En compañÃa de Jorge parto desde Creu Regató y poco antes de llegar al coll del Miracle, iniciamos una ruta circular que consiste en recorrer el itinerario equipado de El Salt de la Nina, que finaliza remontando la Canal de l´Hort de Malany junto a la aguja LluÃs Estasen, y regresar por el actualmente no equipado recorrido del Pas de l´Esfinx, coronando precisamente l´Esfinx (1169m). En total unas cuatro horas y media en la que no nos topamos con nadie en ninguno de los dos itinerarios de este concurrido macizo que es la montaña de Montserrat.
Faltan quince minutos para las 10, la hora acordada de encuentro, cuando llego al aparcamiento situado frente a la Creu Regató, en el punto kilométrico 3,8 de la BP-1103, carretera que une Can Maçana con el Monasterio de Montserrat pasando por la ermita de Santa Cecilia. La mala suerte quiere que justo cuando voy al maletero a sacar la mochila, pase de largo Jorge sin verme. Tras llamarlo, regresa al cabo de un rato. “Me he pasado de largo” se justifica. “Sí, el corazón te lleva a la canal del Mejillón” bromeo. Una vez listos, cruzamos la carretera y por mucho que miramos, no vemos ninguna cruz en el monumento de Creu Regató, quizá estaba dibujada o fue arrancada. La altitud son 690m, vamos a subir unos 500m de desnivel.
Para acceder al Coll del Miracle lo mejor es consultar el mapa. Nada más salir de creu Regató, debe cogerse el Camí del Miracle a mano, izquierda, pero una vez se llega al GR-172, debe de tomarse hacia la derecha, sentido Can Maçana, para pronto dejarlo a mano izquierda y comenzar a ganar altura. Es, por tanto, un poco mareante ir de un lado para el otro en los primeros compases de la excursión. La Canal de Miracle no está equipada pero es bastante empinada, no nos lo pone fácil. Tan sólo es mi segunda excursión del año, últimamente ando bastante liado en mi tiempo libre con mi canal de Youtube, que precisamente esta esta ha alcanzado el hito de los primeros 1000 suscriptores ( www.youtube.com/felizexito ).
Además de estar desentrenado, me llevo la reprimenda de Jorge, que me hace ver lo mal que ando –además de en sentido literal, figurado– pues ya hace años que tengo el reto de realizar al menos doce excursiones, que salen de media una al mes, y este 2017 tan solo llevo dos contando esta y ya estamos a mitad de abril. “En octubre quizá tendré que ponerme las pilas”, le respondo. Conversando de cosas varias, alcanzamos el desvío al Salt de la Nina, que no está señalizado, como tampoco su recorrido. Se trata de tomar una senda a mano izquierda pocos metros antes de alcanzar el collado, de nombre Coll del Miracle. Me imagino que el milagro es llegar hasta arriba después de tanta subida empinada, al menos para los de épocas pasadas sin calzado adecuado, etc.
El itinerario del Salt de la Nina está catalogado como K2 pero hay que andarse con muy ojo, el terreno en ocasiones está muy descompuesto y la caída comporta un vuelo mortal de varios cientos de metros. Al final, en la canal de l´Hort del Malany, la dificultad ya es de K4 al tenerse que subir una cadena a pulso. Con la sensación del aventurero que se adentra en una de las áreas más desconocidas y sin duda menos concurridas de Montserrat –tanto es así que no vamos a ver a nadie un día festivo y soleado en el que la carretera de acceso al monasterio está colapsada–, recorremos los primeros metros mientras escuchamos como algún animal grande, quizá una o varias cabras, camina sobre el follaje del bosque rompiendo el silencio del lugar.
Pasamos junto a unos abrigos rocosos en uno de los cuales otrora encontré un tesoro de geocaching y poco después el paisaje se abre. Enfrente, vemos una cabra en el sendero, el cual discurre en plena pared a lo largo de una franja boscosa al borde del vacío, sin duda un buen terreno para pasarlo en grande. En un recoveco del camino nos encontramos la Font dels Aurons, señalizada en el mapa Alpina. El acceso está complicado pues el terreno se ha ido descomponiendo y hay que extremar las precauciones pues discurre al borde del vacío, no está equipado y un resbalón sería fatal. Varias cuerdas nos permiten cruzar con seguridad sendas canales. De repente, se nos cruzan audaces dos cabras: hay que ver qué bien saben dónde no las va a molestar nadie.
Una canal encajonada carente de nombre nos llama la atención tras pasar una de las cuerdas y, dejando las mochilas en el suelo, nos adentramos en ella. En un primer momento la progresión es fácil pero luego nos encontramos unas rocas empotradas que impiden el paso. Al ser tan estrecha, utilizando la técnica de oposición, unida a una trepada final de estas, logramos sortearlas y llegamos hasta la pared vertical final. ¡Qué pasada! Sería un buen lugar para montar una equipación con grapas, se ve todo muy salvaje. En el exterior, se observa el colorido mundo y para inmortalizarlo nos tomamos la foto que acompaña a este escrito. El problema viene al intentar regresar a nuestras mochilas: como siempre, el destrepe es más complicado que la subida. Después de analizarlo un rato y probar suerte, salimos del interior de la canal y damos por finalizada esta deliciosa incursión con aires románticos de exploración.
