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Saturday 3 de September de 2011, 10:55:19
24-08-11 : Vías ferratas de Andorra V: Tossal Gran d´Aixovall (Aixovall)
Tipo de Entrada: RELATO | 2348 visitas

Cinco años y medio después regreso a la que fue mi primera vía ferrata, esta vez caminando desde el Camping Valira y a última hora de la tarde, tras haber realizado hoy las vías ferratas Directíssima al Roc del Quer, Canal de la Mora y Clots de l´Aspra. Si bien se trata de una ferrata corta y catalogada como fácil, en su variante atlética me espera el paso más difícil del día, al menos en cuanto a fuerza de brazos se refiere: un extraplomo corto pero potente y con una gran sensación de altura, esto último cosa para la que soy demasiado susceptible e impresionable.

 

 

Son las 18:55 cuando abandono la comodidad del camping Valira. Su piscina, el jacuzzi y una tranquila parcela con la tienda bien asentada –y provista de un cómodo colchón hinchable– junto a la mesa y las sillas plegables no son suficientes para impedir que me aleje a pie de tal confort con el destino incierto de llegar hasta Aixovall siguiendo el río Valira y la carretera general 1 (CG1) que se dirige a la frontera española. Debe de ser que la acción crea adicción, y como hoy ya he realizado tres vías ferratas, cierto enganche corre por mis venas y no me puedo estar de intentar completar una cuarta, la más corta de las que seis que habré realizado estos últimos tres días por aquí. Resulta extraño que tanto ayer como pasado me planteara acometer esta vía ferrata, que por no estar indicada en la carretera me salté hace dos días acabando en la de Sant Vicenç d´Enclar, pero en ninguno de ambos días tuve el coraje suficiente para superar el palo que me da cambiar la seguridad de pasar la tarde aquí por la incertidumbre de una aproximación con final discutible. Consultando en el mapa de Andorra de la Editorial Alpina parece bastante lejana, más aún teniendo en cuenta que la escala no es la habitual, 1:25000, sino 1:40000 para así poder englobar todo el país. Tampoco sé si habrá acera hasta el pueblo de Aixovall pasando por Santa Coloma, y si me dará tiempo de llegar a una hora prudencial para iniciarla, pues hacia las ocho y algo ya comienza a anochecer y poco antes de las nueve reina la oscuridad. Me he esperado al último momento porque, además de que hoy ya me ha dado bastante el sol, hace un bochorno de cuidado, menuda calor que está haciendo estos días, y eso que esta tarde está algo nublada, y de hecho en principio el pronóstico daba lluvia. Por si acaso, me hago con la linterna, que introduzco en la mochila, y dejo a Alba de la mano de dios en cuanto a temas lumínicos se refiere. Eso sí, espero no tener que utilizarla.

 

Bajando por el valle la aproximación parece no tener fin. Una vez alcanzada Santa Coloma, a mano derecha veo a un ferratero en plena vía de Sant Vicenç d´Enclar, quién sabe si quizá sea el zamorano, que tenía intención de realizarla esta tarde. Poco después el valle se estrecha y a mano derecha quedan unas grandes paredes rocosas, pero aún no se trata de Aixovall, es cuestión de seguir bajando. Como está más lejos de lo que esperaba y la noche se aproxima, combino tramos de caminar con pequeñas carreras que son sumamente incómodas a causa de la mochila. Cuando llego a la rotonda en obras que permite desviarse a Aixovall, me cercioro de que no hay indicación alguna al pueblo, así que no me extraña que me lo pasara por alto hace dos días. Una vez pasado el río sigo unas pegatinas de forma triangular y color amarillo fluorescente hasta que alcanzo el panel informativo de la vía ferrata. Pasan algunos minutos de las siete y media. El cielo continúa medio cubierto y la luminosidad es muy baja. Por un lado, la noche se acerca, y por otro, la orientación este no es la propicia para recibir la luz a última hora de la tarde. Aquí cuando pega el sol fuerte es por la mañana, lo que es recomendable evitar en días tan calurosos de verano para no acentuar el desgaste físico e incluso psicológico innecesariamente.

