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Tuesday 13 de October de 2015, 10:50:32
11-10-15: Tosa d´Alp (2536m) y Puigllançada (2409m) desde Coll de Pal
Tipo de Entrada: RELATO | 2742 visitas

En compañía de Alba, su amiga Esther y Droguero, asciendo desde Coll de Pal a la Tosa d´Alp (2536m) siguiendo el GR-150.1 a través de la Serra Gran y los Rasos de Comabella. Tras comer contemplando el paisaje, regresamos pasando por la Font de la Mena y la Collada de Comafloriu, completando así la ruta circular en Coll de Pal. Con Alba descansando en el coche, encademos la ascensión anterior con la del cercano Puigllançada (2409m), también describiendo una ruta circular, combinando una subida más moderada y llevadera con un descenso directo al collado. En total cinco horas y media de excursión en buena compañía y disfrutando de un agradable y soleado día y amplias vistas. ¿Qué más se puede pedir?

 

Diecinueve kilómetros de curvas separan Coll de Pal (2070m) de Bagà, población del Berguedà situada al pie de la C-16 a poca distancia de la boca sur del Túnel del Cadí. De camino, pasamos por el Pont de Gréixer, desde donde en compañía de Droguero, mi hermana Eva y su novio, hace un mes, en nuestra última excursión, ascendí a Penyes Altes del Moixeró y el Moixeró y se gestó el proyecto de la excursión de hoy. A diferencia del desnivel de aquel día, superior a los mil trescientos entre el coche y la cumbre, hoy apenas supera los cuatrocientos, de manera que además de la Tosa d´Alp, tenemos previsto ascender como colofón al Puigllançada. Si bien mi hermana y su novio no nos acompañan, sí contamos con Alba, a quien es muy difícil embaucar en estos menesteres, y Esther, una de sus amigas. Como suele decirse, elhombre propone y Dios dispone. Este es el plan y veremos qué sucede.

 

Poco después de la hora de partida –las diez y cuarto–, en la primera y continua subida hasta el Serrat Gran, Alba ya refunfuña y me pide que la próxima vez se lo recuerde. Suerte que la memoria es frágil y que pasado un tiempo acaba tropezando con la misma piedra, esto es, formando parte de alguna de mis excursiones. Quien encabeza el grupo, con paso decidido, es Droguero, seguido de cerca por Esther. Alba ha perdido su estela y pronto la alcanzo una vez fotografiados de lejos. Unas enormes aves rapaces nos sobrevuelan planeando en círculo, seguramente ejemplares de buitres y águilas. Esther saca sus pequeños prismáticos 10x25 y se entretiene con Alba a contemplarlos. Yo, en cambio, me siento más atraído por observar a mi alrededor la morfología del paisaje y hacerme una idea de mi posición, de la ubicación de la Tosa d´Alp mapa en mano –nunca he estado aquí– y, en especial, soy preso de la llamada de una montaña aislada, imponente y a la vez asequible, situada al otro lado del collado: el Puigllançada. ¡Dentro de un rato nos veremos las caras!

 

Tras el primer ascenso pronunciado al Serrat Gran, el terreno, más rocoso y menos provisto de hierba, planea, lo que nos permite avanzar a mayor ritmo. Alba ya se plantea pararse y esperar a que regresemos. Suerte de la presencia de dos corredores y de la aparición, a lo lejos, de la Tosa d´Alp, junto a un aparatoso refugio de montaña de nombre Niu de l´Àliga. Media hora –nos dice uno de ellos, una estimación a todas luces optimista pero que da alas a Alba, que acelera el ritmo para llegar cuanto antes. Envuelta de un paraje de piedras grises, la fotografío. Droguero ya está acostumbrado mientras que a Esther no parecen incomodarla. El Cacaforca, que es como Alba llama al Pedraforca, nos acompaña no muy lejos, junto al Cadí, más allá de la Serra del Moixeró. A lo lejos, en la Cataluña central, se alzan sobre la bruma las agujas de Montserrat y más a oriente, también en la Serralada Prelitoral, reconocemos los tres picos más altos del Montseny: el Turó de l´Home, Les Agudes y Matagalls.

 

Antes de proceder al descenso a la Colladeta de Comabella coronamos una cima de 2386m cuyo nombre desconozco. En el mapa de Editorial Alpina de la Cerdanya 1:50000 que he tomado prestado de la biblioteca no aparece. Al otro lado del collado, durante el ascenso a los Rasos de Comabella, Alba y Esther nos toman distancia. Estamos probando de reservar mesa en varios restaurantes de montaña de la zona, en concreto Cal Borni y Els Roures, pero están llenos. Eso que hay crisis. Al reagruparnos y enterarse Alba, amante de la buena mesa y del buen reposo, se decepciona. Aquello de que lo importante es la intención, aunque se lo comento, no parece consolarla. De todas formas, con el ascenso al Puigllançada se nos va a hacer tarde. El maloliente cadáver de un caballo, carente de tripas por la acción de las aves rapaces, descansa en los prados de Comabella. Diríase que hay demasiado rastro humano como para que el lugar mantenga la belleza a la que alude el topónimo, entre remontadores de la estación de esquí, repetidores y el aparatoso refugio de montaña.   

