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Friday 18 de January de 2008, 23:59:35
Día 26: 05-12-07: Melide – Arzúa – Santiago de Compostela (51km)
Tipo de Entrada: RELATO | 1 Comentarios | 2521 visitas

Donde cansado, molido, nostálgico y feliz alcanzo de noche la catedral de Santiago de Compostela tras recorrer ciento treinta kilómetros en tres días.

 

 

 

 

 

 

A veces se sienten sensaciones que son difíciles de reflejar por escrito. Por ello me contentaré con dejar constancia de lo que aconteció en mi última etapa del Camino de Santiago, dejando a mi memoria el papel de guardar dichas sensaciones. Lo más importante podría ser que nada más levantarme, al ir al lavabo observo a través de la ventana como bajo la luz emitida por una farola una moderada lluvia tiene lugar en el exterior. Pensando en que quizá si salgo temprano y a por todas pueda llegar hasta el Monte do Gozo (47km) me visto, me pongo la mochila, el chubasquero de sesenta céntimos ya algo roto y linterna en mano salgo a la calle dejando atrás un vacío albergue. La lluvia, los pies y el gran número de kilómetros por delante son mis grandes enemigos. Por el contrario, sé que éste va a ser mi último día entero de peregrinación. Para mañana tengo los últimos 16km desde Arca o los últimos 4,5km desde Monte do Gozo si consigo llegar hasta él. Como tengo que partir mañana hacia Barcelona voy a intentar por todos los medios llegar hasta Monte do Gozo para poder plantarme en Santiago temprano y coger el tren hacia Barcelona, pese a haber 47km hasta allí y tener los pies mermados. Caminar horas y horas con los pies empapados creo que me ha afectado negativamente a la salud de los mismos. En el izquierdo tengo un dolor muscular en un lado y una gran ampolla mientras que el derecho tiene ampollas en la planta del pie que me producen dolor. Aparte tengo alguna rozadura que también resulta dolorosa.

 

Desde que entré en Galicia hay un mojón o hito cada medio kilómetro que indica la distancia hasta Santiago de Compostela. Topando con ellos, compruebo con nostalgia como cada vez falta menos para que se haga realidad lo que durante mucho tiempo ha sido un sueño, algo con los que fantaseas durante días y noches pero que crees que nunca lo llevarás a cabo. Me digo para mí mismo que tengo que disfrutar de lo poco que me queda y así camino, camino y camino hasta que la pura realidad va enterrando esos razonamientos y destapando el cansancio acumulado, las heridas en los pies, la lluvia que no cesa. A base de sacrificio y sufrimiento voy haciendo kilómetros. Comienzo a sentir molestias en la rodilla izquierda pero por suerte no pasa de ahí. En tierras navarras y en la Matagalls Montserrat acabé cojeando de ella. Hay aldeas, bosques, setas, e incluso veo algún peregrino, cosa no vista en los días pasados. Hay unos bosques enormes de eucaliptos y ya no deben quedar más de veinte kilómetros. Me impresiona la cantidad de prados y bosques gallegos, que no me han abandonado desde que entre en esta región, y a pocos kilómetros de Santiago aún están presentes.

 

Llega un momento en el cual dejo de ver los hitos cada medio kilómetro, ni rastro de ellos. El caminar parece alargarse eternamente, suspiro por llegar cuanto antes al Monte do Gozo. Hay un terreno de piedras muy molesto que transcurre en las cercanías del aeropuerto, que me hace sufrir aún más. Me empiezo a desorientar cambiando continuamente de dirección pero sin dejar de seguir las flechas amarillas. No sé si éste es el camino correcto o si lo he dejado en algún momento y me encuentro en otro de más antigua señalización y sin hitos kilométricos. Por una carretera asfaltada paso junto a diferentes cadenas de televisión (la TVE y la gallega), el tiempo pasa y el Monte do Gozo, aunque cerca, se resiste a aparecer. Pasan de las cinco de la tarde cuando llego a un lugar donde indica a mano izquierda el albergue y a mano derecha el Camino. Tomo hacia el albergue en un lugar desértico pero algo me hace detener. ¿Puedo resistirme a la tentación de llegar hoy, noche de Reyes, al final de mi Camino estando a tan sólo cuatro kilómetros y medio? Físicamente estoy muy mermado, pero me animo a hacer un último esfuerzo aún sabiendo que me va a oscurecer por el camino.