 

A parte de las informaciones sobre precauciones y seguridad, los datos prácticos del panel son el desnivel, de setenta metros, la longitud del recorrido, de ciento sesenta, la dificultad, y que es “fácil” excepto un paso “poco difícil” en la variante atlética, concretamente un desplome que requiere fuerza de brazos. Respecto a tiempos orientativos, se trata de una vía ferrata muy corta: unos cinco minutos de aproximación, media hora de recorrido y un quince o veinte minutos para el regreso. Dejando a un lado toda esta información oficial, podría mencionarse que se trata de un barranco vertical de unos setenta metros que nace a orillas del río Valira, justo al otro lado de la carretera general. Ello comporta varias cosas, como que se trata de un recorrido muy ruidoso, que los que están en la terraza de un restaurante pueden seguir tu evolución –ahora mismo no hay nadie– y que los coches y los caminones se presentan como “Micromachines” pertenecientes a un mundo del que te has desprendido por una hora y ahora lo que cuenta es la roca que tienes delante y tú.

 

Pero antes de enfrentarse a la roca, hay que hacerlo con una disyuntiva: si bajar hasta el río por un sendero que se abre a mano derecha y que pasa por unos campos, o seguir las pegatinas fluorescentes, que es lo que parece más lógico puesto que el otro sendero sólo tiene una cruz de pintura amarilla y roja y además está antes del plafón informativo. Todo esto invita a seguir los adhesivos, que es lo que hago sin saber que aunque esté equipado con grapas y pasamanos, esta aproximación va directa a la gran pared del Tossal Gran d´Aixovall, pero se salta el primer tramo de la vía ferrata que es una pared más corta equipada con grapas y que va a parar precisamente a esta senda de aproximación a la altura de un tramo con barandilla. Como aquello ya lo realicé en su día y no me sobra tiempo para evitar la noche, no me planteo darme la vuelta y buscar el inicio real, pero lo cito para el interesado en no dejárselo en el tintero. Así pues, me hallo en la base de la gran pared, de muchas decenas de metros de altura, deben de ser siete, pues el desnivel es de setenta metros y acaba justo en el mirador que se alza sobre la mole rocosa. Como son las 19:43, más vale entrar en faena.

 

La roca de esta vía ferrata es oscura, lo que unido a la poca iluminación y a la soledad de la zona le da a mi progresión por las grapas un aspecto lúgubre y inseguro, lo que invita a ir con cuidado y con calma. Este recorrido me da mucho respeto pues fue mi primer itinerario ferratero y en él pasé muchísimo miedo que aún recuerdo, y siempre impone respeto volver a repetir algo que fue fuente de pasar un mal rato. Si bien la dificultad es muy sencilla, lo que me impresionó es verme por primera vez en pleno barranco, pues siempre me han dado miedo las alturas, aunque cada vez menos, supongo que por la costumbre. Conforme asciendo por los escalones el río va quedando atrás, y es el momento en el que viene algún flanqueo cuando el avance vertical, tan adecuado para no mirar abajo, desaparece y no hay más remedio que mirar dónde poner el pie, y por ende, que hay debajo de él. Y suele haber vacío. De pronto, en sólo siete minutos, alcanzo una bifurcación del cable de vida en plena pared. Siguiendo hacia arriba, pronto se rodean por el lado izquierdo unos techos; es la variante sencilla, es decir, la que deberían seguir los que vienen a iniciarse y la que sabiamente seguí yo en su día. A mano derecha, en cambio, el recorrido se complica un poco con una pequeña canal y, en especial, con un espectacular desplome que requiere fuerza de brazos y valor frente a la sensación de vacío. Para allá voy.

 

La verdad es que no tengo ni idea de qué variante tomé en diciembre de 2005. Como guardo un escrito de cada excursión, cuando llegue a casa, con una rápida consulta en MadTeam, veré que tomé la variante sencilla, aunque ahora mismo ya me lo figuro, pues esto no me suena de nada. Tras un pequeño flanqueo aparezco en una especie de pequeña canal, en el sentido que hay roca tanto a izquierda como a derecha. Veo más sencillo ayudarme con la parte derecha, más alejado de las grapas, aunque la roca parece un poco deteriorada y hay que mirar bien dónde se coloca el pie. Una vez superado el pequeño escollo, mirar para arriba da miedo: las grapas se dirigen directamente hacia un techo que tiene una grapa en vertical empotrada en su desplome; se trata del famoso paso atlético.

