En compañÃa de Jorge asciendo la canal del Moro, en la Montaña de Montserrat, partiendo de Santa Cecilia. De camino, nos dejamos algo de material en un paso alternativo equipado con una gruesa cuerda negra anudada. Una vez remontada la canal equipada, afrontamos el ascenso al Moro (1206m), que se corona trepando. Una vez destrepado, desde el helipuerto nos acercamos al mirador del Moro y regresamos al coche descendiendo la canal de Sant Jeroni. Puedes ver un vÃdeo de la excursión aquÃ, titulado Estilo de vida activo en Montserrat: https://www.youtube.com/watch?v=tg8wz5QCFcc&t=7s
Son las diez de la mañana cuando me encuentro con Jorge en un aparcamiento cercano al de Santa Cecilia, a unos cincuenta metros en dirección a Can Massana, pues el principal a estas horas del día ya está completo. Como si estuviésemos compenetrados, llega apenas un minuto después de mí; ni siquiera me ha dado tiempo a apearme del coche. Siempre es grato volver a ver a un amigo, si bien este año no estoy saliendo al monte todas las veces que debería y apenas le veo. Una vez equipados caminamos unos cientos de metros por la carretera en sentido al monasterio y gracias a un talud adentramos en el bosque. No tardamos en plantarnos en el inicio de la canal del Moro, una canal bastante evidente equipada con cuerdas fijas y muy poco transitada, tanto que no nos vamos a encontrar con nadie durante su recorrido y, de hecho, Jorge va a perder un cordino, una cuerda y un mosquetón de seguridad y los va a recuperar el próximo fin de semana.
Como toda canal de Montserrat que se precie, el terreno es bastante descompuesto y pronto aparecen grandes bloques de conglomerado rojizo que nos ayudan a entrar en calor poco a poco. Jorge me comenta que yo tengo la ventaja de la juventud, si bien él tiene el beneplácito de su buen estado de forma física mientras que yo ando desentrenado. Poco a poco van apareciendo cuerdas fijas que nos ayudan en el progreso. Es el momento de sacar mi videocámara y comenzar a filmarnos en lo que será una introducción con música de fondo para mi vídeo; tengo un canal de Youtube que alimentar, si te animas puedes suscribirte aquí: http://goo.gl/NYDUfq Poco a poco la canal se va empinando y en algunos tramos hay que subir a pulso gracias a las cuerdas anudadas, una de las cuales tiene unas bagas a las que uno podría asegurarse. Nosotros el kit de vía ferrata no lo vamos a llegar a utilizar, si bien el casco es imprescindible. Nos han estado cayendo piedras, me imagino que desprendidas por las cabras.
En plena canal, a mano izquierda, se abre una especie de agujero – cueva por la que accedes a una especie de pozo con una pared lisa de unos quince metros equipada con una gruesa cuerda negra anudada, quizá parte del retorno de alguna vía de escalada cercana. Jorge estuvo hace poco y tienes unas grandes ganas de subirla, supone un gran reto para él. Yo me subo al tronco que da acceso a la pared, subo un par de metros gracias a la cuerda y lo dejo estar, no lo veo nada claro y es imposible asegurarse. Jorge, en cambio, al más puro estilo increíble Hulk, la sube casi del tirón. No sabe si tras rapelar va a poder recuperar el material, y en efecto una vez abajo certifica que se va a dejar el mosquetón de seguridad, unos cordinos y la cuerda. Yo intento acceder desde más arriba de la canal a través de un bosque pero no es viable: el acceso al agujero es una especie de embudo expuesto. Para más inri, un patinazo al inicio de la este intento de acceder por arriba al pozo me ha hecho deslizarme por la tierra un par de metros y me he raspado un poco ambas manos, además del susto.
Nos volvemos a reunir y juntos acabamos de remontar la canal, él más ligero de equipaje por el material temporalmente perdido. Y digo temporalmente porque el próximo fin de semana vendrá a por él y lo recuperará. Una vez en el mundo exterior, la luz del sol nos ilumina, cual actores estrella de una película de Hollywood. Además, disfrutamos de unas grandes vistas, ¡qué diferencia con estar en el interior de la sombría y encajonada canal! A través de un bosquecillo, campo a través, ganamos altura en dirección al Moro, una aguja preciosa de forma cónica, cual castillo de cuento de hadas, también conocida como Montcau o Roca del Migdia. A nuestras espaldas hay un conjunto de agujas, el Serrat del Patriarca, que realmente también me provoca y me incita a imaginar aventuras futuras. Atisbo algunas ranuras de vegetación entre las rocas por las que quizá se podría asaltar algunas de sus cimas, sin duda increíblemente solitarias y poco frecuentadas. Hay que destacar que llevamos unas tres horas y media de excursión y todavía no nos hemos topado con nadie.
