Wednesday 14 de January de 2009, 17:50:45

Aprovechando el resultado de las copiosas nevadas de la presente semana, paseo con las raquetas de nieve por los alrededores de Collformic, de camino al nevadísimo Matagalls. En compañía de Alba llego hasta lo alto del Turó Gros, donde comemos azotados por un frío viento antes de dar marcha atrás.

A una vergonzosa hora, entre las diez y las once de la mañana, dejamos atrás la ciudad para pasar el día en la nieve que hay en el Montseny, opción por la que se han decidido en este soleado día muchísimas familias. El precio a pagar por ser esquivos al frío de la mañana es una retención monumental de vehículos en los alrededores de Collformic. Un guarda forestal, de ventanilla en ventanilla, va informando de que llegar hasta el aparcamiento es imposible, así como avisa de que los coches estacionados invadiendo alguno de los dos carriles van a ser multados por los Mossos d´ Esquadra. Dejamos el coche más de un kilómetro abajo, donde encuentro un lugar adecuado al margen de la carretera, e iniciamos la marcha a pie hacia Collformic adelantando a la interminable hilera de coches envueltos en el caos de tráfico. Entre los mismos, los aparcados invadiendo el carril, y los que bajan resulta realmente molesto y peligroso el siemple hecho de caminar. En la cuneta los niños juegan con la nieve construyendo imposibles muñecos de nieve, zanahoria incluida, en precario equilibrio oponiéndose a la ley de la gravedad.

Una vez alcanzado el populoso collado de Collformic, donde la carretera termina su ascenso para iniciar la bajada hacia el interior, proseguimos la marcha a través de la senda que lleva hasta la cumbre del Matagalls. Me calzo las raquetas de nieve ahí mismo, y doy unos primeros pasos sobre nieve virgen al margen del sendero, en el que la nieve está dura a causa de las innumerables pisadas que ha recibido a lo largo de la mañana. Alba camina por el sendero, ahora en un bosque, sin calzar raquetas o esquís, aunque la mayoría de gente lleva una u otra cosa quizá por la ilusión de practicar dicha actividad en un lugar tan poco frecuente como el Montseny. Una vez dejamos atrás la zona arbolada, con la vista se abarca gran parte del resto del recorrido, aunque la cima del Matagalls aún no es visible. Impacta la gran cantidad de nieve presente, así como el simple hecho de verlo todo cubierto de blanco. La resplandeciente pendiente del Turó Gros está surcada por sinuosas marcas que van dejando los esquiadores sobre la improvisada pista de esquí. También las hay que bajan perpendicularmente, seguramente dejadas por aquellos más animosos o expertos sobre las tablas. Otras huellas, que Alba llama de dinosaurio, son las que dejan los raqueteadores cuando abren traza sobre la nieve virgen. Aunque es entretenido ascender sobre este tipo de nieve que te encandila con su belleza, el esfuerzo físico que implica es muy superior al de subir por la traza de nieve pisada.

Con la ilusión de quien hace realidad un viejo sueño, asciendo hacia el Pla de la Barraca seguido de Alba, la cual no ve el momento de iniciar el regreso. Una plantas emergen a la desesperada de la cegadora nieve, en busca de la preciada luz que les permite vivir, haciendo que el paisaje sea de lo más llamativo estando acostumbrado a los blancos mantos de nieve carentes de vegetación alguna. En los alrededores del cráter presente en el suelo, vestigio de un antiguo pozo de hielo, la zona se me presenta muy diferente a la de un día cualquiera, con un blanco que a escasos metros se funde con el azul procedente de la dispersión de Rayleigh. La transitada subida al Turó Gros se presenta como una pendiente protegida del viento en la que el tiempo parece detenerse, pues a penas ganas metros de altura aún sintiéndote cada vez más exhausto. Cuando después de un gran esfuerzo llegamos a la parte superior, por delante se presenta aún un largo camino en tiempo debido a la presencia de la nieve.

Optamos por sacar la comida, pero en seguida el viento gélido, unido al hecho de estar parado, me mete el frío en el cuerpo. Cuando la Alba acaba su bocadillo, nos tomamos unas fotos e iniciamos el regreso. Aunque seguir hasta el Matagalls sería un esfuerzo aceptable, el regreso desde más arriba y lejos sería demasiado agotador teniendo en cuenta que ya estamos cansados. Siempre es una decisión desagradable desistir en el intento, mas no lo es tanto cuando la cumbre ya la has pisado en una decena de ocasiones, por lo que con eso me consuelo. Bajamos del Turó Gros de manera directa, jugando a correr con la nieve hasta media pierna, e incluso aprovecho para vengarme de Alba, que de subida me ha lanzado una bola de nieve a la cabeza, haciendo que se me metiera la fría sustancia en el interior del jersey. En el Pla de la Barraca da unos pasos con las raquetas de nieve, momento que aprovecho para tomar unas fotografías. Hacia las cuatro menos cuarto llegamos al coche bastante cansados, y doy gracias a no haber continuado hacia el Matagalls. Menos mal que lo he visto venir, porque sino se nos habría hecho demasiado tarde.

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