ExCuRSiONiSmO RoMáNTiCo FoReVeRExCuRSiONiSmO RoMáNTiCo FoReVeR
 Zodiaco Zodiaco
Estas en ExCuRSiONiSmO RoMáNTiCo FoReVeR Archivo de Relatos December 2010 11-12-10 : Sant Pere De Casserres ( Valle De Sau )
Thursday 23 de December de 2010, 11:18:30
11-12-10 : Sant Pere de Casserres ( Valle de Sau )
Tipo de Entrada: RELATO | 2778 visitas

Sencilla y bonita excursión por los aledaños del pantano de Sau en compañía de Julio, Maite, Manuel y Ana, mi hermana pequeña. Partiendo de Fussimanya, seguimos en todo momento las marcas de pintura amarillas y blancas del sendero de pequeño recorrido PR C-40, que tras algo más de una hora y cuarenta minutos nos dejan en el monasterio de Sant Pere de Casserres, situado en lo alto de un promontorio rocoso que está fotogénicamente rodeado por un meandro del río Ter, que a esta altura está a punto de llegar a la frontera artificial que los humanos hemos colocado para hacernos con parte de su energía, un tributo que ha de pagar en su camino al mar. Según la guía que acompaña al mapa de la Editorial Alpina “Vall de Sau – Collsacabra”, se trata de uno de los “monumentos más impresionantes del románico catalán”.

 

 

Son las 8:30 –la hora establecida– cuando Maite y Manuel me llaman para preguntarme dónde estoy. Resulta que hemos quedado en una rotonda de la primera salida de Granollers y ellos han salido en la tercera. Dada la espesa niebla y su desconocimiento de la zona, les propongo que continúen hasta Tagamanent y les digo que allí nos veremos, cosa que sucede unos treinta minutos después, tras haber recogido a mi hermana pequeña de la estación de tren. Una vez dejado uno de los coches en el lugar, a los pies del Montseny, los cuatro tomamos rumbo a la Plana de Vic en un mismo vehículo, por lo que la conversación está asegurada. En este punto habría que mencionar que es la primera vez que quedamos con Manuel. Lo conocimos hace unas semanas en Sant Jeroni, el punto más elevado de la montaña de Montserrat, donde muere la vía ferrata Teresina. Resulta que estaba tomando una foto del azul del cielo con el mirador, y en ese preciso instante aparecía Julio, el cual salió involuntariamente retratado. Como Maite no venía aquel día, es la primera vez que ambos coinciden.

 

Para llegar a Fussimanya hay que tomar en la zona de Vic la C-153 hacia Roda de Ter y luego abandonarla por la salida Tavèrnoles. Esta carretera (BV-5213), una vez llegado al pueblo, continúa hasta el Parador de Turismo, pero hay que prestar atención porque no nos interesa llegar hasta la lujosa hospedería, sino que se debe tomar un desvío a la izquierda que, por pista asfaltada, conduce hasta el restaurante en el que comenzaremos a caminar. No hay pérdida pues la carretera finaliza allí.

 

Los primeros en llegar somos nosotros. A Julio, que viene de Olot, parece que su GSP le ha jugado una mala pasada, y cuando nos llama nos dice que está en Tavèrnoles. Tras unas indicaciones llega al lugar mientras Ana, Maite y Manuel están tomándose el batido de cacao, el café y el té, respectivamente. Yo, como ya he desayunado antes de salir de casa, lo espero en el exterior, donde la espesa niebla reduce la visibilidad a apenas diez o veinte metros y tampoco es plan de que vuelva a extraviarse. En estas condiciones ni siquiera puede intuirse la presencia del aparcamiento y la pista sigue unos cincuenta metros más, donde antes tuvimos que hacer los cuatro un cambio de sentido.