Una trepada sencilla pero expuesta por una bella pared de conglomerado nos deja, para nuestra desilusión, en una especie de antecima del Moro, por llarmarla de alguna manera, pues el Moro se muestra desde aquí inaccesible con un gran murallón vertical que nos separa de su cumbre. Nos vemos obligados a atravesar un bosquecillo para ir a salir a la vía normal de ascenso, la de su cara suroeste, con pasos de grado III y equipada en la parte final con una cadena. Aprovechamos para grabar algunas imágenes para nuestro vídeo; es curioso, pero el efecto óptico hace que apenas se aprecie la pendiente, creo que lo mismo sucede con las fotos al estar ambos sobre la misma pared. La subida es sencilla pero peligrosa. Se ha de ser extremadamente cauto pues la caída, en caso de producirse sería superior al centenar de metros. Curiosamente, se trata de la primera escalada en la Montaña de Montserrat de la que hay constancia escrita. Os dejo, sacado directamente de la Wikipedia, lo publicado en el Diario de Barcelona el día 24 de septiembre de 1851, enviado desde Igualada (las faltas no son mías):
Las personas que se hallaban ayer en las montañas de Montserrat presenciaron una escena que les llenó de asombro. Desde la ermita de San Jerónimo, en cuyo punto se hallaban reunidas algunas famílias de Barcelona, vieron aparecer dos objetos móviles sobre uno de los picos cónicos y aislados, cuya altura es mayor que la de la mas elevada torre de esta capital. Creyóse de pronto que serian algunas aves de rapiña de las que tienen sus nidos en aquellos inaccesibles sitios, pero quedaron aterrados cuando con el ausilio d'un anteojo se convencieron de que aquellos objetos eran dos hombres. Los habitantes de la montaña aseguraron ser cosa imposible y que ningun ser humano había subido hasta allí. Mucho tardaron en convencerse de la realidad, porque verdaderamente pensaba el considerar como habian podido ganar la cumbre d'un agudo pico, que tendrá unas trescientas varas de elevación, cortadas por todos lados gairebé perpendicularmente. Que habian llegado hasta ella era cosa indudadble; empero, todos los que presenciaron este espectáculo creyeron que dificilmente podrian emprender el descenso sin ser víctimas de alguna desgracia; peligro inminente que comprenderá cualesquiera que conozca las escabrosidades de Montserrat. Los animos se afligieron y muchos rogaron a la Virgen protectora de la montaña por la vida de aquellos dos hombres. Se les vió a poco rato darse un estrecho abrazo, y empezaron a bajar sin valerse de cuerdas, agarrándose únicamente de los salientes de las piedras. No creemos que pueda hacerse una escensión mas difícil y espuesta. Sin embargo la realizaron con toda felicidad. Cuantas personas presenciaron su arrojo se acercaron a saludarles deseando saber sus nombres. Se llaman D. José Pujol y D. Francisco López Fabra. Se ignora el motivo que les impulsó a tan temeraria empresa. No falta quien piadosamente indicara que tal vez seria el cumplimiento de algun voto, contraido en medio de los peligros de grandes viajes. El primero de ellos ha hecho ya treinta y nueve espediciones a América, y va a emprender la cuarenta; el segundo se halla de regreso d'una espedición por toda Europa y hace un mes se halló en una ascensión análoga en el Mont Blanch y al gran San Bernardo. Ambos aseguraron que desde aquella elevación habian disfrutado d'un panorama pintoresco d'una gran parte del Principado, y que para hacer una espedición arriesgada y gozar d'una de las mas estensas y admirables vistas del mundo no era preciso salir de España. Verdaderamente la montaña de Montserrat no tiene rival en el mundo y debe ser considerada como la perla de Cataluña.
Me parece increíble que en aquella época aquellos dos personajes ya tuvieran esa inquietud montañera. ¡Pensar que estuvieron aquí arriba, sobre estas mismas rocas! Hoy en la cumbre también estamos los dos solos, de hecho todavía no nos hemos cruzado con nadie. En cambio, a unos centenares de metros, observamos la masificada cima de La Miranda de Sant Jeroni (1236m), que también grabamos zon el zoom, punto culminante del macizo de Montserrat. Aprovechamos para reponer fuerzas de una forma placentera y navideña: estamos hablando de polvorón de limón, de rosco de vino y de turrón de chocolate, además de algunas almendras. Si bien el día es soleado, el viento hace que sintamos fresco. Jorge se ha desarropado y se ha tenido que volver a arropar.
Llega el momento de descender del Moro, pues Jorge ha de estar en casa de vuelta sobre las cuatro. Como no ha podido recuperar su cuerda, no podemos hacer uso de las dos instalaciones de rápel: ni la de la vía normal, ni de la que baja directamente hacia el helipuerto. Para variar, optamos por esta segunda, la cara norte, con pasos de grado III+ que haremos a pelo con sumo cuidado. De nuevo el terreno es sencillo pero una caída podría tener graves consecuencias al no estar asegurados. Con suma cautela, en especial yo pues me dan miedo las alturas, vamos perdiendo altura hasta alcanzar el helipuerto. Nos acercamos al mirador del Moro, junto a las antenas de telecomunicaciones y la estación superior abandonada del antiguo Aeri. ¡Qué grandes vistas! El Serrat del Patriarca se me sigue mostrando provocador, algún día tendremos que ir a ver si alguna de sus cimas es accesible a pie.
De camino a la canal de Sant Jeroni nos cruzamos por fin con alguien, tras más de cuatro horas de excursión, algo meritorio dado lo frecuentada que es esta montaña y lo llenos que están los aparcamientos. La canal ya es una vieja conocida y la bajamos bastante rápido. Para sorpresa de Jorge, no sufre el resbalón de rigor que sufre sí o sí en este lugar cercano a su querida canal del Mejillón cada vez que la desciende. Nos encontramos a una pareja joven que se acaba de pasar de largo el desvío a la vía ferrata Teresina, señalizado con unas marcas azules que no han visto. Se lo indicamos y poco después, sobre las tres de la tarde, tras cinco horas de feliz excursión, estamos de nuevo de regreso en el coche. Si bien no creo que este año pueda cumplir mi reto de al menos una excursión al mes, doce al año –esta es la séptima– al menos cuando he salido a la montaña, me lo he pasado bien, y hoy no ha sido una excepción :-)
No te pierdas el vídeo de esta excursión: https://www.youtube.com/watch?v=tg8wz5QCFcc&t=7s