Sencillo ascenso al Puigsacalm (1514m) desde el Coll de Bracons (1132m) en compañÃa de Alba. Por los prados nos dirigimos a lo alto del Puig dels Llops (1486m). Descenso hasta la iglesia de Santa Magadalena de Munt. Recorrido por el Camino o Paso de la Mulas, y regreso al collado.
En el día de hoy nos dirigimos por primera vez al Puigsacalm, una de las montañas más populares de Cataluña. Situada a caballo entre las comarcas de Osona y la Garrotxa, se caracteriza por una vertiente agreste y rocosa, y otra de bosques y prados, por donde transcurre la ruta normal desde la Collada de Bracons. Situado en la carretera BV-5224, en dicho collado podemos estacionar el vehículo con las ruedas delanteras en la provincia de Gerona, mientras las traseras aún están en Barcelona. Esta sinuosa carretera que va desde la zona de Torelló hasta la de Olot va a tener una gran competidora dentro de dos semanas, cuando se inaugure el túnel de Bracons: la C-37, o eje Vic-Olot. Será la forma más rápida de llegar a Barcelona para los habitantes de la Garrotxa, por lo que hay quien dice que será el colapso de la C-17, por donde hemos llegado hasta esta carretera.
Aunque nos hemos levantado a las siete de la mañana, ya son las 9:10 cuando iniciamos la excursión, y numerosos coches están aparcados en el Coll de Bracons. Coincidiendo con la información recibida de Xavier, el inicio de la senda está en el talud de la carretera, y no en la pista forestal que hay en el collado con una cadena. Numerosas marcas de pintura indican que subamos las rocas que limitan con la carretera, unos tres metros. Iremos encontrando marcas blancas y rojas del GR, marcas rojas y azules del Barça y marcas verdes, rojas, azules e incluso amarillas. Con tanta señalización en ocasiones los árboles se asemejan a un tablero de parchís. Pese a todo, nos pasamos el desvío al Tossell Gros, una senda poco transitada que te lleva al Puigsacalm a través de la cresta pasando por la Roca del Corb (1323m), el Puig Tossell Gros (1461m) y el Puig de les Cibaderes (1449m). Xavier me ha dicho que hay alguna trepadita, pero no vamos a poder comprobarlo.
La ruta normal de momento transcurre por unos bonitos bosques de hayas con un manto de marronosas hojas caídas al suelo. Surcando el mar de hojarasca entre pelados, altos y grises troncos llegamos en unos 25 minutos a la Collada de Sant Bartomeu. Debemos girar a la derecha, cruzando un alambre y siguiendo las marcas blancas y rojas del sendero de gran recorrido. Un cartel nos informa:
Os encontráis en la finca de Sant Bartomeu, incluida en el Espacio Natural Protegido de Serres de Milany – Santa Magdalena i Puigsacalm – Bellmunt. En este paraje los bosques de haya y roble se intercalan con los prados de pasto, modelando un paisaje diverso de espacios abiertos y bosques sobríos y frescos. El ganado bovino aprovecha los pastos y ayuda a mantener el paisaje, ya que sin él los prados se transformarían en matorrales y bosques. En estos ambientes los herbívoros domésticos son un elemento clave en la gestión del medio natural. Disfrutad de este paraje y del paisaje.
Seguimos transitando por el interior de sombríos bosques, como bien describe el cartel. Cuando llevamos cincuenta minutos de marcha dejamos a la izquierda el GR, que va hacia Sant Bartomeu de Covildases y Vidrà. Antes de abandonar el bosque pasamos por la Font Tornadissa, donde seguramente se suela parar a descansar o a echar un trago. Ahora viene la subida a través de unos prados. Filmo dos cortos vídeos al estilo Jesús Calleja. En uno comienzo con un “Hola Amigos, estamos en el Puigsacalm, nuestro desafío extremo de hoy…”. En el otro me tumbo sobre el prado, me despeino y comienzo a grabarme a la cara, diciendo: no me lo puedo creer, que noche más mala que he pasado”. Al final resulta que no, que me había dormido y al despertar de la siesta me encontraba ante los nevados Pirineos.