 

Varias cumbres secundarias coronadas por hitos no nos hacen perder de vista que la verdadera cumbre, el punto más elevado, está más adelante, pasado el refugio de montaña y junto a unas antenas. El vértice geodésico, decorado con banderines de oración tibetanos, no deja pie a dudas. Poco más de hora y media después de partir, alcanzamos la cumbre de la Tosa d´Alp (2536m) y saboreo el placer único de ascender una cima por primera vez. Las vistas nunca antes contempladas de las que gozo incluyen el pico doble de Penyes Altes del Moixeró (2279m), que me evoca gratos recuerdos vividos el mes pasado y, a decir verdad, poco más, pues el resto, como Puigcerdà y la Cerdanya en general, son paisajes compartidos con la anterior. Al otro lado de la llanura, sobre el pueblo de Meranges, reconocemos el Puigpedrós, que ascendimos en julio. Descalzo y casi soñando despierto, me zampo junto a mis compañeros el bocadillo de pavo con olivas que nos hemos traído por cuadruplicado, a la sombra de la caseta del repetidor. No hay nada como un merecido descanso tras el trabajo bien hecho y el buen sabor de boca que deja el objetivo logrado.

 

Antes de iniciar el descenso, atravesamos el refugio de montaña por la terraza y una accedemos a una cima rocosa secundaria. Por su vertiente sur aparece un sendero en el mapa que regresa al coche sin necesidad de deshacer lo andado. Si bien es algo más larga y el primer descenso resulta algo incómodo para alguien de ciudad como Alba, los convenzo e iniciamos la bajada en dirección a Coll de Jou siguiendo de nuevo el GR-150.1 en sentido oeste. Pronto tomamos una especie de pista forestal en desuso que nos lleva hasta una edificación en ruinas situada en unos prados en los que pastan multitud de vacas blancas de bonito collar y orejas peludas bastante bonitas, además de poco miedosas y carentes de terneros. No hay color entre salirse de los caminos trillados y seguir al rebaño. Incluso observamos a cinco rebecos, Alba y Esther por primera vez.

 

A partir de las ruinas, el sendero, en ocasiones algo difuso, flanquea un terreno bastante inclinado, esto último causante de algo de temor en Esther, en dirección a un evidente, amplio y herboso collado, la Collada de Comafloriu. Menudo contraste con el  collado de Comabella y la cumbre cuyo nombre desconozco, en los que vemos a gente yendo y viniendo. ¡Qué gozada! Droguero, algo descolgado, cierra el grupo; es experto en encontrar su ritmo y seguirlo hasta donde sea. Alba, en cambio, me sigue de cerca; mucho tiene que ver la esperanza de ir a comer a algún restaurante. Y de Esther, podría decirse que anda en tierra de nadie. Al alcanzar la Collada de Comafloriu encontramos vacas, ahora sí, acompañadas de terneros; algunos parecen haber nacido hace poco y muestran cierta dificultad para mantenerse en pie. Qué graciosos. Unos niños se tiran rodando prado abajo y yo hago lo propio hasta acabar mareado. A Alba también la empujo cual croqueta hasta que me suplica que pare. ¡Qué mareo! Valle herboso abajo, Coll de Pal nos espera, pero antes nos descalzamos –excepto Droguero– y nos metemos en las frías aguas de un riachuelo. ¡Cómo duele! Los pies, más que relajados, permanecen insensibles.  

 

Para acceder a Coll de Pal la familia con la que hemos coincidido sube hasta una especie de colladito pero yo decido rodear el montículo por un terreno rocoso y de avance algo molesto pero que acaba llevándonos al prado que da acceso al coche sin necesidad de subir para luego tener que bajar. Son las dos y cuarto cuando lo alcanzamos, unas cuatro horas después de haber iniciado la excursión. Nos queda pendiente el Puigllançada, situado en el lado opuesto, para así acabar de aprovechar las dos horas de viaje en coche. Alba, consciente de que no nos va a dar tiempo de ir a comer a ningún restaurante, se desentiende rápidamente y opta por quedarse en el coche descansando. En cuanto a Droguero y Esther, consigo sacarles el compromiso de comenzar el ascenso y dejarlo estar si se cansan en exceso durante la subida. La emprendemos siguiendo un sendero que rodea la montaña hacia el este en vez de acometerla directamente, como el único que consta en mi mapa. Pronto me percato de que el rodeo es quizá excesivo y emprendo una subida más directa por los prados acompañado de Esther, trazando nuestras propias lazadas, optando en cambio Droguero por seguir la senda establecida.

 

Cuarenta minutos después de partir, a las tres de la tarde, alcanzamo la cumbre con Esther. Además del vértice geodésico, está provista de dos buzones, un belén, un hito y un cortavientos. Del repetidor que aparece en mi mapa no hay ni rastro, diríase que se ha desintegrado. Cinco minutos más tarde aparece Droguero. Tras tomarnos una foto de grupo, iniciamos el descenso directo a Coll de Pal, sobre el que a diferencia de la Tosa d´Alp, el Pedraforca o el Puigpedròs, no hay visión directa. Algunos hitos y marcas rojas marcan una posible opción de entre infinitas pues uno puede bajar por donde quiera. A buen ritmo son veinticinco minutos o incluso menos. En un ataque de ansias por correr, me marco un último sprint hasta alcanzar el coche y aprovecho para fotografiar a Droguero y Esther con el coche en primer plano. Alba me comenta que ha estado paseando carretera abajo, en sentido La Molina, y que el viento le traía la voz de Droguero. Dado que son las cuatro menos veinte y aún hemos de deshacer 19 kilómetros de curvas hasta Bagà, lo del restaurante deberá esperar a otro día. Todo no puede ser, aunque ella no lo cree así. Creo que por hoy poco más podemos pedir. Ahora, dos horas más de regreso a casa, unas pocas partidas al UNO y, como rezan algunos folletos de esos de viajes con obsequio tipo Viajes Loreto: hasta la próxima excursión

 

P.D. Te invito a visitar mi canal de Youtube Feliz Éxito aquí:  www.youtube.com/felizexito




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