conociendo lo vital que resulta salir de ahí cuanto antes, corro hacia el collado con la intención de ver si es descenso desde ese collado hasta el refugio de Coma de Vaca es viable.
En el collado de Carançà desciendo un poco hasta protegerme del viento. Hay una tartera muy inclinada al comienzo pero más abajo no es visible debido a la fuerte inclinación. Observo que hay muy poca nieve en el valle que se dirige al refugio, así que si compruebo que bajar la tartera es viable y logramos alcanzar el collado en el que estoy, podremos dormir en el lugar previsto. Me dirijo a toda velocidad hay las inmediaciones del collado de Noucreus soportando un exagerado huracán y llegando a la posición de Droguero sin sentirme el lado derecho de la cara, donde me ha dado el viento unos tres minutos. Mi compañero ha observado la caída de unos veinte metros de uno de los esquiadores que intentaba acceder al collado de Noucreus y el apresurado auxilio de sus numerosos compañeros así que aún tiene más miedo. Posteriormente, a esos minutos los titula como “cinco minutos entre la vida y la muerte”. Me dirijo a una posición cercana desde la que examinar la única parte no nevada de la bajada del collado de Carançà y la veo viable así que le propongo el plan.
Le aviso de que al otro lado de la cruz, expuestos a la terrible tramontana, tenemos que atravesar los escasos cien metros que distan hasta el collado de Carançà a toda velocidad, pues pararse ahí puede suponer no regresar. Echo a correr, siempre pensando que en cualquier momento puedo salir volando, y Droguero me sigue pero a menor velocidad. Le llamo varias veces y me dice que sí, pero va lento. Se para y coge una piedra del suelo y se la mete dentro de la capucha de la chaqueta. Son unos pocos minutos en que el tiempo se dilata y el collado, aunque cercano, parece alejarse cada vez más. Cuando lo alcanzamos, bajamos rápidamente unos metros hasta tener protección frente al viento. Nos sentamos en las rocas y suspiramos tras haber superado lo más difícil del día. Aún tenemos una larga bajada de más de tres horas hasta el refugio, cuando es condiciones meteorológicas normales sería muchísimo menos.
Descendemos por la inclinada tartera, donde suponemos que debe de haber un sendero oculto por la nieve. Más adelante intentamos seguir unas marcas de pintura roja hasta que desaparecen en la nieve. Nos unimos al sendero proveniente del collado de los Torreneules y proseguimos con un descenso interminable. Un momento de miedo es cuando comienzan a pasar piedras de considerable tamaño cerca nuestro a gran velocidad provenientes de detrás. Me protejo la cabeza nos las manos por si evito algún impacto que me pueda dejar fuera de combate hasta que cesa el espectáculo. Tras más de ocho horas de marcha sin haber comido ni bebido, observamos el refugio Coma de Vaca cercano en el espacio pero distante en el tiempo. Agotados físicamente, pero sobre todo psicológicamente, alcanzamos el refugio sólo deseando comer, beber y descansar.
La puerta principal está cerrada, como me informó el guarda hace unos días, así que subimos las escaleras que dan acceso a la parte libre del refugio. Se trata de una sala formada por tres literas, una mesa, dos bancos y una radio para contactar con los bomberos en caso de emergencia. Me quito las botas y los calcetines para ponerme otros y unas bambas. Sacamos los bocadillos y nos los comemos acompañados por unas gélidas latas de Coca Cola que no tienen sabor debido al frío. Tras comer, a las 17:30 nos acostamos víctimas del cansancio con la intención de no despertar hasta mañana. Una persona, socio del Club Excursionista MadTeam, hace acto de presencia en el refugio. Nos informa de que se aproximan tres personas que suben con él desde Queralbs, así que recogemos las cosas que tenemos dispersas. Tras cinco horas de ascenso, hacen acto de presencia sus tres compañeros. Comprueban el frío existente en el interior del refugio y poco tardan en introducirse en los sacos de dormir. Sobre las 19h estamos todos acostados y tras una conversa intentamos dormir.
A las ocho de la mañana del día siguiente no hay nadie en pie. Susurrando, le propongo a Droguero el ascenso al Balandrau, y acepta pese al cansancio. Nos levantamos los seis y nos despedimos de ellos tras no aceptar nuestra invitación. Probamos una directísima a la cumbre del Balandrau tomando una línea atrevida en lugar de ascender por el sendero hasta el collado del Tres Pics, pero cuando llevamos prácticamente la mitad de la ascensión desistimos pues Droguero no se encuentra muy bien y aún tenemos el descenso hasta Queralbs excesivamente cargados. Al llegar al refugio, nos tomamos dos latas más de Coca Cola, recogemos las cosas, hacemos las mochilas y descendemos hacia el pueblo. Droguero está muy cansado y vomita mientras que a mí me duele mucho la rodilla izquierda como ya me pasó en este descenso en diciembre. En aquella ocasión descendimos de noche y ahora lo hacemos bajo un sol de infarto.
Nos cruzamos con varias personas que suben hacia el refugio y nos adelantan dos hombres, siendo las únicas personas que vemos en la montaña aparte del grupo de quince esquiadores. Aunque la bajada es de unas tres horas, empleamos cuatro. Hemos partido a las 11:15 y a las 15:15 alcanzamos la localidad de Queralbs, tras más de dieciséis horas de caminar entre ayer y hoy. En Ribes de Freser, paramos a beber hasta la saciedad en una rústica fuente y emprendemos el viaje hasta Badalona, dejando atrás las montañas, las piedras, la nieve y el viento de ayer. Esperemos que en la tercera excursión pirenaica de Droguero haga mejor tiempo, pues en las dos que lleva las condiciones meteorológicas han sido bastante adversas.
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