Resulta mágica la visión de la cordillera nevada a una distancia a la que nunca había visto. Normalmente la veo o bien de lejos, o bien de cerca, pero desde estos prados están a una distancia nunca vista por mí, algo desconcertante. Aparte de aparecer en los dos vídeos de “nuestra aventura”, tomo unas fotos con la Alba caminando sobre la hierba entre excrementos de vaca. Dejamos los Rasos de Manter a través de una “puerta” de madera que hay a mano izquierda. Pasamos sobre un nevero con pisadas bien marcadas que los ensucian de color marrón. En un cartel indicador vemos que a mano derecha, en bajada, se va a Sta Magdalena por el Camí dels Burros (45min), por donde luego regresaremos hasta aquí. Por donde seguimos nosotros se llega a la misma iglesia en 30 minutos, con el posible desvío a la cumbre del Puigsacalm. A ella llegamos después de haber visto un Belén que he fotografiado con un peluche Oso Amoroso de color verde que llevamos hoy con nosotros para que haga turismo y después le cuente lo que ha visto al resto de peluches que alberga la habitación de la Alba. Hay unas diltadas vistas sobre el Pirineo (Puigmal, Olla de Núria, Bastiments, Canigó), el Pedraforca, el Montseny (macizos de Les Agudes y del Matagalls), y aquí abajo la idílica Vall d´en Bas, desde la cual se ve la agreste cara de estas montañas a la que luego iremos a través del Camí o Pas dels Burros.
Son las once de la mañana, por lo que hemos empleado 1h50min en llegar hasta la cumbre, con parada para observar los Pirineos incluida. Han bajado algunas personas, pero no tardan en llegar más. Diferentes perros se aproximan a nuestra comida. Un señor comenta que es la vigésimoquinta vez que sube hasta aquí. Mientras comemos unas mandarinas observamos el paisaje que tenemos abajo, con el túnel de Bracons aún no inaugurado. Cuando lo hayan abierto (he leído que será el 3 de abril) desde aquí se podrán escuchar los motores de ese invento llamado coche que tan bien nos va para llegar a donde no llega el transporte público, pero que tantos utilizan para sus desplazamientos en la ciudad. Como había escrito en la tapa de la libreta del Sui, es un lugar para hablar poco y escuchar mucho. Como la acumulación de personas en un mismo punto no invita a la tranquilidad que uno viene a buscar aquí, invito a Alba a caminar hacia nuestro siguiente y cercano objetivo, el Puig dels Llops (1486m), reconocible porque ondea al viento otra bandera catalana. Tan mala es la suerte, que ahora comienza a venir aquí la gente, aunque no tarda mucho en marcharse.
En la cumbre del Puig dels Llops estamos alrededor de una hora. Observamos el gentío que hay en el cercano Puigsacalm, a unos doscientos metros de distancia pero sólo unos 30 metros más alto. Un gran precipicio cae desde estas cumbres por la vertiente que da a la Vall d´en Bas, la opuesta a los prados y bosques de nuestro ascenso. Nos comemos sendos bocadillos de jamón que su padre corta con maestría, repetimos con alguna mandarina y continuamos contemplando el paisaje. Me acerco al precipicio a tomar una foto aérea de la Vall d´en Bas destrepando un sencillo paso que me deja ante un buen mirador, y leemos multitud de mensajes escritos en la libreta que hay en esta cima. La gente viene desde diferentes lugares, como Sta Coloma de Gramenet o Cardedeu (por citar lugares limítrofes a Badalona y Granollers). Los que acaban de bajar de aquí son de un club excursionista de La Garriga. Escribo lo primero que se me ocurre: He llegado hasta aquí, pero el camino es largo La Alba, en cambio, escribe algo más elaborado sobre su teoría sobre la importancia del reir, la felicidad y el amor para hacer un mundo mejor: Os deseo un muy feliz día y una maravillosa vida llena de alegrías y felicidad. Y ofreced lo mejor que se puede ofrecer: una sonrisa.