Una vez retomado el Salt de la Nina, llegamos hasta un paso equipado con cadena y cuerda anudada en el que nos colocamos el kit de vía ferrata. “No es un buen lugar para equiparse” observa Jorge. Es vertical y unos arbustos dan una falsa sensación de seguridad, pues acaba en una repisa tras la cual hay varios cientos de metros de vacío y no es cuestión de imitar a Superman pero sin superpoderes. Asegurados, pues, Jorge desciende la pared mientras le fotografío desde arriba mientras él hace lo propio conmigo desde abajo. Ahora es cuando empieza propiamente el recorrido por las enormes y lisas paredes de las Roques del Salt de la Nina, llamativo topónimo de origen desconocido que puede dar rienda suelta a nuestra imaginación. Es un gran ambiente en el que progresamos asegurados a las cuerdas fijas.
En la base de la canal de l´Hort de Malany sigue habiendo una gran roca caída en la cual ya me fotografié hace exactamente cuatro años y un día, cuando también realicé el mismo itinerario que hoy pero en solitario. Antiguamente, hasta el año 2000, el camino continuaba hasta una collado situado entre el Camello de los Ecos y el Eco Superior, de hecho en el mapa de editorial Alpina todavía aparece y de repente desaparece. Con los desprendimientos provocados por las lluvias torrenciales en junio de ese año, la parte que continúa desde aquí desapareció y se habilitó esta canal como salida y final del recorrido. En un primer momento nos llama la atención una gruesa cuerda verde anudada. Más adelante vuelve a haber otro trozo de ella. Se trata de una canal bastante empinada, con multitud de cuerdas gracias a las cuales alcanzamos el paso final, vertical, equipado con una cadena que debe subirse a pulso, eso sí, intentando colocar los pies en buenas presas y así ahorrar fuerza de brazos. En un paso que hay que superar sí o sí si no se quiere volver a deshacer todo el itinerario y que está catalogado como K4.
Sin mucha dificultad lo superamos y aparecemos en un pequeño collado situado entre la aguja Lluís Estasen y el Eco Superior. Las vistas son grandiosas, casi como la satisfacción de haber llegado hasta aquí. Nos acercamos a la primera de las agujas. La aproximación hasta el chichón final es aérea pero de grado II. Se trata de la vía normal, de nombre Aresta Brucs (3+, 80m). En mi anterior ocasión llegué hasta la base de la última pared, de grado III+, pero pasé mucho miedo de bajada y esta vez apenas subimos la mitad de la arista. A Jorge le haría gracia subir algún día, replicando la hazaña de 1927 de los dos pioneros: Lluís Estasen y Jofre Vila. Por hoy nos contentamos con comernos un plátano y algunas galletas disfrutando del paisaje y nos aseguramos así un tiempo más de vida en este planeta.
Bajar del pequeño collado pero por la vertiente sud en un poco puñetero, lo mejor es aferrarse a la pared izquierda. Esto lo descubro, claro, metiéndome en líos en la zona central que cada vez se va exponiendo más. Pronto tomamos el Recorregut del Pas de l´Esfinx a mano derecha, marcado este sí con pintura, en un primero roja y más tarde azul. Fácilmente coronamos un par de agujas en la zona de Aurons, incluida una que hay junto a unas piedras donde se puede realizar un vivac. A través de una roca llana que me recuerda al Montgròs nos acercamos a l´Esfinx (1169m), que coronamos tras trepar una pequeña pared que hay tras unos matorrales y realizar un pequeño flanqueo algo expuesto hasta unos pequeños árboles que hay junto a su cima. Las vistas vuelven a ser grandiosas y diríase que es una aguja solo reservada para escaladores. ¡Suerte que tiene un punto débil para ser atacada a pelo!
El descenso hasta el Coll del Miracle se nos hace un poco pesado. Tan solo hay que extremar las precauciones en algunos pasos sobre terreno de conglomerado, en especial en una largo un poco expuesto en el que se pasa junto a unos matorrales y que antiguamente estaba equipado con cuerdas. Desde el collado acometemos el descenso de la canal homónima que, si bien es empinada, cuenta con la ventaja de ser sombría, algo que se agradece a estas horas –las dos– de este soleado y primaveral día. En media hora alcanzamos el coche, buena hora para terminar una matinal y no haber tenido que traer la comida. Jorge regresa por Can Maçana mientras que yo opto por Monistrol, pues he de ir a recoger a Alba que acaba de asistir a la Pasión de Olesa, y acabo pillando retenciones a la altura del desvío al monasterio. No sé si será porque es Semana Santa, pero está infestado de gente y de coches y, en cambio, nosotros no hemos hecho más que caminar solos durante todo el rato. Montserrat se parece un poco al resto del mundo: donde se concentra la gente, hay multitudes, ruidos y terreno conocido. Es en el terreno desconocido, en cambio, donde tiene lugar el crecimiento, donde la aventura nos aguarda.
En 2017 estoy impulsando mi canal de Youtube, si quieres visitarlo es www.youtube.com/felizexito