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Thursday 4 de September de 2008, 17:57:30
30-08-08: Gallina Pelada o Cap Llitzet (2327m)
Tipo de Entrada: RELATO | 2437 visitas

Después de haber realizado la vía ferrata de Vallcebre (relato anterior), nos dirigimos a la Font Freda, la cual hace honor a su nombre. Una hora y media de subida la separan del punto culminante de la Serra d´ Ensija, comunmente llamado Gallina Pelada, nombre que proviene de unas paredes de escalada. Constituye un buen mirador sobre el Pirineo, incluyendo el vecino Pedraforca, aunque desde el lugar no es visible la mítica silueta con su enforcadura.

 

Aunque es la tercera vez que observo el Pedraforca, me quedo encandilado por su magnificencia y su belleza cautivadora me roba la mirada mientras en el coche de Florenci nos acercamos a Saldes. Pasado el pueblo, en las cercanías del Coll de la Trapa se debe tomar una carretera hacia la izquierda. Pasamos junto a un bosque de aventura relativamente reciente, donde se puede disfrutar de varios circuitos que van de árbol en árbol. La proliferación de este tipo de parques, que podemos encontrar en otros lugares más cercanos a Barcelona como en Arbúcies o Arenys de Munt, son una muestra más de que últimamente salir a realizar actividades de ocio a la naturaleza se está poniendo de moda, quizá porque nuestras desarrolladas ciudades cada vez se están alejando más de la misma, y de nuestros orígenes.

 

A las diez y media partimos de la Font Freda, una fuente de fresca agua situada a muy pocos metros de la carretera, donde hay habilitada una zona de barbacoa. En un poste indicador podemos leer que hasta la Gallina Pelada podemos llegar por nuestro itinerario (3,5km), por el Torrent d´ Ensija (4,5km) o por el Serrat Voltor (7km). Junto a la fuente, tomo una fotografía de Jordi con unas flores lilas en primer plano. Nos iremos encontrando con su colorido a lo largo de la excursión, desafiantes al viento, pero intentando cobijarse de él en los prados presentes a mayor altura. Caminamos por el interior de un bello pinar, constituido por altos y estrechos especímenes. Mientras anoto la frase anterior en un folio, mis compañeros me toman ventaja y corro como un crío hasta alcanzarlos de nuevo. Entonces les leo la frase en voz alta para justificar mi momentánea ausencia. Pronto llegamos a una especie de río de piedra, que asemejo inmediatamente con el paisaje lunar de la Canal de Sant Jeroni, en el macizo de Montserrat. Seguramente aquí, el origen de tanta roca también haya sido la fuerza impulsora del agua bajo la forma de intensas riadas. A mano derecha escuchamos una fuente que no vemos, pero avisados de su presencia optamos por buscarla. Es la llamada Font de l´ Orri según he leído de “Cim42”. Jordi dice que no la fotografía porque no sabe su nombre.

 

Florenci de vez en cuando toma la senda directa para un poco más adelante reencontrarse con nosotros, confirmando así que a veces lo que parece una bifurcación no es más que dos caminos que se unen a los pocos metros. Él está acostumbrado a ascender a las montañas con un gran ritmo, y me comenta que es más fácil subir directamente hasta el refugio que siguiendo las curvas del camino. Para el guarda es así, y supongo que para todo aquel que no se canse con fuertes pendientes, pues el trayecto es sustancialmente más corto aunque, por tanto, de mayor pendiente ya que el desnivel ha de ser necesariamente el mismo. Aprecio un cambio significativo en el tipo de pinos antes de abandonar el pinar. Ahora hay presentes unos pinos más pequeños y parecidos a los abetos, que quizá sean pino negro. Más abajo los pinos eran más altos pero estrechos. Ni el uno ni el otro son los pinos que tenemos en las montañas de Badalona, donde destacan su esférica copa y las piñas grandes que se recogen para la venta de piñones. Estos pinos, en cambio, tienen piñas más pequeñas y más puntiagudas, como el mismo pino. Aquí, un esbelto pino de mi ciudad lo pasaría mal con el viento por su poca forma aerodinámica.