Las vistas sobre un idílico prado en el que hay una iglesia o ermita nos incitan a bajar hasta allí, unos 300m de desnivel por debajo nuestro. Buscamos el camino hacia el Coll de Santa Magdalena. Hay algunos pasos delicados por la presencia de roca mojada, seguramente torrentes en los días de fuertes lluvias. Le digo que vaya con cuidado, que si le pasa algo tendré que subir hasta la cumbre anterior para guardar sus últimas palabras escritas. En el collado nos sentamos a la sombra de unos matorrales a comer más mandarinas, menudo vicio. Propongo varias veces ir hacia la iglesia (está a la izquierda, aunque no se ve) y luego regresar (el Camí o Pas dels Burros es hacia la derecha). Finalmente nos decidimos y subimos hasta los prados de la iglesia. Asciendo hasta la pequeña cumbre que hay en los prados (Puig Corneli, 1361m) y llamo a Alba para que suba también. Hay una excelente vista sobre Joanetes, Hostalets d´en Bas, Olot, y lo que más llama la atención: una gran estrella fugaz con luces que debe ser bien visible desde las poblaciones cercanas. Regresamos al collado de Sta Magdalena e iniciamos el Camí o Pas dels Burros, que rodea el Puig dels Llops y el Puigsacalm por su vertiente agreste.
Se trata de un camino con marcas de pintura amarilla. En algunos puntos es expuesto, al tener que transitar junto a una caída de unos cientos de metros. En tales pasos estrecho la mano a Alba por si las moscas, y actuamos con extrema precaución. No es difícil ni mucho menos, pero precisamente por eso hay tanto peligro: es el sitio ideal para confiarse, tropezar e irse a la otra vida, más allá de la luz que ilumina nuestro camino. Como es normal, en esta senda no hay ni vamos a ver a nadie, pues la gente suele subir al Puigsacalm por la ruta normal, tomar unas fotos y regresar al coche. Tampoco es precisamente un buen sitio para traer a los niños. Por este lugar, a media altura de la vertiente agreste, rodeamos ambos picos e iniciamos el ascenso a las cercanías del Puigsacalm, donde en la subida vimos el cartel que indicaba este camino. Llevamos muchas horas aquí, hemos subido y bajado a diferentes sitios y el cansancio hace acto de presencia. Es una alegría acabar la subida. Son las 15:10, por lo que hace seis horas que iniciamos la excursión. Descansamos en los prados de Rasos de Manter, pero la cresta de ascenso que no encontramos me tienta y voy a investigar mientras Alba yace estirada en la hierba.
La Alba desea regresar por la ruta normal para llegar al coche lo antes posible. Había aceptado la decisión pero la visión que tengo de varios picos, y la cercanía del coche, hacen que optemos por intentar la cresta, que en distancia es más corta pues va a morir al Coll de Bracons. Como todo no puede salir bien, como no conocemos la zona, y como no es un camino transitado, nuestro sendero muere en el bosque y no vemos como seguir. Al otro lado de la cresta son precipicios, y aquí estamos en el bosque sin senda. El regreso a estas alturas se presenta cansado, y sabiendo que “bosque abajo” debe de estar la ruta normal, tiramos bosque a través. El avance es en picado, agarrados de ramas y lentísimo. Hay unos 200 metros de desnivel hasta la senda, y se hace eterno. La Alba me dice que como sé que iremos a parar a la senda, y le respondo que según el mapa la senda va de un lado al otro por lo que nos toparemos con ella. Así será, pero para entonces ya habremos pasado las siete horas de excursión. Arrepentidos de no haber tomado la ruta normal, y cansados, enlazamos con ella. Ahora es simplemente caminar, un paso tras otro. Es sólo cuestión de tiempo que el coche aparezca ante nuestros ojos. No hay que evitar rieras, saltos o árboles muertos de tronco débil, ni abrirse paso entre la hojarasca. Ahora buscando sí encontramos la indicación que llevaba a la cresta. Es un árbol en cuyo tronco hay escrito con pintura roja “Tossal”. En el collado apenas hay tres o cuatro coches. Son las 17:15, han pasado ocho horas desde que salimos del coche. Pese a que los picos son asequibles en tiempo, la acumulación de subidas, bajadas, rodeos, desvíos, descansos contemplativos y mandarinas nos hace emplear multitud de tiempo, con el cansancio que conlleva. No creo que me equivoque si afirmo que hoy vamos a dormir bien…
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