 

A las 10:10 partimos con las manos metidas en los bolsillos y con toda la ropa de abrigo de que disponemos en un día supuestamente soleado si uno se atiene a las predicciones meteorológicas. Si bien soy el único que tiene gorro de lana, me maldigo de haberme olvidado los guantes en la guantera del coche, que en estos momentos reposa a los pies del Tagamanent con la fatiga que conlleva permanecer veintiún años al pie del cañón. Como la humedad y el frío intentan introducirse en nuestros huesos, se está muy bien caminando: lo último que uno desearía es detenerse, algo que no es necesario cuando la ruta está señalizada, como es el caso. Nada más hay que tener presente que para tomar el PR C-40 hay que retroceder desde el restaurante unos cien metros por la carretera hasta hallar las correspondientes señales de pintura que te llevan hacia una pista que más pronto que tarde se convertirá en sendero, en el día de hoy algo embarrado.

 

El sendero, además de embarrado, está cubierto de hojas húmedas de coloración marrón intensa que contrastan con el verde de la vegetación. Maite comenta que en la otra vertiente, a la que ahora nos dirigimos, el bosque es muy bonito, a lo que le respondo que cuando estemos allí el bonito parecerá este. Si es así porque la distancia nos permite valorar mejor lo que nos rodea, o si es porque siempre se prefiere lo de fuera, la verdad es que lo desconozco, pero comprobamos en innumerables veces, así sucede, y como dice Jorge Wagensberg en el título de un libro suyo de divulgación científica: “A más cómo, menos por qué”.

 

Al llegar a lo que tiene pinta de ser una riera seca nos tomamos una fotografía grupal junto a unas rocas cubiertas de un musgo que en estas fechas se cotiza en los diferentes mercadillos navideños. Como la cámara es de mi hermana y no la sé utilizar, intento en vano aparecer junto a ellos a causa de que la foto se toma automáticamente a los dos segundos, no a los diez, y hasta que no solventa la cuestión toda carrera por llegar a tiempo al grupo es inútil. Eso sí, finalmente conseguimos aparecer los cinco, y si de algún modo se pudiesen captar los pensamientos y aparecieran reflejados –por fortuna aún no es así–, de mi cabeza saldría, en plan cómic, una exclamación que diría algo como “quiero mis guantes”.

 

Si bien la niebla se resiste a abrirse y la baja visibilidad perdura en el tiempo, lo que no resiste a la subida que afrontamos ahora es el frío, que queda desplazado de nuestra conversación. Nuestra esfuerzo por vencer a la gravedad se suaviza al cruzar la carretera que se dirige a nuestro destino, algo que me recuerda al Turó de l´Home. En este punto un cartel nos informa de que nos quedan 1,66 kilómetros. En menos de cinco minutos llegamos a una losa plantada en una bifurcación: a mano izquierda hacia nuestro objetivo, y a mano derecha hacia el Parador de Turismo. Les propongo que, para no repetirnos en la ida y en la vuelta, lo que según Avi Jordi denota una falta de recursos en el montañero, podemos regresar por el parador aunque la excursión se alargue, cosa que haremos.

 

El tramo que viene ahora diría que ha de tener vistas al río Ter, pero como estamos envueltos por la densa niebla no queda más remedio que lamentarse y desear que con el paso de las horas la situación mejore, algo que no parece probable pero que así será. Ahora toca fotografiarse junto a una pared que se encorva y que recuerda al material sobre el que se asienta la vía ferrata Baumes Corcades de Centelles. Aunque la sorpresa viene después, cuando el sendero atraviesa el restaurante que hay junto al monasterio al que nos dirigimos. Así, abres la puerta, entras en una zona con trípticos turísticos a mano izquierda y con las mesas a mano derecha, abres otra puerta y sales como “Pedro por su casa”, en este caso el de Casserres (Pere es Pedro). Un cartel informativo situado junto a la barandilla que evita que los domingueros se despeñen al río indica que ahí abajo, ahora cubierto por las aguas, había una fortaleza y una iglesia, esta última llamada “De Sant Vicenç de Verders o Sarriera” y ahora situada en un parque de Sabadell (“parc de Can Déu”) tras haber sido trasladada y reconstruida. Eso me trae a la memoria una iglesia que vi por Galicia cuando realizaba el Camino de Santiago, diría que en Portomarín, con las piedras numeradas por haber sido reconstruida piedra a piedra para construir un embalse en su ubicació original.