 

Dejamos los pinos atrás para salir a unos verdosos prados de enorme belleza, donde sería un gustazo echarse a pasar el día, descansar, leer, reflexionar e incluso imaginar a que se asemejan las nubes. Aunque en el presente día Heidi lo tendría muy mal, pues no tenemos ni una mísera nube sobre nuestras cabezas con la cual fantasear. La homogeneidad colorística es rota por la presencia de las flores lilas, que se alzan en grupo hasta aproximadamente el metro de altura. Tienen el honor de figurar como el único ser viviente entre el verde del suelo y el azul del cielo, al menos a mis ojos. Jordi me toma, con mi cámara, una fotografía que le pido con el Pedraforca a mis espaldas. Sus fotos son analógicas y me las regala durante la siguiente excursión, mientras que las mías las puedo visionar esta noche en mi ordenador aunque, eso sí, hace más ilusión recibir las fotos de regalo en papel el día menos pensado, cuando ya ni te acuerdas de ellas, y comentar la jugada de momentos pasados, disfrutándolos por segunda vez.

 

En un momento dado, el camino gira hacia la derecha y aparecemos en una zona de prados de suaves pendientes, que en invierno debe de representar el paraíso para las raquetas de nieve. En uno de los extremos de tan privilegiado lugar está ubicado un refugio de montaña llamado Delgado Úbeda, a 2060 metros de altura. Han pasada sesenta y cinco minutos desde que hemos partido cuando entramos en su interior (11:35). Pese a que pueden dormir treinta y dos personas, el comedor es bastante pequeño. Me llama la atención la presencia de unos fósiles detrás de los cristales de una vitrina bastante vieja. Se los muestro a Sígrid al igual que le he mostrado uno que me he encontrado subiendo hasta aquí. Durante la bajada encontraré otro, también marino, que son muestras de que en esta zona hace millones de años había un mar. En el austero comedor, junto a la “llar de foc” (entiéndase chimenea), se encuentra una chica joven que responde a algunas preguntas nuestras. Está acompañada de dos señores, uno de los cuales conoce Florenci de haberse encontrado en numerosas caminatas, como por ejemplo en la Matagalls Montserrat. El tercer individuo es un señor más mayor, con sonrisa infantil y unas botas viejas que me recuerdan a las de George Mallory. Cuando hemos llegado al lugar, el hombrecillo estaba fumanda sentado en las escaleras de la puerta, donde a estas horas se puede tomar el sol.

 

Abandonamos el acogedor refugio al cabo de un rato, pues aún nos queda acometer la subida final. Sea dicho de paso, que desde aquí a la cumbre hay poca cosa, por lo que opinamos que la ubicación del refugio no tiene mucho sentido, aunque está situado en un idílico prado donde no está de más subir con un balón para echar unos chutes si se sube con los amigos a pasar la tarde. Pasados cinco minutos de las doce del mediodía alcanzamos los 2327 metros del punto culminante de la Serra d´ Ensija. Algunos los llaman Gallina Pelada y otros Cap Llitzet. Yo no puedo opinar pues desconozco completamente la zona, ya que anteriormente sólo he venido al Pedraforca, exactamente en dos ocasiones. Por tanto, la de hoy es mi tercera excursión en el Prepirineo del Berguedà, y la primera fuera del Pedraforca. Desde aquí, las vistas son grandiosas en un día desprovisto de nubes como el de hoy. El problema es que a grandes distancias hay una bruma quizá debida a la gran humedad que hace que se vea todo algo difuminado, como es el caso de Les Agudes- Turó de l´ Home, el Matagalls, La Mola, Montserrat o Puigmal. En cambio, se aprecia muy bien todo el Prepirineo de esta zona: Port del Compte, Rasos de Peguera, Cadí y Pedraforca, este último muy cercano a nosotros pero mostrando el Pollegó Inferior en lugar de la característica silueta con su célebre enforcadura.

 

Dos parejas se encuentran en la cima: una lleva más rato que nosotros aquí, mientras que la otra la hemos ido viendo durante la subida y acaba de llegar. Nos toman una fotografía a los cuatro juntos, con la cámara de Jordi y con la mía, antes de abandonar la cima para ir a una cresta cercana que lleva a un punto más bajo desde el cual se observa mejor la zona de Gósol. No he comentado que dicho pueblo, así como Saldes, son visibles a vista de pájaro, como manchas difuminadas en los campos. De dicha cresta, a nuestra izquierda, caen verticales paredes de escalada, aunque algunos tramos parecen asequibles a la trepada. Un señor sigue nuestros pasos dejando a su mujer en la Gallina Pelada pues, según nos cuenta, sufre de vértigo. A la derecha simplemente hay pendiente y pinos, por lo que es posible acceder al lugar sin acercarse a la cresta. Javier me dirá que estamos en otra cima llamada Roques Blanques, cuya altitud no recuerdo. Hoy estaba previsto que viniese con nosotros pero finalmente no ha podido ser así.