 

Me saco las bambas, escurro los calcetines, me miro las heridas y me preparo para partir. Desciendo del Monte do Gozo y entro en la ciudad de Santiago de Compostela. El recorrido urbano se hace pesado y largo, es una gran avenida. Más adelante me meto en otra calle que va a dar al casco antiguo. Ya ha anochecido, son cerca de las siete menos cuarto. Unos últimos pasos por unas antiguas calles sin flechas amarillas. Pregunto por la catedral. La veo desde la plaza de la Quintana. Doy un rodeo por la plaza de la Inmaculada, paso bajo un arco y me topo con la llegada de las cabalgatas de los Reyes Magos en la mismísima Plaza del Obradoiro, al pie de la Catedral de Santiago de Compostela y punto y final del Camino de Santiago. No sé si dejarme seducir por las luces de colores, la multitud y los caramelos que lanzan los reyes y pajes, o por las dos anheladas torres de la Catedral. Me hago con unos caramelos recién lanzados, y mientras me los como contemplo la fachada que tantas y tantas veces he visto reproducida en guías, libros y documentales del Camino. ¡Ya estoy aquí! Una mezcla de alegría y tristeza corre por mis venas, no sé si sentirme feliz por haber cumplido un sueño, o triste porque haya finalizado.

 

Hago saber por medio del teléfono a mis padres y novia donde me encuentro, algo que les sorprende sabiendo lo lejos que estaba de aquí hace unos pocos días. Atrás han quedado los bosques pirenaicos de Roncesvalles, los prados navarros, las tierras riojanas, las interminables llanuras castellanas, el páramo leonés, el oscuro Bierzo, los Montes de León, el O Cebreiro y las innumerables aldeas gallegas. En el pasado restan vivencias de todo tipo, personas, conversaciones, lugares, amaneceres, ocasos. Ahora es momento de dar carpetazo y abordar nuevos caminos. Se suele decir que al llegar a la catedral de Santiago es cuando realmente empieza el Camino. En todo caso, el Camino de Santiago ha significado mucho para mí. De él he aprendido muchas cosas para aplicar en la monótona vida cotidiana, de crecer como persona, de conocer nuevos paisajes, de entablar conversación con habitantes de distantes lugares, de hacer algún amigo. Ahora es momento de mirar adelante y buscar nuevos Caminos de Santiago. Nuevos sueños por los que tener ilusión, por los que luchar. Huir de la pérdida de tiempo, de la televisión, del no hacer nada, de las cosas malas. Tener proyectos, emprender acciones. Respetar la naturaleza, ascender montañas, llevar a cabo caminatas, observar el estrellado cielo de una cálida noche de verano.

 

No voy a extenderme, pues como he comentado más arriba hay cosas que deben guardarse en la memoria y no en diarios, donde es imposible que queden reflejadas. Simplemente dejar constancia de que hoy, cinco de enero de dos mil ocho, a las seis y cuarenta y cinco minutos de la tarde, he alcanzado la festiva plaza del Obradoiro al mismo tiempo que los Reyes Magos de Oriente, acabando así el Camino de Santiago comenzado en octubre de 2005. He entrado en la catedral, he abrazado al apóstol y he ido a recoger mi merecida Compostelana a la oficina de acogida al peregrino.

 

Ultreia.

 

 

P.D. Te invito a visitar mi canal de Youtube Feliz Éxito aquí:  www.youtube.com/felizexito


1 Comentarios
Enviado por Lupus el Wednesday 23 de January de 2008

“Felicidades Zodiaco, has llegado a cumplir un sueño en la mágica noche de Reyes ... Quizá la misma luz de estrella te ha guiado en el Camino ... Ultreia. ”


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