 

Poco antes de llegar a la iglesia una pareja nos toma una foto sentados de espaldas a la cámara, mirando hacia lo que empieza a verse del río, ya que la niebla está comenzando a abrirse. Diríase que posamos para una firma de material de montaña, pensativos cual pensador de Rodin en versión moderna, sin la mano bajo la barbilla pero al menos más apaciguados que en la ciudad, sin tantas prisas y tantos quehaceres que absorven poco a poco toda tu energía y te dejan para el arrastre tanto o más como la excursión más dura, que no es precisamente esta. También nos tomamos fotos mutuamente la pareja y nosotros junto a la iglesia o monasterio, llamado Sant Pere de Casserres, cuya visita interna es posible previo pago de tres euros, cosa que dejamos para los turistas llegados en autocar o en coche.

 

Si bien estamos en el suelo, esto no es un atraco, no nos hemos dejado enredar (habrá quien interprete segundas intenciones, y quizá acierte), simplemente estamos dispuestos al sol para llevar a cabo el merecido desayuno. Ni que decir tiene que, estando reunidos mi hermana y yo, abundan las patatas fritas –normales y onduladas sabor jamón–, los ganchitos, el batido de cacao y cosas por el estilo, aunque tampoco falta el bocadillo –nunca está mal cubrirse las espaldas por si lo lee Alba–. Las galletas con forma de dinosaurio siguen estando buenas, pero de vez en cuando hay que asegurarse, no por propio placer sino por el deber de controlar la calidad de la Lu, en cuya fábrica de Granollers tuve la oportunidad de trabajar en tiempos pasados. Desde entonces nunca he vuelto a ver tantas galletas juntas…

 

Con la ilusión de que la niebla esté desapareciendo e incluso se vea el sol, nos dirigimos al parador de turismo, que supongo que es un parador nacional aunque no esté indicado como tal. Manuel dice que a través de internet ha visto imágenes en las que aparece junto al pantano de Sau, algo que debe de ser verdad pues creo recordar que cuando con Alba alquilé una canoa allí para acercarnos hasta el campanario de la iglesia sumergida (Sant Romà de Sau) se veía a lo lejos un edificio que por entonces mapa en mano deducí que era el parador.

 

A las 13:20, nada más llegar al lujoso hotel, comprobamos que desde el parador se ve el pantano. A lo lejos asoma la parte superior del campanario, que emerge del agua en un intento de desembarazarse de la opresión del presente sobre el pasado. Damos una vuelta por las inmediaciones hasta cerciorarnos de que no hay nada interesante para el común montañero, como un lugar fotogénico o algo por el estilo. Entonces emprendemos el regreso por la carretera que se dirige a Sant Pere de Casserres, y la dejamos en el momento de llegar al cartel que en la ida encontramos con la indicación “1,66km”. Ahí es cuestión de tomar a la izquierda la senda y deshacer un buen rato de camino, de manera que lo que iban a ser “3h25min con desayuno incluido”, según las referencias previas, se alargan hasta pasadas las dos y media, y uno acaba por preguntarse: ¿Realmente el tiempo pasa? ¿O quizá el tiempo esté quieto y los que pasamos somos nosotros? ¡Maldición, ya se me ha escapado un fragmento de mi novela!

 

P.D. Te invito a visitar mi canal de Youtube Feliz Éxito aquí:  www.youtube.com/felizexito




Aadir nuevo comentario
Usuario de Madteam.net No usuario




Vista Previa



 

 
MadTeam.net | Suscribirte a este blog | Creative Commons License Blog bajo licencia de Creative Commons. | compartir este enlace en Facebook