 

Son la ocho y el ambiente sigue enrarecido, lo que me mete cierto miedo en el cuerpo. Sé que no se me va a hacer de noche, si no no la habría comenzado, pero tan poca luminosidad no alegra el alma, y si a eso se le une una roca negruzca, un paso dificultoso y un patio de unos cuarenta o cincuenta metros tras tu espalda, lo último que deseas es que aparezca un extraplomo que intente arrancarte de la roca y sientas que tu mano es lo único que te salva de irte para abajo, pues consciente de su importancia comienzas a plantearte si te va a fallar, y ese instante hasta que logras tomar impulso, colocar un pie más arriba y salir de la fatídica situación se eterniza y parece todo un mundo. En el momento en el que tu centro de gravedad vuelve a posarse sobre algo sólido, en este caso una grapa anclada a la pared, la sensación de descanso es tal que casi es como haber nacido de nuevo. No sabes muy bien cómo, pero el extraplomo ha quedado atrás y te planteas que igual no lo has afrontado bien, que te has complicado la vida en exceso. ¿Y si había que utilizar el aro de acero de la derecha? No, parecía muy lejano. ¿Y si había alguna forma de aprovechar la grapa vertical clavada en el desplome? ¿Y si no era necesaria tanta fuerza de brazos, sino que lo suyo era buscar una posición elegante y cómoda, aunque acrobática? Y si…Total, que el desplome ya es pasado; ahora sí que estoy seguro de que por aquí no había pasado. De hecho, no me imagino cómo lo hubiera logrado superar aquella primera vez.

 

Gracias a un sencillo tramo de grapas que incluye un flanqueo hacia la izquierda empalmo con la variante fácil a muy pocos metros del final de la vía. Sólo resta subir por unas grapas para acceder al mirador, al que llego con una sencación extraña: para nada me ha parecido la vía ferrata que realicé en su día. Aquí arriba no hay ladrillo ni pista ni nada por el estilo. Lo llamo mirador porque han puesto unas barandillas para que nadie se despeñe. Siguiéndolas a mano izquierda se accede asegurado mediante un clable de vida a una instalación de rápel. Según leo, encadenando dos rápeles de unos veinte metros y otro de treinta se accede al camino de aproximación de las pegatinas amarillas fluorescentes, y con otro más se llega hasta la orilla del río. Todo ello comporta ir cargado con una cuerda de sesenta metros. Yo tomo el único sendero que hay, que está señalizado con marcas amarillas y rojas. Puede tomarse a izquierda o derecha, pero si uno quiere dirigirse a Aixovall y al coche –o al camping– ha de marchar hacia la izquierda. Me percato de que el tiempo pasado ha sido poco, apenas pasan unos minutos de las ocho, pero en cambio tengo la sensación de que se ha hecho muy larga. Creo que el trauma de la primera vez me la dejará siempre marcada en la memoria, y a pesar de ser corta y fácil siempre le guardaré su debido respeto, lo que por otra parte es bueno para no accidentarme en ella.

 

Como no me he traído el coche, tengo que deshacer cuatro kilómetros junto a la carretera general, esta vez subiendo el valle. Aunque parezca mentira, no me lamento de haber venido a pie, pues como he logrado completarla siendo a priori poco realista el contemplar tal opción, me siento en grado sumo satisfecho. Para mañana anuncian lluvias y regresaré a Badalona, pero regreso con seis ferratas en el bolsillo y con muchas cosas por escribir, algo que siempre es bueno si no se quiere perder el hábito y luego no saber por dónde comenzar a llenar un folio en blanco, eso sí, del procesador de textos. De camino al camping la noche cae llena de una calidez impropia de estas alturas pirenaicas. La luz artificial de las farolas me oculta la luminosidad que nos lega de otros mundos con forma de punto, pero me permite prescindir de la linterna. Camino satisfecho por la sensación de haber hecho bien la faena. Alguno pensará que estoy zumbado, o más delicadamente, que soy poco juicio o cuerdo, por el hecho de irme caminando a varias ferratas desde el camping, pero a veces es necesario probar cosas nuevas y sentirse fuera del rebaño. Para ser uno más, siempre tendremos la ciudad.

 

P.D. Te invito a visitar mi canal de Youtube Feliz Éxito aquí:  www.youtube.com/felizexito




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