 

Una vez regresamos a la Gallina Pelada y al refugio, Jordi se toma una Fanta de Limón y él y Florenci aprovechan para hablan con el guarda, que ahora es un chico joven que no estaba antes. Yo hecho de nuevo un vistazo a los fósiles que hay detrás de la vitrina, los cuales son bastante modestos, como los que siempre me encuentro yo. Quizá los fósiles estén muy buscados en las zonas de paso de los senderos, pues con el paso de los años deben de ir quedando menos, y para hacerse con un buen ejemplar haga falta meterse en zonas agrestes o simplemente visitar el Expominer con algo de dinero en la cartera. De regreso voy a encontrar una concha que no es gran cosa para haber estado gran parte de la excursión escrutando el suelo, pero al menos estoy seguro de su autenticidad al cien por cien. Florenci plantea al guarda que el refugio, tal y donde está montado, no tiene mucho sentido, a lo que el joven asiente. No tiene muchas pernoctaciones pero, aún así, nos informa de que está abierto todo el verano, y creo que también los fines de semana el resto del año. Nos explica que las mulas se caían de subida hasta aquí por lo que suben los alimentos y bajan la basura en su mochila, por lo que agradece que la gente se lleve consigo sus desperdicios. Algunos dejan bolsitas de basura en las ventanas o en un árbol cercano y luego él las tiene que devolver a la civilización según nos narra. Lo único que sube en helicóptero son las bombonas de butano y la leña, cuyo coste es sufragado por la Administración.

 

Nos indica un lugar por donde hacer atajo, pues la subida por el camino hace un gran rodeo pasando por un poste indicador situado en los palos. Un atajo no es bueno de subida, al menos para mí, pero de bajada es otra cosa. Le digo a Sígrid que fuera de camino es más probable que me cruce con un fósil, pero el destino quiere que de con uno una vez en el sendero. Mis compañeros se alejan del refugio en leve ascenso por el atajo mientras yo fotografío a un grupo en el refugio con tres cámaras fotográficas que me han dado, una de ellas demasiado sofisticada para mí. Hay que hacer girar una pieza para quitar el zoom y así pueda meter a todos en la foto. Les devuelvo las cámaras y hecho a correr de nuevo infaltimente hasta alcanzar a Jordi que es el que va más retrasado y bastante próximo a Sígrid. Florenci tiene un paso veloz y nos va cogiendo ventaja. Jordi tiene un pequeño resbalón bajando y se va al suelo sobre las piedras aunque por suerte no se hace daño. Sigrid, según Florenci, se ha especializado en vías ferratas, donde te deja atrás en un visto y no visto hasta perderse a la vista, valga la redundancia. Por el atajo vamos a parar a la senda a la altura de la pareja que adelantamos en la subida. Casualmente han estado en Montalbán y Teruel alguna vez, aunque por el tema de la Ruta del Tambor y del Bombo. En el pueblo del señor hay unas minas visitables de carbón, población de cuyo nombre no me acuerdo, creo que del norte de España. Su señora tiene molestias y los dejo atrás, corriendo de nuevo hasta mis compañeros.

 

A las dos del mediodía llegamos a la Font Freda, donde comemos cualquier cosa. Yo tengo un pequeño bocadillo, y Jordi otro. Florenci opta por la fruta mientras que Sígrid no desea probar nada. Llega el momento de degustar el célebre caramelo Solano que Jordi reparte a la hora de comer. Una duda existencial surje entonces en mi mente: ¿aún existirán los chimos? Parece mentira la de cosas que hemos hecho hoy y que aún sean las dos y media del medio día. Es un placer estar a la sombra sentado junto a una fuente de fresca agua después de un cansado día de actividad. Pese a que nada de lo que hemos hecho es realmente duro, la realidad es que las horas van pasando y el cansancio hace mella en el cuerpo, sobre todo a la hora de la siesta. De regreso, en los asientos de atrás Sígrid y yo vamos adormecidos, en un trayecto que hasta Badalona se hace más largo de lo que parece en un mapa. Aunque hoy, cuando recupere mi coche en Terrassa, debo desviarme hasta Granollers para visitar a la princesa Alba, con quien voy a perder un par de partidas al Scrabble antes de acabar el día. Eso sí, después de todo lo vivido hoy, puedo acostarme tranquilo y, si se tercia, disfrutar de lindos sueños, esta vez en la cama.

 

 

 

P.D. Te invito a visitar mi canal de Youtube Feliz Éxito aquí:  www.youtube.com/felizexito




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